MADRID.- El hasta ayer Nuncio en España de la Santa Sede, el portugués Manuel Monteiro de Castro, gran amigo de Murcia y canciller de la UCAM, se despidió anoche oficialmente de España en una recepción a la que fueron invitados representantes políticos, civiles y militares; el cuerpo diplomático y autoridades del mundo eclesial.
Previamente a esta recepción en la sede de la Nunciatura, a la que asistió el presidente de la Conferencia Episcopal, el cardenal Rouco, Monteiro mantuvo un encuentro con los periodistas que cubren la información religiosa, en el que expresó su satisfacción por los nueve años que ha representado la diplomacia vaticana en España, y reconoció que se "había sentido muy a gusto".
Afirmó que su meta ha sido trabajar al servicio de todos, de la Santa Sede, de la Iglesia en España, y de "todos ustede., en todo lo que me ha sido posible".
Monteiro agradeció también su nombramiento por el papa Benedicto XVI como nuevo Secretario de la Congregación para los Obispos en el Vaticano, y explicó que ya había firmado su nombramiento y estaba recibiendo informes de dicha Congregación.
El diplomático reiteró que las relaciones España-Santa Sede "son buenas", independientemente de algunas cuestiones "que todos ustedes saben" (en alusión, sin citarlas, a algunas de las leyes aprobadas a propuesta del Ejecutivo socialista y a la actual reforma del aborto).
En respuesta a una pregunta sobre la opinión de algunos sectores minoritarios católicos que ha dejado muchas vacantes de obispos sin cubrir, Monteiro negó la mayor y recordó que en estos nueve años se han hecho 70 nombramientos de obispos, y otros tres hay pendientes ahora en Roma, como es el caso de Oviedo.
Y tras recalcar que estos nombramientos llevan un procedimiento largo, señaló que en Aragón todos los obispos sin excepción se han renovado en esta etapa, al igual que prácticamente en Andalucía.
Sobre la renovación de las diócesis de Cataluña, Monteiro reconoció que el cardenal Ricard María Carles, emérito de Barcelona, se "había mostrado reacio hasta el último momento a esos cambios, pero hace unos días me llamó para reconocer que la reforma llevada a cabo estaba marchando bien".
Sobre la devolución de los bienes de la Franja a Aragón, aludió al recorrido histórico del conflicto en estos nueve años para que Lleida devolviera a la diócesis de Barbastro-Huesca dicho patrimonio.
Explicó que el problema ya había surgido cuando él accedió al nombramiento, que en un primer momento intentó que fueran los titulares de cada diócesis quienes se pusieran de acuerdo, y que al no conseguirse finalmente por la postura del obispo Ciuraneta hubo que acudir a la Santa Sede.
En este momento, agregó, está en la fase de resolución de algunas cuestiones jurídicas.
Preguntado sobre si le ha gustado que le denominasen "el nuncio pacificador" o "el nuncio del caldito", -por la cena a la que invitó a Zapatero en Nunciatura antes de las elecciones generales, tras la concentración de movimientos católicos en la plaza de Colón-, respondió, riéndose: "pueden denominarme como prefieran".
"Lo único que hoy he hecho es trabajar lo mejor posible por el bien común, para el bien de todos (..) al igual que ahora con la crisis económica, la Iglesia católica está trabajando con todas las instituciones para ayudar a superar esta crisis".
Eludió responder sobre momentos difíciles que hubiera tenido estos nueve años, y afirmó que "nunca me he preocupado mucho por lo que pudiesen decir de mi; he dicho siempre lo que pensaba, con tranquilidad y, ¡a Dios grácias! siempre he podido conciliar el sueño muy bien.
En respuesta a un medio informativo que le pidió un mensaje para España, para el Gobierno y para los periodistas, inistió en que el único mensaje para todos es el de que "lo importante es trabajar, leer y rezar... e intentar trabajar como hermanos".
A la recepción, asistió en representación del Gobierno (Monteiro se ha despedido personalmente de Rodríguez Zapatero y de María Teresa Fernández de la Vega, la semana pasada), el ministro de Justicia Francisco Caamaño.
