lunes, 24 de julio de 2017

Júpiter brilla más / Guillermo Herrera *

Hace ocho años un satélite de la Nasa captó un fuerte fogonazo procedente del núcleo de Júpiter, un planeta gaseoso que es el más grande del sistema solar. Desde entonces, el brillo de este astro ha ido en aumento de modo lento pero gradual y constante. También han cambiado las franjas de color de Júpiter, que habían permanecido inalteradas hasta entonces, lo que evidencia una transformación interna.

Entre los detalles atmosféricos destacan la Gran Mancha Roja (un enorme anticiclón situado en las latitudes tropicales del hemisferio sur), la estructura de nubes en bandas oscuras y zonas brillantes, y la dinámica atmosférica global determinada por intensos vientos zonales alternantes en latitud y con velocidades de hasta 504 kilómetros por hora.

Los astrónomos están sorprendidos y maravillados por este fenómeno, pero no dicen ni pío porque es un tema tabú, igual que el planeta X, totalmente prohibido por la élite que paga sus nóminas. Veremos a los científicos contando mil rollos u obviedades aburridas, pero nunca tocando los temas claves y trascendentales de la Humanidad, porque se juegan su carrera.

Pero no hace falta ser astrónomo para observar el brillo de Júpiter porque se puede ver a simple vista en una noche estrellada y sin contaminación lumínica. Júpiter brilla más que cualquier otra estrella por la tarde-noche y solo es superado por Venus, que es quien domina el cielo antes de la puesta del Sol. Basta usar unos buenos prismáticos para poder contemplar el disco de Júpiter y sus cuatro satélites más grandes: Io, Europa, Ganímedes y Calisto.

Se trata del planeta que ofrece un mayor brillo a lo largo del año dependiendo de su fase. Es, además, después del Sol, el mayor cuerpo celeste del sistema solar, con una masa casi dos veces y media la de los demás planetas juntos (con una masa 318 veces mayor que la de la Tierra y tres veces mayor que la de Saturno, además de ser en cuanto a volumen, 1.317 veces más grande que la Tierra). También es el planeta más antiguo del sistema solar, siendo incluso más antiguo que el Sol.

Esto significa que Júpiter se está encendiendo muy lentamente, no como una deflagración de gasolina, sino “pasito a pasito” como dice la canción de moda tan cansina. Por eso se afirma que el triunfo de la Luz no suele ser brusco, sino que va acompañado de humildad, paciencia y respeto.

También significa esto que tenemos un segundo Sol en estado embrionario, que no sería una anomalía cósmica, ya que la mayoría de los sistemas solares de este universo son binarios y albergan civilizaciones ascendidas. Pero además Júpiter es otra fuente de calor que también contribuye al calentamiento global de todos los planetas del sistema solar, y que olvidé mencionar en mi reciente artículo sobre este tema.

A mi juicio, la ignición de Júpiter representa la liberación gradual de la Humanidad y el final del reinado de Saturno, el parricida que devora a sus propios hijos, según la mitología, que parece haber tenido mucho poder sobre la Humanidad hasta ahora. Júpiter es un planeta benéfico, desde el punto de vista de la astrología, ya que concede felicidad, prosperidad, amistad y hasta iluminación espiritual.

Júpiter es un cuerpo masivo gaseoso, formado principalmente por hidrógeno y helio, carente de una superficie interior definida. Desde el punto de vista estrictamente científico, la composición gaseosa de Júpiter reúne todos los requisitos para convertirse en una estrella. Por lo tanto no hablamos de fantasías, ya que todos los mensajes concuerdan en que el fenómeno se ha producido.

Por lo tanto todos los signos celestes indican claramente que la liberación de la Humanidad se acerca, como dice Alberto Canosa, y que sólo tenemos motivos para ser optimistas.
(*) Periodista

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