lunes, 10 de julio de 2017

Razones y sinrazones del referéndum / Ramón Cotarelo *

El foro se caldea. Según se acerca el día D, 1/10, todo el mundo se apresura a fijar su posición, incluso de forma tal que nadie la entienda. Los Comunes participarán en la consulta, pero no harán campaña por la participación
 
Pues, o bien las autoridades participan a título personal, como cuando Kichi va en procesión vestido de nazareno, o se trata de unos gobernantes legales que acuerdan una actividad clandestina. Los de Podem quieren participar a bandera desplegada y llamando a las multitudes, pero no dan un ardite por aquello en lo que participan. 

Hay también personalidades públicas que se sienten obligadas a manifestar su posición. Recientemente, dos afamados periodistas, Xavier Sardà, que votará "no" y Jordi Évole, que se muestra dubitativo sobre el referéndum mismo. Hay una gran inquietud y se trata de entender ahora, deprisa y corriendo, algo que se ignoró durante años. Con ánimo de contribuir al debate me he permitido realizar un digesto de las razones contra el referéndum, con una apostilla en contra de la contra. O sea, a favor por defecto. 

Los adversarios del referéndum invocan razones

Históricas. Cataluña no ha sido nunca independiente y argumentaciones colaterales sobre la Corona de Aragón, la antigüedad de las instituciones, etc. En definitiva el peso de la tradición.- Apostilla.-La historia no prejuzga nada. La tradición no existiría si no se rompiera jamás.

Legales. El referéndum es ilegal. La legalidad es la base de la democracia. Fuera de la legalidad solo hay tiranía. La Ley debe respetarse, puesto que está por encima de todo, aunque no del rey. Y es obligación del gobierno imponer su cumplimiento porque, de no hacerlo, el ilegal sería él. La ley prohíbe ese referéndum. No es una cuestión política, sino jurídica y por eso entienden de ella los tribunales.-Apostilla.- La legalidad es el producto de una voluntad política acordada en el Parlamento, que es el que hace y deshace la norma legal. La Ley puede cambiarse, no es inmutable y eterna. Para eso está la democracia parlamentaria, para que la mayoría parlamentaria haga y deshaga la ley, como ha venido haciendo la del PP sin límite alguno para imponer sus caprichos y privilegios, cuando directamente sus delitos. El referéndum es ilegal por la voluntad política de la mayoría parlamentaria, que bien podría cambiar, como lo ha hecho en otros asuntos de menor momento.

Constitucionales. El referéndum es inconstitucional. Apostilla.- Falso. No está prohibido y se puede admitir mediante una interpretación adecuada. Por lo demás, la Constitución también es reformable. Basta con querer hacerlo, como sucedidó con el 135.

De soberanía. La soberanía reside en la totalidad del pueblo español y solo esa totalidad puede pronunciarse en un referéndum de esta naturaleza. La soberanía del pueblo español es indivisible, como indivisible es el Estado en el que se encarna.- Apostilla.- Siendo el Parlamento el depositario de la soberanía por representar al pueblo, una decisión permitiendo el referéndum es como si el pueblo soberano autorizase a uno de sus elementos componentes a decidir por su cuenta si quiere seguir en el común o no. Aquí el argumento se va a lo ideológico, incluso metafísico e inoperante para ambas partes.

Internacionales. El referéndum de autodeterminación no tiene cobertura legal internacional porque lo que los distintos instrumentos que España tiene firmados dicen es que se reconoce para los pueblos en situación colonial. Apostilla.- Al margen de que la cuestión colonial tiene un borde subjetivo incómodo, este argumento ha sido invalidado de hecho por los referéndums de Quebec y Escocia y, hasta cierto punto, por el del Reino Unido con el Brexit.

Económicas. Estas se formulan como profecías, no sobre el referéndum, sino sobre sus catastróficas consecuencias para Cataluña. Se acumulan datos y gráficos y magnitudes que auguran empobrecimiento, crisis, ruina; y otros que, al contrario, vaticinan prosperidad inusitada.  Apostilla.- El debate es tan ideológico como los otros, aunque se vista de estadísticas. Los economistas que las essgrimen con vehemencia, defienden en realidad sus previas posiciones políticas. Pero, además, es irrelevante. El referéndum (y la independencia, si gana el "sí") no es un cálculo mercantil, sino un derecho que incorpora el derecho de los pueblos a gobernarse por sí mismos, aunque sea mal.

Comunitarias. Otro argumento sobre las consecuencia. Los espacios siderales (habitualmente vacíos) esperan a estos indepes catalanes. Y fuera de la UE y de la Eurozona, como de la Iglesia, nulla salusApostilla.- Eso está por ver, pues la situación no tiene precedentes y la UE está llena de gente pragmática, dispuesta a hacer algo constructivo con una situación sobrevenida y no a secundar los vetos del gobierno español de turno..

Iquierdistas. Es argumento que suelen emplear las izquierdas españolas de buena fe: la independencia de Cataluña es un acto de insolidaridad con el resto de España, la independencia de los ricos y los egoístas, la Padania española. Una codicia que ignora cómo la prosperidad de Cataluña viene del esfuerzo (en muchos sentidos) de los demás pueblos, que olvida la deuda que Cataluña tiene con el resto de España. Apostilla.- Aquí sí viene bien un poco de historia social y económica para ver que los procesos sociales, económicos, industriales, etc., han sido muy distintos y explican el presente. Pero no hay deuda alguna, ni el argumento izquierdista que la invoca tiene fuerza. Más con algún hecho: tras 40 años de gobierno socialista en Andalucía, la comunidad será región, nacionalidad, nación o lo que quiera, pero lo cierto es que, junto a Extremadura, constituye el Mezzogiorno español.

De la cortina de humo. El independentismo es una hoja de parra (eso sí, cuatribarrada), una cortina (estelada) de humo para tapar las vergüenzas del clan Pujol, el 3%, la corrupción de la vieja CiU, convertida en CDC y reconvertida en PDeCat. La burguesía catalana con sus negocios. Una huida hacia delante de un clan desesperado en torno a Puigdemont que teme ser fulminado por ERC en unas próximas elecciones. Apostilla.- Es el argumento típico de la derecha española que, a día de hoy, cubre todo el arco parlamentario, del PP a Podemos, aunque con el PSOE algo más ponderado y menos infantil. En todo caso, no merece la pena contestar a quien reduce el deseo de referéndum del 80% de los catalanes y el de independencia de unos dos millones a una cuestión de tapar corruptelas de un partido que, además, ha desaparecido ya dos veces.

No sé si esto sirve de mucho cuando los argumentos se afilan con la piedra del interés. Pero lo intenta.

Dicho lo cual, un acorde sentimental: lo que se debate hoy en España, una vez más, es lo que esta encuentra más apasionante: ella misma. 
 
 
ACTO PRIMERO. En el AVE Barcelona Madrid, Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, hablando de sus cosas.

Oriol Junqueras (OJ) (tras santiguarse pasado un túnel): te lo dije, Carles, no tiene sentido hablar con els Comuns. No quieren el referéndum y menos la independencia. Quieren mandar en Cataluña y en Madrid.

Carles Puigdemont (CP) (atusándose el flequillo): lo sé, lo sé. Pero había que intentarlo para que después no digan que no lo hicimos y que los marginamos.

OJ: Claro son nuestra competencia. De izquierdas y, en teoría, también republicanos.

CP: Ambas cosas están por verse.

OJ: ¿Lo dudas?

CP: ¿De los comuns, Podem y Podemos? Por supuesto. Esos están todos al sol que más calienta, quítate tú que me ponga yo. No quieren referéndum ni independencia porque están muy contentos en España. Pero, sobre todo, lo que más les fastidia es lo de la República.

OJ (besando una imagen de San Juan Crisóstomo): ¿verdad que sí? Yo alucino con estos tipos. Muy de izquierdas y después, a arrodillarse ante el Borbón. Unos de chaqué y otros de trapillo.

CP: Claro, hombre. En el fondo, todos son españoles: católicos, monárquicos, caudillistas, un pelín franquistas.

OJ: ¡Qué pena, tú! El pobre Tardà, que creía en el apoyo de Podemos y ya ves... Lo han dejado tirado. No hay alianza con la izquierda española...

CP: (enviando un Whatsap a Rajoy, invitándole a negociar un referéndum): No hay izquierda española.

OJ: Tendrás razón... Siempre lo decimos pero no nos lo creemos.

CP: Creételo de una vez. No hay izquierda española. Y la prueba no es la independencia de Cataluña sino el miedo a la República. Nada que esperar de ella. Por eso hacemos ese viaje.

OJ: Pues justo es lo que me pica. ¿Estás seguro de que saldrá el plan? Mira que, si prescindimos de la República -nuestra marca de fábrica-, perderemos todas las elecciones.

CP: segurísimo, Oriol. Nuestra Patria por una República. Deja que lleguemos a destino y lo verás.


ACTO SEGUNDO. En el palacio de La Zarzuela, ante una mesa con un retrato enmarcado de Franco acariciando la cabeza del mozalbete que luego sería Felipe VI. Los mismos y el mozalbete que ahora está más alto y lleva barba.


Felipe VI (FVI) (Displicente): He tenido que cancelar una reunión de veteranos de la División Azul (ya van quedando pocos) para atenderos porque decíais que era urgente. ¿Cuál es ese plan revolucionario que traéis?

CP: Sencillo, Majestad. Una reforma constitucional para convertir la monarquía española en dos: una en España y otra en Cataluña, con usted de Rey en ambas partes. Una monarquía confederal, como lo fue Austria-Hungría.

FVI: Hummmm, "Felipe VI de España y I de Cataluña". No suena mal. (Mirándose en el espejo) Hasta parece que haya multiplicado mis dominios... y sin hacer nada, en la más pura tradición borbónica.

OJ: Dos monarquías hispánicas confederadas e iguales. Tendrá usted que jurar dos Constituciones.

FVI: Eso de jurar, desjurar, perjurar y contrajurar se nos da de miedo a los Borbones.

CP: Además de jurar, tendrá usted que respetar la soberanía de Cataluña y su independencia fiscal.

FVI: Por supuesto, por supuesto. Ya veremos luego a quién robamos. (Volviéndose a Junqueras): oye, pero vosotros, ¿no sois republicanos? ¿Cómo haréis compatibles la monarquía y la república?

OJ: Cuando hay voluntad. Todo se puede. Al abandonar transitoriamente nuestro ideal republicano, hacemos un paréntesis, como hacen los fenomenólogos, mientras se aclara la situación. Lo que nos importa es Cataluña y si usted nos protege de los españoles, la República puede esperar.

CP (sonriendo): Así es, Majestad. Ocasión única. Problema resuelto y todos pasamos a los libros de historia.

FVI: Pues trato hecho, chicos. En cuanto salgais de aquí llamo a Mariano y doy las órdenes oportunas. Contad con ello. (Da unos pasos de baile). Tralalá, tralalá: mi dulce Letizia, ¿te apetece ser reina de Cataluña? (Se detiene, pensativo). Oye, pero no me la jugaréis, ¿eh, catalufos? Que os conozco.

OJ: Nos va la libertad en ello, Majestad. (Salen todos).

ACTO TERCERO. En el Palau de la Generalitat, en una mesa, ante un retrato de Macià, Puigdemont y Junqueras deliberan, consternados.

OJ: ¿Cómo es posible que haya fracasado nuestro masterplan?

CP: No lo sé. Solo sé lo que me ha dicho Felipe VI por whatsap. Que no es posible y que nos lo explica ahora por video conferencia.

Se ilumina la pantalla en la pared y aparece el rostro de Felipe VI

FVI: Hola a los dos. Siento deciros que no hay trato

CP: Pero ¿por qué? ¿Qué ha pasado?

FVI: Los cuatro partidos del régimen se oponen a la monarquía bicéfala, con la ilu que me hacía. No quieren ni hablar de ella. Ni la Iglesia, ni el ejército. Nadie.

OJ: Lo dicho, Majestad, ¿por qué? ¿Por qué nos quieren tan mal a los catalanes que no nos dejan ni tener nuestra propia monarquía con un solo rey? ¿Tienen miedo a la República Catalana?

FVI: ¡Qué va! Tienen más miedo a la República Española.

CP: Pero si los catalanes aceptamos la solución de la monarquía dual...

FVI: Los catalanes en esto, como siempre, no pintáis nada. Lo que dicen todos (PP, PSOE, Podemos, C's) es que no puede hacerse la partición que proponéis porque, en ese caso, la República sería imparable... en España, algo que no quiere ninguno de ellos.

OJ: ¿Ni Podemos? A Tardà va a darle algo.

FVI: Esos son los peores. Solo aceptarían la República si Pablo Iglesias fuera presidente vitalicio y hereditario. Si no, prefieren la monarquía. Así que adeu, companys, em sap greu per vostès i sobretot per en Junqueras, amb la seva Repùblica...
 
 
 
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
 

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