domingo, 2 de julio de 2017

El puño y el jardín de rosas / Ángel Montiel *

Si para presentarse a las primarias del PSOE sólo es necesario recabar 150 avales, hasta usted mismo, abnegado lector, podría hacerlo por poco que se lo propusiera. Nos podemos hacer una idea: se van a presentar todos los que, antes de conocer la nueva fórmula, se mantenían en la duda. 
Primero, porque lo tienen fácil entre la familia y los amigos, aunque éstos sean de Facebook, sin ni siquiera contar a los fans. Y después, porque la segunda vuelta es un chollo. Tú pierdes en la primera, pero a continuación anuncias que pones tus votos a disposición de quien se perfila como ganador en la última votación, de modo que éste tendrá que hacerte un lugar en su ejecutiva.

No está mal el nuevo diseño de las primarias socialistas, aunque generará probablemente otros vicios distintos a los que se pretende corregir. Nada es perfecto. La segunda vuelta, a la francesa, impedirá que alguien pueda proclamarse secretario general con un 25% de los votos o por ahí, y quien aspire con tan exiguo respaldo a convertirse en líder, para incrementar el porcentaje en el pulso final tendrá que lanzar mensajes de integración a los candidatos que han quedado rezagados. 
Así tal vez se impida la constitución de ejecutivas monolíticas, como la de Pedro Sánchez, o fenómenos como el que se acaba de producir en Andalucía, donde Susana Díaz, quien todavía se acoge pícaramente, como es su estilo, al modelo anterior, no tendrá competidores porque nadie ha conseguido obtener el mínimo necesario de avales que la líder ha pulverizado.

Todo esto está muy bien, y hay que felicitar al PSOE por el hecho de que intente mejorar las primarias con el mecanismo de abrirlas en vez de cerrarlas para que resulten más controlables, y sin recurrir a fórmulas tan suicidas como en Podemos, donde vota hasta el Papa sin que nadie sepa que es el Papa. Pero la consecuencia inmediata es que a las primarias del PSOE se va a presentar tododiós, hasta quien crea que su tope está en el 5%, porque hasta eso se puede vender después si el resultado es ajustado para todos. 
Hay incluso un tal Miras, exconcejal de Los Alcázares, que hasta hace bien poco anunciaba por la redes sociales su propósito de ir a todo. Otra cosa es que los porcentajes de la primera vuelta no queden libres en la segunda, ya desligados del candidato que no ha chutado, pero en el marco de las primarias, donde todo se produce a tientas, las referencias, atinadas o temerarias, son importantes.

El aplazamiento.
El PSOE murciano ha aplazado este proceso hasta después del verano, y nadie se lo podrá reprochar, aunque hay algunos en su interior que lo hacen. Pero es cierto que afrontar la sustitución de Rafael González Tovar así como de sopetón, en quince días, y abriendo las urnas el 30 de julio, en plena canícula, habría sido una tontería muy grande, aparte de que siempre habría quedado en suspenso la legitimidad de los resultados. Sustituir a Tovar es una urgencia, no cabe duda, pero no tan acuciante como para no esperar hasta septiembre, con toda la militancia de regreso a los respectivos hogares y con los niños ya colocados en los colegios públicos o privados.

Quienes critican el aplazamiento son, claro, quienes se han apresurado a ponerse en línea, algunos de los partidarios del único candidato oficialmente autoproclamado, Diego Conesa. Piensan, y tal vez con razón, que el entretenimiento hasta septiembre ofrece ventajas a los previsibles competidores de éste, pues pueden tomar decisiones más meditadas que la del alcalde de Alhama, quien parece que ya la anunció en la clausura del congreso federal, nada más subirse al autobús de regreso. Pero tan consistente es esa reflexión como la de que en julio es absurdo ponerse en campaña.

Lo cierto es que el PSOE va a contratiempo, pues su puesta a punto, si llegara a producirse, es un reclamo a voces, a la vista de que el PP cuenta en esta fase con gravísimas dificultades para mantenerse a flote, y una oposición entre paréntesis no es la mejor respuesta. Todos los veranos nos traen una ´serpiente´ informativa, y la de este año va a ser la recomposición de los socialistas, un espectáculo que estará muy animado por la amplia concurrencia de candidatos que se prevé y también, por tanto, a causa de las incertidumbres del resultado. 
Que julio y agosto se malgasten en un proceso interno tan colorista como el que se anuncia puede ofrecer un respiro al PP, que necesita darse el plazo, al menos, de este verano para oxigenarse sobre sus asuntos internos y para comprobar cómo encajan las piezas que le permitan salir del marasmo de una política general que está encallada. 
Y esto, en un momento en que una oposición sólida podría aplicar incontables collejas al partido del Gobierno. Por sintetizar: el tiempo que el PSOE necesita para reencontrase consigo mismo, si es que al final lo consigue, es el que precisa López Miras para hacerse un nombre. A ver si resulta una variable del cuento de Monterroso: cuando el PSOE despertó, López Miras ya estaba allí. Pero, insisto, peor habría sido un enjuague rápido e improvisado en julio. El PSOE, por la conjunción de fechas y circunstancias, se vería obligado a dar el espectáculo en cualquier caso.

Abiertas y concurridas.
La prolongación del ´periodo de reflexión´ hasta las primarias arrastra el problema de que pueden acentuarse los elementos que empujan a la fractura interna, con una militancia y ciertos dirigentes o aspirantes a ese estatus que ya no se cortan. Nunca han estado más desatados.

Véase el caso de la Plataforma de Apoyo a Pedro Sánchez. Debiera suponerse que una vez conseguido su objetivo, y con gran éxito, este cónclave habría de darse por disuelto. Sin embargo, ahí está, conformando un poder paralelo al de la ejecutiva regional y a lo que venga. Esta Plataforma se ha decantado públicamente por la opción Conesa, pero sus integrantes no han tomado la precaución de cambiar el nombre del artefacto, de modo que mucho le han dado portazo. 
Y es que hay militantes que apostaron por Sánchez para la dirección federal, pero en la lógica murciana tienen otras referencias distintas a las de quienes se instituyen en intérpretes del pensamiento de Sánchez. Si esa Plataforma se hubiera disuelto para constituir otra de apoyo a Conesa, todo resultaría más claro y ajustado, pero pretenden enarbolar a Sánchez como patrocinador de la opción Alhama. Esto lo pueden hacer porque el líder central del PSOE no va a descender a desautorizar a quienes, contra todo riesgo, dieron la cara por él, pero es dudoso que el planteamiento de éste sea tan lineal como el de sus acólitos en un contexto bastante más complejo que el que se dio cuando el triángulo Pedro/Susana/Patxi.

Las primarias socialistas están más abiertas que nunca, de manera que al final se acabará presentando hasta Roberto García, exalcalde de Beniel, que quizá sea de entre el terceto en liza (Conesa/González Veracruz/Joaquín López) el único a quien puede asignársele intuitivamente un vitola de disconformidad con la ´nueva política´ del PSOE sanchista, lo cual no parecería la mejor carta de presentación ante un electorado que tan solo hace unas semanas casi alcanzó el 50% de apoyo al actual líder nacional. Pero, ya digo, la reformulación de las primarias, sin duda para mejorarlas, abre oportunidades a todos, incluso a quienes podrían salir a perder.

Cabe preguntarse, no obstante, cuáles son las diferencias sustanciales entre las políticas de unos y otros. Imperceptibles. Más bien habría que reparar en que los previsibles candidatos tienen en común el pertenecer a una generación que ve en este tren a punto de pasar su oportunidad de oro. Y más porque es la primera vez en mucho tiempo que 2019 abre una perspectiva de poder para el PSOE (solo o en compañía del otro) frente a un PP lastrado y con aparentes escasos recursos para remontar. Esto es lo que, entre otros aspectos, convierte las ´primarias socialistas de verano´ en un hormiguero. Un PSOE de cuyo puño no ha germinado una rosa, sino todo un jardín.

(*) Columnista


http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2017/07/02/puno-jardin-rosas/842201.html 

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