María González va. Se
lanza. Hoy lo hará público. Bien ¿había alguna duda? Algunos, que aun
siendo del PSOE no conocen bien al PSOE y menos a María González, las
han venido expresando a lo largo de las últimas semanas. «Se lo está
pensando». «Van a ser unas primarias muy duras, y a última hora no se
decidirá». «Las primarias han venido cuando ella estaba con la brocha y
sin escalera». Bagatelas. Estas eran sus primarias. Ahora o nunca. Y va a
ser, como se ve, es ahora.
Es cierto que lo habrá meditado. Es
como para pensárselo, desde luego. Aunque más bien intuyo que esa
meditación la ha llevado a cabo sobre la marcha, es decir, haciendo
carretera y con el teléfono siempre conectado. Para tirarse a la piscina
conviene constatar previamente si hay agua o al menos el suficiente
nivel. Eso es lo que ha hecho durante las últimas fechas María González.
Y tras su inspección, ha decidido tirarse en plancha. Puede sospecharse
que la decisión combina el empuje de su voluntad y la comprobación de
las condiciones.
Y es seguro que ha hecho algo más: obtener el
compromiso de Ferraz de que no habrá intervención directa ni indirecta
del aparato nacional para mediar o influir en las primarias murcianas.
Algo así como hicieron en Podemos cuando las suyas: que de Madrid no
venga nadie ni a las fiestas y que los ejecutivos nacionales actúen de
aquí hasta que se conozca el resultado como si Murcia no existiera, cosa
que por otro lado no es algo complicado para las cúpulas nacionales de
los partidos.
¿Ha tardado la diputada en salir? Si atendemos a la prisa con que se significó quien será su competidor, Diego Conesa,
cada día desde entonces se ha hecho eterno para quienes se muestran
partidarios de ella. Pero es que el alcalde de Alhama no perdió un
minuto: una vez entronizado Pedro Sánchez, a otra cosa,
mariposa. Y se adelantó a cualquier especulación y hasta a la
posibilidad de que alguien lo contuviera. Y ahí está, y no parece a
primera vista que sea un candidato menor sino todo lo contrario. El
aplazamiento de las elecciones y el congreso a septiembre ha sido un
inconveniente para su estrategia, que sin duda contaba con la rapidez
del proceso para imponer su imagen de ´sanchista´.
Obviamente, esta
ralentización no fue recibida por el alhameño con buen humor. «Estuve
enfadado una noche. Sólo una noche; a la mañana siguiente ya se me había
olvidado», me comentaba hace unos días. Y es que Conesa se muestra muy
seguro de su candidatura, y opina que todas estas incidencias formales
no condicionan la voluntad de los votantes.
En cuanto a la
cuestión tiempo hay que considerar, además, que a estas horas las
primarias socialistas ya habrían sido celebradas de haberse seguido un
calendario similar al de otras Comunidades, en que todo está ya
resuelto, si bien es cierto que en las más significativas la
´renovación´ ha consistido en mantener al secretario general que ya
ejercía, en ocasiones contra la tendencia del nuevo liderazgo nacional.
En Murcia, la sustitución de Rafael González Tovar se
prevía, y se prevé, algo más complicada, aunque sólo sea por los
aspirantes potenciales. María González sale hoy a escena tal vez porque
aun siendo julio uno de los meses largos, no lo es tanto como para que
se prolongue excepcionalmente más allá del día 31, y tocaba aparecer
antes de que el personal estuviera ya con el billete de las vacaciones
en la boca.
La cosa electoral será en septiembre y
habrá un largo agosto para la conspiración, la negociación y la
interlocución. Y un compás de espera también para otros posibles
candidatos. A la cola están Joaquín López y Francisco Lucas, pues Roberto García
parece reemplazado por los partidarios del último, que han encontrado
en éste un activista más completo para las circunstancias del momento.
López dispone de una sutil diferencia respecto a los demás: es diputado
regional (de hecho, ejerce como viceportavoz socialista), de modo que en
caso de presentarse y ganar se mantendría el modelo de que el líder del
partido fuera además su voz cantante en sede parlamentaria.
Puede que
ambos, López y Lucas (que, por otra parte, no han dicho esta boca es
mía) dejen el mundo correr y asomen en septiembre, a las puertas de la
propia convocatoria, una vez que hayan constatado qué ha podido aportar a
los dos primeros rivales el test de agosto. También puede ocurrir que
haya integraciones, pero esto es lo menos probable, ya que las tensiones
internas generan reacciones de rechazo a los alternativos entre la masa
militante, y ésta es muy delicada, no admite líderes que se avengan a
componendas.
El nuevo curso tendrá una característica especial, y
es que desde septiembre a julio del año próximo se va a vender en esta
Región todo el pescado a efectos políticos. Es el curso previo al
electoral, y en la recta final todo es postureo. En el curso 2017-2018
se juega, sin embargo, todo. Ahí veremos si López Miras
se asienta, si la gestión del Gobierno consigue desprecintar los
grandes asuntos pendientes, si el PP encuentra alguna palanca en que
apoyarse para evitar la impresión de desplome. Y también si el PSOE
empieza a reconstruirse, a identificar una línea política que conecte
con quienes lo están esperando, si deja de mirarse el ombligo y pasa del
concepto militantes al de ciudadanos, y si es capaz de dibujar un
liderazgo que combine una política de contención de sus rivales de
izquierdas y de confianza a la vez para su electorado clásico más
centrado.
El curso próximo como tal tendrá que aguardar hasta
octubre, pues en septiembre tanto el PP como el PSOE estarán en fase de
recomposición. El primero, resolviendo con cualquier mecanismo la
sustitución de Pedro Antonio Sánchez por Fernando López Miras en la
presidencia del partido, y el segundo tratando de encontrar un nuevo
líder que dé consistencia y discurso a los socialistas justo ante la
perspectiva de que en 2019 se produzca por fin el derrumbe del poderío
pepero durantes las dos últimas décadas y parte de una tercera.
Por
tanto, los socialistas no pueden actuar de capricho, por obsesiones o
prejuicios. Han de elegir al mejor o a la mejor. Conesa es una
incógnita, porque aunque lleva años en la política local, es nuevo en
esta otra plaza, pero tiene trazas. María González, por su parte, es
bien conocida, y goza de muchas simpatías en la estructura del partido, a
cuyos militantes conoce personalmente, si no a todos, a casi todos.
Tiene un problema de imagen en este pulso: frente a quien ha asumido,
como Conesa, el imaginario sanchista, ella aparece como un repuesto del
aparato saliente, el tovarista, del que es pieza clave, como es natural,
aunque sus capacidades políticas sean muy superiores a las de quien ha
venido ejerciendo.
Lo cierto es que el pulso entre Conesa y
González Veracruz conlleva un cierto desgarro entre activistas del PSOE
que hasta la crisis de Ferraz habían situado a ambos en el mismo cesto.
Esta ruptura puede significar una ventaja para terceros en discordia y
hasta para cuartos, pero unas primarias con cuatro candidatos, ya está
dicho, son peligrosísimas, aunque por esto han ingeniado la fórmula de
la segunda vuelta.
Ya tenemos un ticket, y no se dirá que no resulta atractivo. ¿Hay alguien más? Inevitablemente, continuará.
(*) Columnista
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