domingo, 18 de junio de 2017

El giro a la izquierda de Pedro Sánchez / José Oneto *

Con el apoyo de la mayoría del millar largo de delegados del 39º Congreso Federal del PSOE, la expectación de ocho mil militantes que ocupaban todo el Palacio de Congresos de Madrid y recién salido del gran reto de recuperar, a pelo, en unas primarias históricas, la Secretaría General del partido, Pedro Sánchez Castejón, ha pronunciado este domingo en la clausura del Congreso, su discurso más a la izquierda, el que nunca había pronunciado el dirigente socialista, como muestra del giro de lo que él llama “el nuevo PSOE”.

Un discurso de izquierda, pronunciado delante de grandes pancartas que recordaban  que el PSOE es la izquierda (“Somos la izquierda”) y que su objetivo es terminar con el gobierno de Mariano Rajoy, con toda la legislación aprobada cuando el Partido Popular tenía mayoría absoluta, y para eso último, ha anunciado que procurará  crear un nuevo espacio y contar con el apoyo de Podemos y de Ciudadanos. 

Sánchez, que ha prometido a los indignados del 15 M que sus peticiones serán escuchadas, ha asegurado que, bajo ningún concepto, apoyará el Referéndum de independencia catalán. “Vamos a hacer una oposición de Estado, vamos a estar con el Estado, pero no con este Gobierno. Rajoy debe tenerlo claro: estaremos frente a este Gobierno, que corrompe todo lo que toca, empezando por la Constitución”.

“Estoy a favor de España y del catalanismo como sentimiento, transversal cívico, de amor por la tierra, la lengua y la cultura de Cataluña. Criticando con dureza el “engaño histórico” del independentismo y el “neocentralismo” del Gobierno del  PP, ha dejado claro que el PSOE  “nunca estará ni apoyará al independentismo ni el Referéndum”.  Ni apoyará el independentismo ni apoyara el Referéndum de independencia,  y que su propuesta  es la reforma federal, como solución al actual conflicto “Defendemos que España es una nación de naciones  con una única soberanía, la del conjunto del pueblo español”.

Un discurso  que es, probablemente, el que le pide, ahora, la militancia, a la que ha ligado su mandato, en una política asamblearia que produce escalofríos en ese PSOE,  hasta cierto punto histórico (que va, desde Felipe González, hasta el propio Rodríguez Zapatero, pasando por los distintos aparatos de esas épocas) que, en bloque, de forma sorprendente e inexplicable, ha apoyado incondicionalmente a la Presidenta andaluza, en un difícil pleno que era casi imposible que fuese corroborado por la ruleta. Desde la fila 12 del patio de butacas, al lado de su fiel, Juan Cornejo, Susana Díaz, guardando la compostura, ha seguido el desarrollo del Congreso, insistiendo en que Sánchez acertaría con la formación de su Ejecutiva Federal y que, para eso, tenía libertad absoluta.

Tan absoluta que, como tampoco ha hecho Díaz, ni siquiera ha intentado coser ni zurcir nada de lo roto. Lo roto, roto está y, por ahora roto queda. Sánchez que según sus allegados ha pasado los peores momentos de su vida con la traición de los que componían su equipo, (especialmente cuando Patxi López, el que más le insistió en que dimitiera porque él no podía votar en contra de lo decidido por la Gestora, le anunció que pensaba concurrir a las primarias) ha hecho una Ejecutiva a su medida aunque sólo ha integrado a López y al extremeño Fernández Vara.

Son los únicos recuperados, ante una oposición dentro del partido desconcertada que no sabe que es lo que puede pasar con una Ejecutiva muy numerosa (hay 29 hombres y 20 mujeres) y copada por adeptos, de dirigentes con una lealtad a prueba de bombas; un comité federal en el que pierden peso las grandes federaciones y un modelo de partido que se abre a la participación de la militancia y que le blinda frente a eventuales maniobras de desestabilización. Si antes la estrategia era recuperar el Centro, ahora todo pasa por el giro a la izquierda, recuperar lo perdido y construir una alternativa que entusiasme a los jóvenes, el principal caladero de votos de Podemos.


(*) Periodista y economista


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