Los informes de la clasificación mundial de los bancos muestran a
la banca española como líder del sector por pérdidas debido a los
resultados del Banco Popular. A la espera de la reformulación
definitiva de las cuentas de 2016 y del informe de la consultora
Deloitte en el que se basó el Banco Central Europeo para tomar la
decisión de resolverlo y venderlo por un euro, los especialistas
evidencian este dudoso honor del sector financiero español.
Bien
es cierto que, aunque España está entre los primeros, el liderazgo lo
encabeza sin duda la banca italiana. En el 2016 ha registrado unas
pérdidas de 36.900 millones de dólares en pérdidas, casi el equivalente a
todas las ayudas que tuvo que recibir España para salvar a sus cajas de
ahorros y evitar el rescate de la economía española.
De no haberse circunscrito el rescate al sector financiero, el
Gobierno hubiera tenido que imponer grandes recortes a las pensiones y a
los salarios como sucedió con las condiciones impuestas en materia de
pensiones, salarios e impuestos de los países rescatados. No solamente
sucedió con Grecia.
Frente a esta situación de liderazgo por pérdidas de la banca
española, la banca francesa se ha mostrado como la gran ganadora en el
ranking del 2016, tanto por beneficios como por activos. Los seis
primeros bancos de Francia obtuvieron 40.000 millones de dólares de
beneficios. Suman el 30 % de los beneficios de toda la banca europea.
Francia además ha colocado a cuatro de sus bancos entre los 20 más
grandes del mundo por activos, todos ellos con activos que superar el
billón de dólares: BNP, Crédit Agricole, Société Générale y el Groupe
BCPE.
Esta situación ha dado ánimos a su ministro de Economía, Bruno Le
Maire para quien París se convierte en la sede ideal para instalar la
Autoridad Bancaria Europea, el supervisor europeo que debe abandonar
Londres tras la consumación efectiva del Brexit.
París es junto con otras siete capitales europeas candidata a recibir
a los 165 funcionarios europeos de la EBA. De las otras siete
capitales, Dublín, Praga, Viena, Varsovia, Luxemburgo y Fráncfort, esta
última es la principal competidora.
Para Le Maire no existe mejor elección que la capital de Francia, a
la que quiere convertir en sede financiera mundial y asegura además que
luchará para que este organismo se mantenga independiente como lo es en
la actualidad frente a la propuesta de la Comisión de que sus funciones
sean asumidas por alguna otra entidad ya existente.
Fráncfort cuenta con el apoyo del muy influyente y poderoso ministro
de finanzas alemán, Wolfgang Schäuble. Frente a los argumentos
profesionales defendidos por el ministro francés de Economía, su colega
alemán ha optado por un razonamiento completamente distinto. Defiende a
Fráncfort por sus enormes facilidades de vida, algo similar a lo que en
su día hizo el filósofo Emmanuel Kant con Königsberg, ciudad de la que
nunca salió.
Para Schäuble poco importa que París esté en el corazón del ecosistema
financiero mundial, que cuente con presencia muy activa de los grandes
de la banca mundial y que tenga un tejido empresarial denso y dinámico
con conexiones aéreas, ferroviarias o por autopista con todos los
grandes centros financieros del mundo. Eso lo puede tener todo el mundo.
Pero Fráncfort, según Schäuble, se distingue por la proximidad de la
selva, sus parques, su río navegable; es una ciudad de pequeñas
distancias, se puede ir a todas partes andando, y hasta cuenta con zonas
para hacer deporte al aire libre cada pocos metros. Sin olvidar que es
la sede del Banco Central Europeo. ¿Alguien da más?
(*) Periodista
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