lunes, 12 de junio de 2017

Referéndum y generales en el Reino Unido bloquean la Unión Europea / Antonio Sánchez-Gijón *

El mo­vi­miento in­de­pen­den­tista ca­talán se ha lan­zado de ca­beza a la con­vo­ca­toria y ce­le­bra­ ción de un re­fe­réndum de au­to­de­ter­mi­na­ción en unos mo­mentos en que los re­sul­tados de otras con­sultas del mismo tipo, ce­le­bradas no hace mucho en el ám­bito so­be­rano del Reino Unido, mues­tran la ca­pa­cidad de des­es­ta­bi­li­za­ción que las lla­madas al de­ci­sio­nismo vo­lun­ta­rista tienen sobre el curso normal de la vida po­lí­tica in­terna de un país, lo que casi siempre con­lleva el riesgo de minar la con­fianza de­po­si­tada por los otros go­biernos sobre el eje­cu­tivo que las in­voca. 

Primero fue el referéndum sobre la independencia de Escocia, de 2014, a continuación (2015) elecciones generales en el Reino Unido, luego el referéndum sobre la salida o permanencia del país en la Unión Europea en marzo de este año, y por fin las elecciones generales del pasado 8 de junio, para reforzar a la primera ministra Theressa May ante sus negociaciones con Europa. Desde esos cuatro acontecimientos el Reino Unido ha visto disminuida su capacidad de influir y crear confianza en los socios europeos.

Faltan apenas unos días para que RU y la UE deban dar comienzo a las negociaciones a que les obliga el resultado del referéndum del Brexit, pero la primera ministra tiene como inesperada materia de urgencia - por no haber obtenido su partido la mayoría en la House of Commons - formar gobierno con los diez diputados del protestante Partido Unionista Democrático (PUD), de Irlanda del Norte.

May había concebido la convocatoria de elecciones como un refrendo de su figura política y como respaldo a su propósito de plantear a la Unión un Brexit ‘duro’. Su acuerdo con el PUD tendrá el efecto indeseado de poner en alerta a un gobierno de la República de Irlanda, celoso de sus prerrogativas como miembro de la Unión y renuente a perder los efectos pacificadores que la pertenencia de los dos países a la Unión iba a tener sobre el conflicto histórico entre Dublin y Londres por causa de Irlanda del Norte. Gerry Adams, uno de los líderes históricos del partido Sinn Féin, ha previsto que como reacción al reforzamiento del partido protestante, el Ulster deberá celebrar pronto un referéndum sobre su unión con Dublin.

Las relaciones entre las dos Irlandas pueden verse complicadas en el curso de las negociaciones de Londres con Bruselas. El 60% de los ingresos de los agricultores norirlandeses proceden de subsidios de la Política Agrícola Común; o se renegocia su continuidad, o la agricultura de Irlanda del Norte se arruinará. El 57% de las exportaciones norirlandesas van a la Unión. Si Belfast pierde o ve mermado ese mercado, el unionismo con Irlanda se reforzará previsiblemente. Otro capítulo que sufrirá son los fondos destinados por Bruselas a proyectos que promueven la integración económica de las dos Irlandas.

Cualquier alteración de la situación actual lastimará más a Irlanda del Norte que a la República: la economía de ésta última es una de las más competitivas de la Unión.

El único consuelo para los partidarios de un Reino Unido ‘unido’ es el debilitamiento sufrido por el Partido Nacionalista Escocés (PNE) en las últimas elecciones: el PNE sufrió el pasado día 8 la pérdida de 21 de sus 56 escaños en la House of Commons, y se estima que eso se ha debido a la insistencia del anterior líder nacionalista, Alex Salmond, en que el Brexit debía dar lugar a otro referéndum de autodeterminación.

Volviendo a Cataluña, la fiebre independentista subió un grado más este domingo bajo la resolución de celebrar a toda costa un referéndum de autodeterminación, prometido por el gobierno de Carles Puigdemont para el 1 de octubre próximo. El anuncio llega pocos días después de que la última esperanza de que el ‘procés’ encontrase apoyo exterior se desvaneció al remitir la Comisión de Venecia la pretensión de independencia a su resolución por medio de las leyes españolas, como prevé la Constitución vigente todavía en Cataluña.

La apelación del entrenador de fútbol Pep Guardiola a la comunidad internacional para que apoye un referéndum de autodeterminación, al dirigirse a 30.000 nacionalistas reunidos en Barcelona, para levantarles los ánimos de cara al próximo octubre, es poco probable que sea atendida por una Europa sumida en las consecuencias de tantos ‘referenda’ y elecciones plebiscitarias que tienen al proyecto europeo estancado.

Y como Europa no parece por ahora prestar mucha atención a esas aspiraciones, sumida como está en dar soluciones a problemas urgentes creados por un exceso de carga emocional como son los referéndums, Jordi Sánchez, el presidente de una de las entidades convocantes, la Asamblea Nacional Catalana, quiso poner una nota de heroísmo al acontecimiento: “No hay suficientes cárceles para meter dentro a todo un pueblo”.


(*) Periodista


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