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lunes, 22 de noviembre de 2021

La Huerta de Murcia y el Mar Menor, a punto de desaparecer, según el catedrático de la UMU, Klaus Schriewer

MURCIA.- La laguna salada del Mar Menor, la huerta de Murcia y las minas de Mazarrón, tres paisajes culturales de larga tradición histórica, enfrentan problemas de diversa índole que amenazan con convertir en ficción estos elementos incuestionables del imaginario murciano.


"En cada paisaje hay percepciones diferentes", explica Klaus Schriewer, catedrático de Antropología Social de la Universidad de Murcia, con motivo de una conferencia organizada por el Instituto Ibero-Americano en el marco de la exposición Murcia. Huerta de Europa que acoge el Museo de Culturas Europeas de los Museos Nacionales en Berlín.  

La catástrofe ecológica en el Mar Menor, su contaminación con fosfatos y nitratos como consecuencia de la agricultura intensiva y la urbanización incontrolada, indica el antropólogo alemán, ha generado "un movimiento muy fuerte" para salvar la mayor laguna salada de Europa. 

Iniciativas como la del grupo murciano Nunatak, que reúne en el tema Sol y sal a reconocidos artistas españoles en un canto al Mar Menor y al que acompaña un videoclip con imágenes antiguas en Super8, son una muestra de que "en el imaginario tiene un papel muy importante y la gente lo defiende".

Son recuerdos de "una infancia feliz que tenían gracias al Mar Menor", agrega.

Entre las medidas que plantea está la de trasladar el agua con los nitratos a otros lugares donde pueda reutilizarse para la agricultura sin afectar al Mar Menor, lo que necesitaría de una inversión bastante grande, reconoce.

La solución, obviamente, consiste en fomentar una agricultura más sostenible y ecológica, aunque según los científicos la contaminación permanecerá por décadas en el suelo y seguirá llegando al Mar Menor, advierte. 

En término de infraestructuras, serían necesarias asimismo más depuradoras, insuficientes ante la urbanización masiva, y embalses en las ramblas para recoger el agua que deja la gota fría para evitar la consecuente bajada de salinidad al llegar al Mar Menor, agrega.

La Huerta, una ficción

También la Huerta es importante en el imaginario murciano, "pero ya es una ficción", porque a pesar de haber personas conscientes de la "muy profunda transformación" que experimenta este paisaje, "no tiene mucho eco en la sociedad" y apenas existen movimientos que salgan en su defensa.

El proceso de urbanización constante y masiva, diversas crisis cítricas, el cambio generacional, han llevado a la desaparición de muchas plantaciones y al abandono de la agricultura, a lo que se suman infraestructuras como la autovía o la alta velocidad.

Todo ello hace que la Huerta de Murcia se haya convertido en "uno de esos paisajes periurbanos, donde la presión de la ciudad es grande".

En opinión de Schriewer, quizás debería declarase bien de interés cultural, al menos a lo que queda de ella, pues ya la expresión "Huerta de Europa", con la que Murcia se identifica, apunta a que "siempre se ha visto como esta tierra que da, y en abundancia".

"En el imaginario es importante", pero la huerta "se ha quedado en una imagen, y la realidad es la contraria", lamenta la presión que sufre como paisaje perturbado. 

Mazarrón, ejemplo de abandono

Por otro lado, el paisaje de las minas de Mazarrón, casi lunar por estéril de tanta contaminación, "espectacular" y "muy extraño" por sus colores, formas y erosiones, es importante en cuanto testimonio de la transformación de la región y de la importancia que tuvo la minería en varios momentos de la historia.

Explotada ya por los romanos al saber de la presencia de plata y plomo en la zona, en la Edad Media Mazarrón fue uno de los principales productores de alumbre y en el siglo XIX atrae a todas las grandes compañías en busca de estos metales cotizados.

Tanto de los romanos, como de la Edad Media y de la explotación minera en el siglo XIX se pueden encontrar ruinas en este paisaje, pero no hay actividad ninguna de conservación, lamenta Schriewer.

Mazarrón "es un paisaje que tiene que ver con la identidad", porque aún hoy queda un reflejo del pueblo de migraciones que fue en el siglo XIX, y el principal problema que enfrenta actualmente es su reconocimiento como patrimonio histórico.

La sospecha, indica, es que en algún momento se quiera volver a la actividad minera con técnicas modernas, lo que quizás podría ser rentable para la región, pero transformaría todo el paisaje.

Schriewer, que lleva veinte años en Murcia, asegura que esta situación le duele mucho por el cariño que le tiene a esta tierra. 

Como extranjero que puede observar desde la distancia, se sorprende por ejemplo ante la contradicción de que cada año se celebre la fiesta del Bando de la Huerta, una exaltación de las tradiciones huertanas convertida en interés turístico, al mismo tiempo que la Huerta desaparece.

"Yo lo que adoro, lo protejo", zanja.

viernes, 8 de octubre de 2021

Así era el rostro de los primeros murcianos


BARCELONA.- Científicos del Grupo de Arqueoecología Social y Mediterránea (ASOME) de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) han conseguido reconstruir los rostros de una cuarentena de habitantes de El Argar, sudeste de la península ibérica, que vivieron hace 4.000 años, en la Edad de Bronce. Los científicos de la UAB han analizado los rasgos faciales de estos individuos a partir del estudio digital y biológico de los cráneos recuperados en los yacimientos murcianos de La Almoloya y La Bastida, en Pliego y Totana, y hasta ahora han obtenido imágenes de 40 de sus habitantes. 

El estudio, el primero que aplica este método sobre un conjunto tan amplio de individuos de un mismo sitio prehistórico, forma parte de un trabajo más ambicioso que lleva a cabo el grupo de investigación ASOME-UAB, que estudia la sociedad argárica, sobre relaciones de parentesco en la prehistoria.  

La profesora del Departamento de Prehistoria de la UAB Cristina Rihuete Herrada ha explicado que los rostros humanos contienen información sobre la historia familiar y forma de vida ya que ciertos rasgos faciales pueden transmitirse de padres a hijos durante generaciones. 

De ahí que los investigadores de ASOME se hayan propuesto hallar pistas sobre los vínculos de consanguinidad entre los habitantes de la sociedad de El Argar, que se extendió por el sureste de la península Ibérica hace 4.000 años y fue una de las primeras sociedades urbanas de Europa Occidental. 

El primer paso ha sido el trabajo de Joana Bruno, investigadora de ASOME-UAB, arqueóloga y máster en ilustración científica, que ha hecho una reconstrucción facial de 40 habitantes de El Argar, seleccionados tras un detallado estudio osteológico de más de 250 esqueletos recuperados en tumbas bien conservadas de La Almoloya y La Bastida. 

«A diferencia de las reconstrucciones faciales de individuos del pasado que suelen basarse en la inspiración artística, el enfoque de Bruno aplica procedimientos científicos comprobables», ha destacado Rihuete.

Bruno digitalizó los cráneos mediante un escaneado láser de alta resolución en 3D y sobre los modelos tridimensionales de los cráneos, añadió capas de músculo y otros tejidos blandos, para establecer el aspecto más probable de las personas a las que pertenecieron los cráneos, en un «ejercicio complejo que usa técnica forenses y datos del perfil biológico de estos individuos», según la arqueóloga. 

«El método parte de características biológicas del individuo, sexo y edad, y de las medidas de cada cráneo. Posteriormente, se aplican ecuaciones de regresión a estos datos para obtener la posición relativa de los rasgos faciales. También se añaden valores medios de espesura de los tejidos faciales en zonas específicas del cráneo, para determinar lo que sería su apariencia más probable», ha detallado.  

Hasta han reproducido los rostros de 22 mujeres, 16 hombres y dos niños argáricos, procedentes en su mayoría de La Almoloya, que ahora, con imágenes médicas y técnicas estadísticas investigará si la forma facial argárica conserva evidencias de parentesco y estilo de vida.

El siguiente paso: «retratos» artísticos de los argáricos

Apoyándose en los conocimientos fenotípicos del análisis preliminar del ADN y en los datos arqueológicos generados por el trabajo de campo de la UAB, la investigadora Joana Bruno también está trabajando en los primeros «retratos» artísticos de los argáricos. 

«Es innegable el poder de las imágenes para la difusión pública del conocimiento arqueológico», señala la investigadora, para quien «la investigación científica y el trabajo artístico no tienen por qué ser ámbitos separados».

miércoles, 5 de junio de 2019

Al-Andalus no dejó rastro en la genética del sur de España


MADRID.- Almerienses, granadinos y malagueños tienen tanto de africanos como los gallegos o castellanos. A pesar de la larga presencia árabe y norteafricana en esta porción de España, un estudio genético muestra ahora que su huella genética en el sur apenas ha pervivido. Ni siquiera hay diferencias genéticas significativas con otros pueblos europeos, recoge hoy El País.

Investigadores de la Universidad de Granada (UGR) han analizado el ADN del cromosoma Y, de transmisión patrilineal y presente solo en los varones, de casi 150 andaluces de las provincias de Almería, Granada y Málaga. Junto a porciones limítrofes, formaron el grueso del reino nazarí de Granada, la última entidad política musulmana española hasta la derrota de Boabdil en 1492. Sería de esperar que allí donde se mantuvo la presencia árabe y norteafricana más tiempo, su huella genética fuera mayor.
"Pero el legado genético norteafricano en esta zona es igual al de otras regiones de España, incluso menor que en algunas, como en partes aisladas de Galicia", explica la investigadora del Laboratorio de Identificación Genética de la UGR y coautora del estudio María Saiz. 
La lógica de la historia induce a pensar que debería de haber un gradiente norte-sur de la huella genética norteafricana en la geografía española que fuera casi en paralelo al avance cristiano. 
Sin embargo, este trabajo muestra lo contrario, con un peso genético africano en el sur que igual o es inferior al observado en el norte en otros estudios.
La investigación, publicada en Scientific Reports, desvela que el haplogrupo (variaciones genéticas que permiten determinar el posible origen geográfico) más común en la muestra también está presente en hasta el 70% de los europeos, en particular en los del sur y el este de Europa. 
De hecho, la distancia genética con italianos, croatas, serbios o griegos es mínima. El segundo haplogrupo más frecuente es el E1b1b1, presente en el 11% de los analizados. Dentro de él, el 4,79% portan un subhaplogrupo (E1b1b1b) que llevan más del 80% de los marroquíes de origen bereber. Pero es un porcentaje que se había encontrado ya en otras poblaciones de España.
"La presencia de haplogrupos típicamente africanos en la población de Granada, Málaga y Almería no es significativa cuando se compara con las frecuencias de estos en poblaciones europeas, tanto mediterráneas como del norte de Europa", explica Saiz.
Los autores de la investigación intentaron relacionar genética con antroponimia. Como el cromosoma Y, en España el apellido también se transmite de padres a hijos. Así que buscaron una conexión entre los 108 apellidos de la muestra (alguno se repetía) y su haplogrupo. La mayoría de ellos eran de origen castellano, pero no encontraron una vinculación clara. 
Por ejemplo, quienes compartían apellido y no tenían relación de parentesco, mostraron una distancia genética similar entre ellos que la que tenían con otros de los estudiados. De los seis apellidos de origen árabe, solo uno identificaba a una persona con ancestros de la península arábiga.
La porción musulmana de lo que sería España aguantó en el sur de la península ibérica al menos 300 años al avance de los reinos cristianos. Pero ese tiempo extra no ha dejado rastro extra. 
Aunque los autores del estudio son genetistas y no historiadores, creen que una posible explicación a estos resultados podría estar en la expulsión de los moriscos.
En el contexto de la intolerancia religiosa de la época, la rebelión de Las Alpujarras (1568-1571), provocó la dispersión de los rebeldes granadinos por el resto de Castilla. Además, preparó el terreno para que Felipe III ordenara la expulsión de todos los moriscos a comienzos del siglo XVII. 
Aunque la mayoría salieron de los reinos de Valencia y de Aragón, aquella dispersión previa y la repoblación con gentes de otras partes del reino, en palabras de Saiz, "borró aún más el legado genético norteafricano en el sur".

jueves, 14 de marzo de 2019

Un estudio de ADN repasa 8.000 años de historia de la Península Ibérica


MADRID.- Alojada entre dos continentes, la Península Ibérica ha sido lugar de paso para un gran número de pueblos que en los últimos 8.000 años han dejado su huella. Ahora, el mayor estudio de ADN hecho hasta la fecha desvela hasta qué punto algunos de estos pueblos consiguieron moldear el genoma ibérico.

La investigación, publicada en Science, ha sido coordinada por David Reich y Carles Lalueza-Fox, genetistas de la Harvard Medical School y del Instituto de Biología Evolutiva (IBE), respectivamente, y realizada por 111 científicos de Estados Unidos y Europa, que han analizado 403 genomas antiguos de la Península Ibérica, lo que supone una de las colecciones de datos más completas de toda Europa.
Además, 271 genomas del estudio no habían sido analizados anteriormente y la mayoría son de los últimos 4.000 años, un periodo poco estudiado hasta ahora con ADN antiguo y que aporta información inédita desde la Edad del Bronce hasta la Edad Media.
El estudio confirma que el genoma de los pobladores de la Península Ibérica es resultado de "una superposición de capas producida a lo largo de miles de años por diferentes migraciones, algunas de ellas relativamente recientes como la de los romanos o los musulmanes", explica Carles Lalueza-Fox.
Una de las conclusiones más sorprendentes e inéditas del estudio se refiere al reemplazo (casi total) de los linajes paternos ibéricos que tuvo lugar entre el 2.500 y el 2.000 a.C.
En ese periodo de transición entre la Edad del Cobre y del Bronce, durante unos 500 años tuvieron lugar unos acontecimientos sociales tumultuosos que "no sabemos cómo ocurrieron pero que claramente reemplazaron a los linajes paternos ibéricos por un linaje paterno de procedencia esteparia, que aún hoy en día sigue siendo el más común en la Península Ibérica", apunta Lalueza-Fox.
Los análisis genéticos revelan que entre el 2.500 y el 2.000 a.C, la población típicamente ibérica del Neolítico coexistió con los descendientes de las poblaciones esteparias que 500 años antes se habían propagado rápidamente por toda Europa desde la estepa rusa.
"Fue una colonización larga, de unos 500 años", que dejó su impronta en la composición genética de la población de la Península Ibérica que, durante la Edad del Bronce, había perdido cerca del 40 % de su ascendencia genética y el 100 % de los linajes ibéricos paternos, que fueron sustituidos por el estepario (que perdura hoy en día).
Dos de los genomas estudiadas en el trabajo ilustran ese momento de la historia.
"Son los restos de una pareja enterrada en Castillejo del Bonete (Ciudad Real). El hombre tiene ancestros muy recientes provenientes de estos nuevos grupos humanos que llegaron a la Península, mientras que la mujer es de ancestralidad ibérica. También sabemos que ella tenía una dieta marítima y que venía de la costa y, pese a estas diferencias, están enterrados juntos. Es un ejemplo muy ilustrativo de coexistencia", destaca Lalueza-Fox.
Y es que uno de los aspectos más interesantes del ADN es que "cuenta qué eventos sucedieron y cuándo pero no cómo. Hay varias hipótesis que pueden explicar lo que sucedido pero hacen falta otras disciplinas como la arqueología o la antropología para entender qué paso", advierte Íñigo Olalde, genetista de Harvard y primer autor del trabajo.
"Los resultados de nuestro estudio podrían ser compatibles con una situación violenta", similar a un genocidio, "pero en el registro arqueológico no hay pruebas de tal violencia".
"Otra posibilidad podría ser que, por una fuerte estratificación social, las mujeres locales prefirieran a los hombres de los clanes foráneos" y que éstos tuvieran "mayor éxito reproductivo que los locales", pero los datos genéticos por sí solos nunca revelarán la historia completa, insiste Olalde.
El estudio revela también que en el Neolítico hubo otro reemplazo genético en la población ibérica desencadenado por la llegada de los agricultores originarios de Anatolia (actual Turquía), que sustituyeron a la cultura de cazadores-recolectores de final del Mesolítico (desde el año 8.000 a. C. hasta el 5.500 a. C.)
Las poblaciones neolíticas se mezclaron con la ibérica, lo que tuvo un impacto demográfico incluso mayor que el tendría lugar unos 3.000 años después, en la Edad del Bronce, pero "aunque sustituyeron el 80 por ciento del genoma ibérico, el impacto no fue tan fuerte en los linajes estrictamente paternos", apunta Olalde.
El estudio también revela casos excepcionales que demuestran que hubo una interacción con el norte de África, como el de un individuo con una ascendencia 100 % norteafricana, que en el 2.300 a.C fue enterrado en el Camino de las Yeseras (Madrid), o el de una mujer, con un 25% de ancestralidad africana, que murió en la zona de Loma del Puerco (Cádiz).
Son casos que no modificaron en absoluto la ancestralidad de la población ibérica pero demuestran que hubo contactos esporádicos y tempranos entre poblaciones y, sobre todo, son "historias individuales increíbles y anónimas de personas que nunca sabremos quiénes eran ni qué hicieron pero que tuvieron una trayectoria vital excepcional para la época", subraya Lalueza-Fox.
Del mismo modo, en un yacimiento visigodo, en Gerona, se encontraron "dos individuos con ancestralidad del este lejano de Europa y con un ADN mitocondrial asiático", y en el de Ampurias otros individuos con ancestralidad griega, todos ellos con una "trayectoria vital increíble", teniendo en cuenta que ellos o sus familiares más cercanos nacieron en los siglos VI y VII en puntos muy alejados de la Península pero acabaron enterrados en ella.
La investigación concluye que la genética de los vascos -un pueblo sobre cuya ancestralidad genética se ha debatido mucho-, no ha variado prácticamente desde la Edad de Hierro.
Los investigadores han determinado que no han recibido tanta influencia genética de los pueblos que han pasado por la Península Ibérica en los últimos 2.500 años, como los púnicos, los romanos, los griegos o los musulmanes, lo que explicaría por qué el Euskera es la única lengua prerromana que perdura en la actualidad.

miércoles, 3 de octubre de 2018

Una invasión borró del mapa a los hombres de la península Ibérica hace 4.500 años, incluida la Región de Murcia


MADRID.- Hace más de 5.000 años, grupos de pastores a lomos de caballos se lanzaron desde las estepas del este de Europa a la conquista del resto del continente. Los jinetes, conocidos hoy como yamnayas, llevaban consigo una innovación tecnológica: carretas con ruedas que facilitaban la rápida ocupación de nuevas tierras. 

Hace 4.500 años los descendientes de estos habitantes de las estepas llegaron a la península Ibérica y borraron del mapa a los varones locales, según una nueva investigación de un equipo internacional de científicos. 

“La colisión de estas dos poblaciones no fue amistosa, sino que los hombres llegados del exterior desplazaron a los hombres locales casi por completo”, según el genetista estadounidense David Reich, que adelantó sus resultados el 22 de septiembre en un evento organizado por la revista New Scientist y recoge El País.

La llegada de los invasores a lo que hoy es España y Portugal tuvo “un rápido y generalizado impacto genético”, según afirmó el genetista español Íñigo Olalde hace dos semanas en un congreso científico en Jena (Alemania). Las posteriores poblaciones de la Edad del Bronce presentaban "un 40% de la información genética y el 100% de sus cromosomas Y procedentes de estos migrantes”, según la charla de Olalde. 

Dado que el cromosoma Y se hereda de los padres, “esto significa que los hombres que llegaron tenían un acceso preferente a las mujeres locales, una y otra vez”, describió Reich en el acto de New Scientist.

El nuevo estudio, que analiza el ADN de los restos de 153 individuos desenterrados en la península Ibérica, está pendiente de publicación en una de las revistas científicas más importantes del mundo. Ni Reich ni Olalde, ambos de la Universidad de Harvard (EE UU), quieren ofrecer más detalles por el momento. En el trabajo también ha participado el genetista Carles Lalueza-Fox, del Instituto de Biología Evolutiva de Barcelona.

Hace tres años, otra investigación del equipo de Reich sugirió que las lenguas indoeuropeas —la familia lingüística a la que pertenece la mayoría de los idiomas de Europa— se propagaron sobre las ruedas de los yamnayas y sus descendientes. 

El prehistoriador Roberto Risch, de la Universidad Autónoma de Barcelona, explicó entonces a este diario que la excavación en el yacimiento murciano de La Bastida sacó a la luz una “inmensa sorpresa”. 

“Nos hemos dado cuenta de que la península Ibérica no solo fue colonizada por la primera migración neolítica de hace 8.000 o 9.000 años, sino también por otra muy posterior, de hace 4.500 años, y portadora de una cultura muy diferente”, apuntó Risch. En las capas de tierra de hace 4.500 años aparecen hachas de guerra y carros de cuatro ruedas. 

“Las tumbas de los hombres acaparan desde entonces casi todo el armamento, los adornos y las muestras de riqueza, y la arqueología revela marcados signos de una sociedad jerárquica que rompió con el antiguo igualitarismo del Neolítico temprano”, describió Risch.

Los nuevos resultados del grupo de David Reich también concuerdan con otro estudio previo. El año pasado, el equipo de los genetistas Dan Bradley, del Trinity College de Dublín, y Rui Martiniano, de la Universidad de Cambridge, anunció “una discontinuidad” del cromosoma Y durante la Edad del Bronce en la península Ibérica, tras analizar el ADN de los restos de 14 personas hallados en yacimientos de Portugal. 

“En cuanto a por qué sucedió este reemplazo del cromosoma Y, se podría especular que estas poblaciones de las estepas tenían una tecnología superior, con mejores armas y también caballos domesticados, lo que pudo haberles aportado alguna ventaja en la guerra”, hipotetiza ahora Martiniano.

sábado, 30 de junio de 2018

Unas 166.000 personas hay inhumadas en el cementerio de Murcia-NPJ, uno de los 34 que existen en el municipio


MURCIA.- La Concejalía de Deportes y Salud del Ayuntamiento de Murcia ha prorrogado el convenio con la Sociedad Murciana de Antropología para la realización de estudios sobre la historia cultural del Cementerio Nuestro Padre Jesús.

Gracias a este acuerdo se ha concedido una subvención de 5.000 euros a esta institución lo que permitirá continuar desarrollando actuaciones que den a conocer los entresijos del principal camposanto murciano.
De esta forma se trabajará en la elaboración de dos nuevas guías, una sobre mujeres en la historia de Murcia y otra sobre protagonistas del progreso, completando así las ya editadas sobre ‘Escritores y artistas', ‘El cementerio como bien cultural' y ‘Élites del siglo XIX'.
Igualmente, y a partir del mes de octubre, las visitas guiadas a estas instalaciones municipales se realizarán todos los domingos, en vez de quincenalmente como se venía haciendo hasta ahora, y serán tematizadas.
Asimismo se desarrollará una página web que mediante código QR vincule las guías con la información multimedia y se organizará una jornada en Murcia, previsto para los días 30 y 31 de octubre, sobre culturas funerarias en Europa, y se continuarán celebrando visitas guiadas.
Con esta iniciativa el Ayuntamiento quiere impulsar el conocimiento sobre el pasado que alberga este cementerio, así como actividades y publicaciones divulgativas que fomenten el análisis de su historia cultural, destacando a personajes ilustres cuyos restos están allí depositados.
En 2015 el Ayuntamiento inició su colaboración con la Sociedad Murciana de Antropología, la Universidad de Murcia y el Centro de Estudios Europeos de la UMU. Este cementerio, que el pasado año cumplió su 130 aniversario de la primera inhumación, es uno de los 34 que existen en el municipio, es el más grande y el único de titularidad municipal. 
Nuestro Padre Jesús, ubicado en la pedanía de El Puntal (aunque conocido popularmente como el ‘Cementerio de Espinardo'), acoge actualmente a 166.000 personas inhumadas.

lunes, 17 de julio de 2017

La Cueva Negra, "yacimiento clave a nivel mundial para el estudio de los primeros homínidos"

CARAVACA DE LA CRUZ.-El yacimiento caravaqueño de la Cueva Negra, situado en el Estrecho de La Encarnación, continúa arrojando importantes datos y hallazgos sobre el comportamiento de los primeros homínidos. 

Así lo ha asegurado este lunes el profesor Michael J. Walker, quien, acompañado por el concejal de Cultura, Óscar Martínez, ha realizado un balance de la XXVIII campaña de excavación, celebrada en el marco de la Escuela de Campo de Prehistoria y Paleontropología del Cuaternario de la Región.
El responsable del área de Cultura en el consistorio caravaqueño ha puesto de relieve "la trascendencia de la Cueva Negra como yacimiento clave para el conocimiento de la evolución humana" y ha elogiado el trabajo que desarrolla la Asociación Murciana para el estudio de la Paleoantropología y el Cuaternario, Mupantquat, que mantiene un convenio de colaboración con el ayuntamiento de Caravaca para su estudio, puesta en valor y difusión científica internacional.
Igualmente ha pedido la colaboración por parte de otras instituciones y administraciones para que este yacimiento, que ha sido visitado por más de medio centenar de personas en su jornada de puertas abiertas, sea cada vez más conocido en el campo de la paleoantropología.
El equipo de la asociación Mupantquat y de la Universidad de Murcia desplazado a la cueva, junto a voluntarios de universidades de Estados Unidos, Australia, Reino Unido y Portugal, ha continuado con la investigación de la evidencia de empleo del fuego por el hombre antiguo, detectada por primera vez en 2011, siendo la más antigua de las encontradas en yacimientos paleolíticos europeos.
En la campaña de 2017 se han hallado importantes restos de fauna y sílex afectados por la combustión, así como numerosos restos de fauna extinta, como un gran fragmento de tróclea humeral de un bisonte y una gran pieza dentaria de un rinoceronte, según informan fuentes municipales.
Entre los restos aparecidos este año, el director de la excavación, Michael J Walker, ha destacado una variada industria lítica, "que muestra un tratamiento y procesado del material muy llamativo y avanzado para la época tan antigua en que fue frecuentado el abrigo". Asimismo, los diferentes tipos de materia prima nos indican un profundo conocimiento del paisaje que rodea la cueva.
En cuanto a los restos de fauna, aparecen numerosos restos de micromamíferos y también restos de grandes mamíferos de los que se pueden extraer conclusiones sobre los modos de vida y subsistencia del ser humano de tan remota época.
En definitiva, tal y como ha resaltado el profesor Walker, la excavación sistemática de la Cueva Negra del Estrecho del Río Quípar "sigue aportando numerosa información sobre el comportamiento de los primeros homínidos".
"Continuamos, con gran ímpetu e ilusión, investigando para comprender y poder responder a las numerosas incógnitas que plantea el origen del ser humano, y para ello nos superamos campaña a campaña, avanzando junto a la metodología arqueológica de investigación del Paleolítico", ha acentuado el profesor.

El yacimiento
La Cueva Negra del Estrecho del Río Quípar tiene entre 900.000 y 800.000 años de antigüedad, que corresponde al final del Pleistoceno Antiguo, o Inferior.
Fue frecuentada por seres humanos que dejaron huellas de su presencia en forma de restos del fuego y un hacha de mano, siendo ambos los más antiguos de Europa, además de otros útiles paleolíticos menores y abundantes restos de fauna.
Los seres humanos antiguos probablemente pertenecieron a la especie extinta del 'Hombre de Heidelburgo' u Homo heidelbergensis, que habitaba Europa hace entre 900.000 y 150.000 años en el Pleistoceno, y fue especie ancestral del 'Hombre de Neandertal' u 'Homo neanderthalensis', que vivió entre 150.000 y 40.000 años en Europa.