lunes, 31 de julio de 2017

El buen puro que se fuma cada día Mariano Rajoy / Jose Apezarena *

El viernes, Mariano Rajoy protagonizó una rueda de prensa en Moncloa para, presuntamente, realizar el balance del curso político que acaba de clausurarse.

Digo presuntamente porque, como quedó claro a quienes la siguieron, el presidente dedicó esa comparecencia a mayor gloria suya y de su Gobierno, con escasas, escasísimas, dosis de autocrítica. Lo acostumbrado en este tipo de citaciones, por otro lado.

Pero a Mariano Rajoy no le faltan razones para deslizarse por la autocomplacencia. Al menos desde su propio punto de vista.

Tal como se decantaron las últimas elecciones generales, y como se configuró el nuevo Parlamento, nunca habría él imaginado que a estas alturas las cosas le irían tan a su gusto.

Y es que, se mire como se mire, sea por mérito o demérito suyo, lo cierto es que a Mariano Rajoy la legislatura le está saliendo bastante bien. Al margen de incomodidades menores en el Parlamento, consecuencia de la situación de minoría de su partido, el presidente apenas ha sufrido apuros serios.

Ha sacado adelante los presupuestos, tiene casi garantizados los siguientes… 

Salvo por lo que atañe a Cataluña, en las grandes cuestiones las cosas están saliendo a pedir de boca para él. Y hasta en lo relativo al desafío independentista catalán, su tancredismo, que se ha concretado en la táctica de confiarlo todo a las normas jurídicas, a los jueces y al Tribunal Constitucional, él piensa que está ganando el pulso. Y puede ser que tenga razón.

Por no hablar de la economía, que va como un tiro, solo a la espera de que esa bonanza se traslade también a los ciudadanos de a pie, algo que, en principio, tendrá que ocurrir tarde o temprano.

Se entiende, en fin, que el señor presidente del Gobierno se fume un buen puro cada uno de estos días, los pasados y los que están por venir.

Quienes parecen conocerle mejor comentan que, en esta concreta situación política, Rajoy se encuentra como en la gloria. Explican que a él nunca le ha gustado tener que tomar decisiones, y menos aún en cuestiones de gran calado. Y que, como no tiene mayoría suficiente en el Congreso, el argumento de la falta de apoyos le permite quedarse quieto, sin adoptar resoluciones.

Las únicas que puede sacar adelante precisan el apoyo de otras fuerzas políticas, que por ello se convierten en corresponsables, y el presidente puede guarecerse en la explicación de que no es cosa suya solamente, sino de varios más. Con lo que se ahorra sufrir críticas en solitario, algo que no le place mucho.

Por si fuera poco, Rajoy observa que sus enemigos no levantan cabeza. El PSOE sigue sin arreglar la grave crisis que le corroe, Ciudadanos no acaba de tener suficiente fuste político y no despega, mientras en Podemos Pablo Iglesias ya no intenta asaltar los cielos y se contenta con pactar algún cargo aquí y allá, olvidando aquellos tiempos en que imaginó que un día gobernaría España.

Lo dicho. El presidente se fuma un buen puro cada día. Y, encima, hasta se ha ido de vacaciones.



(*) Periodista y editor de El Confidencial Digital



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