Vaya por delante que la última encuesta del CIS que mejora al PSOE en
5 puntos y hace retroceder al PP 2,7 puntos con respecto al anterior
sondeo de abril, quedando Pedro Sánchez por detrás de Mariano Rajoy a
solo 4,4 puntos del PP, es una pésima noticia para el PP. La que podía
haber sido peor si la encuesta se hubiera realizado en días posteriores a
la declaración de Rajoy ante el juicio de Gürtel que se celebra en la
Audiencia Nacional.
Y no sólo es mala noticia para el PP porque se estrecha su margen con
el PSOE sino porque del sondeo se desprende que la corrupción quita
votos en contra de lo que piensan algunos dirigentes del PP. Y porque la
encuesta confirma el desgaste de Rajoy y abre en el PP rumores y
conciliábulos sobre la sucesión del líder de cara a unas futuras
elecciones generales donde según algunos ‘coroneles’ -que no quieren dar
la cara- del PP habría que ir con un candidato o candidata no afectados
por la corrupción.
Pero Rajoy, como dice Merkel, ‘tiene la piel de elefante’ y confía en
derrotar a Puigdemont en el referéndum del 1-O -donde el PSOE empieza a
ponerse de perfil- y espera terminar la legislatura con sobresaliente
en la reducción del déficit y la recuperación consolidada del
crecimiento y el empleo.
Pero si Pedro Sánchez avanza de la mano de Podemos buscando meter a
Pablo Iglesias en un gobierno de izquierdas -como ahora ocurre en
Castilla La Mancha- y buscando el apoyo de ERC en su pretendida y futura
segunda opción de investidura, la por ahora titubeante estrella de
Rajoy volvería a brillar sin pestañear.
Hablamos de los pretendidos pactos en la izquierda de Pedro Sánchez
con Podemos y ERC porque da la impresión de que el PSOE, con la
excepción de Susana Díaz, empieza a distanciarse del PP y de C’s y
empieza a ponerse a favor de la celebración del referéndum del 1-O como
ya lo ha reconocido la presidenta socialista Cristina Narbona sin que
Sánchez haya dicho algo al respecto.
La encuesta del CIS de julio, que ofrece al PSOE un ascenso de 5
puntos respecto a su anterior sondeo de abril, es un triunfo político y
personal de Sánchez que refrenda su regreso al liderazgo del partido y
su anunciado giro a la izquierda, para alejar la amenaza de Podemos en
el flanco zurdo de la política y acercarse al PP, que ahora solo supera
al PSOE en 4,4 puntos.
Pero Sánchez se puede equivocar si al giro a la izquierda del PSOE
añade de manera temeraria el abandono del frente constitucional y
firmeza contra la celebración del referéndum ilegal del 1-O y se declara
a favor, por acción u omisión, de la celebración del referéndum ilegal
con el argumento de que solo se trata de un simple recuento de votos sin
cobertura legal como dijo Narbona. Ello supondría que el PSOE se pasa
al bando de Puigdemont, Junqueras y la CUP posicionándose en contra de
la unidad de España, la legalidad, el Estatut y la Constitución.
Y esas serían palabras mayores que, por ejemplo, obligarían a Susana
Díaz -y a otros históricos y actuales dirigentes del PSOE- no sólo a
escoger entre Andalucía y el PSOE sino entre España y el PSOE. Y Sánchez
regresaría a los ‘idus de octubre’ del famoso Comité Federal de 2016,
solo por buscar los votos de Podemos y ERC para su tan ansiada
investidura. La que ahora cree tener más cerca de sus manos, sobre todo
si la encuesta del CIS no sólo anuncia una subida del PSOE sino que es
una tendencia a su favor.
Pero, al margen de las encuestas que solo son encuestas y no votos,
Pedro Sánchez debería saber que la cita del 1-O de Carles Puigdemont
-que tanto se parece a las andanzas de Nicolás Maduro- es un
acontecimiento crucial en la Transición y en la Historia española y no
sólo un recuento de votos sin cobertura legal, como dice Narbona.
Porque si Rajoy y Rivera se quedan ‘solos ante el peligro
secesionista’ pero acompañados de la gran mayoría de los españoles, la
UE y la comunidad internacional, y Sánchez se pone de
perfil o se pasa al lado de Puidemont, Junqueras y la CUP por un puñado
de votos de sus diputados, el PSOE se hundirá y Sánchez le hará en
enorme regalo a Rajoy. Aunque esperemos, por el bien de todos, que
Sánchez no esté tan ciego como para jugar a la ruleta rusa de la
secesión y que se ponga al lado del Gobierno de España mal que le pese y
aunque lo presida Mariano Rajoy.
(*) Periodista
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