MADRID.- Seis años,
seis. Al margen del símil taurino, es el tiempo que ha transcurrido
desde la cornada financiera que se llevó por delante a las
antiguas cajas de ahorros para su reconversión en bancos
cotizados. En vísperas de la siempre polémica salida a bolsa de
Bankia, un 19 de julio de 2011 (para no coincidir con la fecha del
alzamiento franquista) y de una Banca Cívica ya desaparecida bajo
el paraguas de CaixaBank, tan sólo Unicaja ha acometido después de
estos años su salto al parqué, recuerda hoy Capital Madrid.
Julio
de 2011. Hace tan sólo seis años de unas fechas en las que las antiguas
cajas de ahorros, en pleno proceso de reconversión con fusiones frías
(SIP) o calientes, iniciaron su andadura como bancos cotizados.
CaixaBank, que ya contaba con el precedente de su holding Criteria, fue
la primera. Bankia, suma de siete entidades distintas, tenía que salir
al mercado casi bajo la consideración de "cuestión de Estado".
El próximo jueves se cumplen los seis años de la Bankia de Rodrigo
Rato como banco recién cotizado. Eso sí, el exministro de Economía y
exdirector del Fondo Monetario Internacional (FMI) no llegó ni a
celebrar el primer aniversario por la intervención del grupo, la llegada
de José Ignacio Goirigolzarri y el proceso judicial abierto por su
salida a bolsa.
Tampoco las cosas fueron mejor para un grupo de menor tamaño como
Banca Cívica, que tan sólo tres días después daba el paso para
convertirse en banco cotizado. Parece lejana la imagen en la que Enrique
Goñi (Caja Navarra) y Antonio Pulido (Cajasol) protagonizaron el
tradicional toque de campana en el parqué de la Bolsa de Madrid como
copresidentes del banco creado.
Tan sólo unos meses después, Banca Cívica fue integrada en la
CaixaBank presidida por Isidro Fainé, otro personaje que ahora se
mantiene más a la sombra de la actualidad del grupo bancario, pero con
altos cargos en sus participadas y en la Fundación La Caixa (la única
antigua caja que mantiene constante los 500 millones de euros anuales
destinados a Obra Social, una de las señas de identidad de las entidades
desaparecidas).
El propio Fainé fue pieza clave, al asumir la presidencia de la
Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA) tras el mandato de
Juan Ramón Quintás, para la reforma de la ley de cajas y su reconversión
en bancos con el horizonte de convertirse en entidades cotizadas.
Los más jóvenes podrían creerse que ese cambio súbito del sector
financiero español se hizo de la mano de "liberales" como Luis de
Guindos o Cristóbal Montoro. Sin embargo, la voladura del sector de las
cajas de ahorros, el 50% del conjunto de la banca, se produjo bajo el
gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero y su ministra
económica Elena Salgado.
Fin de un modelo
Antoni Serra Ramoneda, expresidente de Caixa Catalunya, ya había
advertido en una reunión de CECA a finales de la década de los noventa
de los peligros que se avecinaban sobre el sector de cajas de ahorros.
Eso sí, hasta la quiebra de Lehman Brothers en Estados Unidos, el
vendaval no llegó a la banca española, la mejor del mundo como se
mantenía hasta ese momento.
"Las autoridades públicas, en las que se incluye al Banco de España,
aseguraron no tener más remedio que agarrar el bisturí y emprender una
magna operación de cirugía estética para recomponerla [la imagen de las
cajas]. Es pronto para saber el resultado de la intervención. Pero ya es
seguro que no habrá quién reconozca en la figura que salga del
quirófano a la que entró en él", sostiene Serra Ramoneda en su libro Los
errores de las Cajas/Adiós al modelo de cajas de ahorros (Ediciones
Invisibles, noviembre de 2011).
El diagnóstico de este expresidente de una caja de ahorros no podía
ser más acertado unos meses después de la conversión en bancos
cotizados. Tan sólo tras los seis años transcurridos, Unicaja se ha
atrevido a dar el salto al mercado bursátil a finales del pasado mes de
junio. Hasta el momento, con más luces que sombras.
Mientras tanto, Kutxabank (fruto de la fusión de las tres cajas del
País Vasco) y la aragonesa Ibercaja se resisten a dar un paso similar.
El primero parece decidido a no pasar bajo esas "horcas caudinas",
mientras que el segundo se tomará su tiempo antes de abrir su
accionariado a nuevos inversores.
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