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lunes, 19 de febrero de 2024

Juan Carlos Domingo Pinillos: “El volumen anual de lluvia caída en España es suficiente para cubrir las necesidades hídricas del país”


SEGOVIA.- “El volumen anual de lluvia caída en España es suficiente para cubrir las necesidades hídricas del país”, dice en una entrevista en 'El Adelanto' el doctor ingeniero hidráulico y ambiental segoviano Juan Carlos Domingo Pinillos, con experiencia de investigación sobre la problemática en el Campo de Cartagena y su influencia en el Mar Menor.

—Cataluña va a recibir agua de las desalinizadoras de Levante, ¿Cuál es el problema en este país por la gestión del agua? ¿Son las desalinizadoras la mejor opción?

—El cambio climático está produciendo un descenso paulatino y continuado de las precipitaciones anuales en España. Pero por suerte, con la cantidad de agua que precipita actualmente de las nubes, tenemos suficiente agua para las necesidades hídricas del país, pero no somos capaces de gestionar y retener esa agua que acaba en el mar.

España es el segundo país de Europa que más aportaciones de agua recibe al año con una cantidad aproximada de 350.000 hm3, por detrás de Francia con unos 500.000 hm3. Los valores relativos sobre el agua de lluvia recibida por habitante o por hectárea útil para la agricultura, siguen dejando a España en los puestos de cabeza en Europa.

La parte del agua de lluvia anual que recogen los ríos está en torno a los 110.000 hm3 y los consumos anuales son unos 21.500 hm3, por lo tanto, quedarían unos 89.500 hm3 para caudales ecológicos que son unos 41.000 hm3. Por lo tanto, en teoría se vierte al mar unos 48.500 hm3 anuales.

Hagamos una reflexión: Si vertemos al mar además del caudal ecológico 41.000 hm3, otros 48.500 hm3 de posible agua dulce “excedentaria” , y resulta que tenemos que desalar después ese mismo agua vertido al mar y ahora salada, ¿no sería más sencillo retenerla, almacenarla, usarla antes de que se “pierda” en el mar?

El río Ebro vierte al mar un caudal medio anual aproximado de 464 m3/s en su desembocadura. Dejando el 50 % del total vertido al mar para caudal ecológico, llenaríamos el total del embalse del Pontón Alto en 9 horas.

 Ahora hay que llevar agua a Cataluña en barcos desde Valencia y desde otras desaladoras de agua de mar, que es esa misma agua que se ha vertido unos kilómetros más arriba desde el río Ebro al mar.

 Las desaladoras es una opción cuando no tienes recursos hídricos suficientes. Entre sus desventajas están que es un agua que necesita un consumo de energía elevado, lo que encarece el precio del agua potable que se manda al consumidor. 

Además, tiene otro problema añadido de tipo medioambiental, pues la osmosis inversa que se emplea en estos procesos produce salmuera o el rechazo de sales, que generalmente vuelve al mar, lo que a su vez produce un aumento de la salinización de las aguas costeras, lo que hace que gradualmente también cueste más eliminar ese exceso de sales.

 Lo más sencillo y barato a largo plazo, sería intentar retener parte de esa agua dulce de los ríos que termina en el mar. Si lloviera exactamente igual a las necesidades hídricas de cada región en España y durante todo el año, no haría falta embalses ni obras de almacenamiento, pero como eso hoy en día es una utopía, bajo mi punto de vista, no queda más remedio que almacenar esa agua dulce de los ríos que nos hará falta meses más adelante.

—¿Qué políticas son necesarias para una eficiente gestión de los recursos hídricos?

—Lo primero es volver a aclarar que la Ley de Aguas define claramente que el agua en España es un dominio público, o sea, que es de todos los españoles y lo gestiona el Estado español. Porque el hecho de que pase el río por mi pueblo, no quiere decir que esa agua sea ya de propiedad municipal.

 Gestionar un recurso tan vital para la subsistencia de cualquier país, región o provincia siempre es una tarea muy complicada para cualquiera. Pero no queda más remedio que intentar ser lo más eficaz posible, y para ello creo que las conexiones intercuencas son una gran baza a desarrollar a nivel nacional. 

Otros países punteros en hidrología, como puede ser Estados Unidos, llevan muchos años usando las conexiones intercuencas en sus políticas hídricas con buenos resultados. El estado de California es un claro ejemplo de trasvases y conexiones intercuencas, con un éxito más que probado.

 España tiene una diferencia de precipitaciones a nivel comunidad autónoma importante, sobre todo entre el Norte y el Sur. El Sureste español era una región deprimida y muy pobre después de la guerra civil española y durante algunas décadas de la postguerra. La actividad minera de Cartagena y la Unión hizo que fueran proliferando los aprovechamientos de aguas subterráneas, provocando sobreexplotación de acuíferos. 

Pero con la puesta en marcha del trasvase Tajo-Segura en el año 1979, se produjeron dos efectos importantes: el primero es que supuso el impulso definitivo para que unas tierras que eran un erial improductivo pudieran ser terrenos de regadío y generaran prosperidad a toda aquella región. El segundo, es que se pudieron revertir los efectos dañinos que se estaban produciendo a nivel hidrogeológico en las aguas subterráneas de la región.

 Si se pudiera disponer de unos 30.000 hm3 a mayores para la agricultura y otros usos esenciales, se podría acabar con las pugnas entre las comunidades autónomas en España. Se ha publicado recientemente un artículo muy trabajado de Luis del Rivero, que avala todas estas cifras que estoy comentando.

 El Pacto Nacional para el Agua, creo que es una buena iniciativa y fomenta precisamente erradicar esa desigualdad hídrica entre regiones. Recoge propuestas técnicas para hacer un uso más eficaz, solidario e integrado de los recursos existentes.

—¿Por qué se están destruyendo pequeñas presas y embalses en toda la geografía nacional?

—Pues sobre esta cuestión hay un poco de todo. Desde el Estado se está promoviendo la eliminación de todo obstáculo inservible que esté en los cauces de los ríos. Dicho así, estoy totalmente de acuerdo. Pero esta afirmación tiene muchos matices. El primer matiz es qué entendemos por inservible, y aquí ya empieza el lío.

 Es cierto que hoy en día hay muchas obras hidráulicas que están obsoletas y fuera de uso, que están sobrando en los cauces. Pero también es cierto, que algunas de ellas son infraestructuras que siguen dando un servicio a la comunidad, aunque no sea el inicialmente previsto cuando se construyeron. La Ley permite rehabilitar estas infraestructuras y darle otro uso compatible con el cauce. Y aquí está la clave de la cuestión. Si se quiere o puede dar esa posibilidad de reutilización del azud.

 Yo entiendo que cuando se pueda dar un uso compatible como balsas para recarga ante incendios, u otros usos compatibles con el entorno, se debería hacer un esfuerzo por conservarlas. Si además, hay un Ayuntamiento que se hace cargo de la titularidad y mantenimiento del azud, por motivos socio-económicos del municipio y además tiene fundamento, pues que debería darse esa posibilidad.

domingo, 8 de octubre de 2023

Yanis Varoufakis: “El capitalismo está muerto. El nuevo orden es una economía tecno-feudal”

 


ATENAS.- Yanis Varoufakis (Atenas, 1961) enciende el portátil que arranca el Zoom que ilumina la cámara del estudio de su casa de Atenas. Uno de los economistas más conocidos e influyentes del mundo saluda, amable, al otro lado. Por primera vez en muchos años —se lo había prometido a su mujer, Danae— se ha tomado unos días de vacaciones en agosto en el Egeo. Pero un mes después está, puntual, el día acordado. “He vuelto a coger las herramientas”. “Vamos allá”, lanza. Comencemos por la memoria.

Varoufakis estudió en el colegio privado Moraitis, y después cursó dos posgrados en Matemáticas y Economía en las universidades de Essex y Birmingham. Ha enseñado en Australia, Estados Unidos, y desde 2000 imparte clases de Economía en la Universidad de Atenas. Pero su vida, y por qué no, su “mito”, procede de la política.

 Fue ministro de Finanzas griego entre enero y julio de 2015. Días de piedra —su enfrentamiento con Wolfgang Schäuble, exministro de Finanzas de la antigua canciller Angela Merkel, se cuenta ya en los libros de historia económica y se contempla en la película Comportarse como adultos (2019), del director Costa-Gavras—, meses interminables de la crisis soberana griega. 

Cuando la Troika (Banco Central Europeo, BCE, el Fondo Monetario Internacional y la Comisión Europea) exprimió, con sus condiciones para el rescate, hasta el último euro del pueblo griego. Los ciudadanos votaron en contra de un sufrimiento social —denominado austeridad— que duraría años. Varoufakis dimitió a los cinco meses del cargo.

En febrero de 2016 creó Democracy in Europe Movement 2025 (DiEM25) y en marzo de 2018 —como antiguo miembro del partido de izquierdas Syriza— funda MeRA25, la “rama política” del movimiento. Regresa al parlamento heleno. Desde entonces, este “marxista libertario” —así se define, con evidente sentido de la provocación— ha encadenado, también, éxitos en los anaqueles de las librerías.  

Adults in the Room (Comportarse como adultos, editorial Deusto) y And the Weak Suffer What They Must? (¿Y los pobres sufren lo que deben?, Deusto) fueron superventas. Y también ha dado a la imprenta Talking to My Daughter: A Brief History of Capitalism, The Global Minotaur (El minotauro global, editorial Capitan Swing) o Technofeudalism. What Killed Capitalism (acaba de publicarse en inglés por Random House y en España lo publicará Deusto en febrero de 2024 con el título de Tecnofeudalismo. El sigiloso sucesor del capitalismo).

Brillante con los títulos, uno de sus últimos artículos se titula: Dejemos arder los bancos. También ha acuñado términos para una época: “Capitalismo en la nube”, “colonialismo moderno”, “desdolarización”, “austeridad global”, “riesgo moral”, “modificación de la conducta” o “tecnofeudalismo”. 

Pese a que no lo pretenda, se impregna algo, en muchos de sus párrafos, del pesimismo del filósofo Emil Cioran (1911-1955) y su tentación de existir: “Escribir es una cuestión de vida o muerte”.

Sin duda, su último libro también posee el horizonte de cierta tristeza. Nace de una conversación, hace muchos años, en 1993, en la casa de Paleo Faliro, con su padre, comunista, Giorgios. Estaba intentando conectarle a internet. “¿Ahora que las computadoras hablan unas con otras, esta Red hará imposible derrocar al capitalismo?”, “¿o finalmente revelará su talón de Aquiles?”.

Pregunta. ¿O lo ha mostrado ya?

Respuesta. Alexa, de Amazon, por ejemplo, no es nada más que un portal detrás del cual hay un sistema totalitario centralizado creado para satisfacer a su dueño, Jeff Bezos. Hace cuatro cosas al mismo tiempo. Nos entrena para que le dictemos lo que queremos. Nos vende de manera directa lo que sabemos que “queremos”, prescindiendo de cualquier mercado real. Logra que reproduzcamos su capital en la nube (es decir, es una máquina inmensa de modificación del comportamiento), porque con nuestro trabajo, sin remunerar, publica reseñas o valora productos. Y, finalmente, amasa enormes rentas de los capitalistas que están dentro de esta red, generalmente el 40% del precio de venta. Esto no es capitalismo ¡Bienvenidos al tecnofeudalismo!

P. ¿Cuál es su hipótesis?

R. El capitalismo ahora está muerto. Ha sido reemplazado por la economía tecno-feudal y un nuevo orden. En el fondo de mi tesis existe una ironía que puede sonar al principio confusa, pero que queda clara en el libro: lo que está matando al capitalismo… es el propio capitalismo. No el capital que conocíamos desde el amanecer de la era industrial. Sino una nueva forma, una mutación, que ha ido creciendo en las dos últimas décadas. Mucho más poderoso que su predecesor que, como un virus estúpido y demasiado entusiasta, ha matado a su huésped. ¿Por qué se ha producido esto? Debido a dos causas principales: la privatización de internet por Estados Unidos, pero también las grandes tecnológicas chinas. Junto a la manera en la cual los gobiernos occidentales y los bancos centrales respondieron a la gran crisis de 2008.

El capitalismo ha sido reemplazado por la economía tecno-feudal y un nuevo orden

El último libro de Varoufakis advierte de la imposibilidad hoy de la socialdemocracia o de esa falsa promesa que es el mundo cripto. “Detrás de la criptoaristocracia, los únicos verdaderos beneficiarios de estas tecnologías han sido las mismas instituciones que estos criptoevangelistas se suponía querían derrocar: Wall Street y el conglomerado de las grandes tecnológicas.

 Por ejemplo, “JP Morgan y Microsoft recientemente han unido fuerzas para dirigir un “consorcio de cadenas de bloques”, basado en los centros de datos de Microsoft, con el objetivo de aumentar su poder en los servicios financieros”, escribe el exministro en Tecnofeudalismo.

P. Vamos camino de los 600 días desde que empezó la guerra en Ucrania. ¿Qué piensa y qué impacto tiene en la economía?

R. Mis pensamientos son los mismos que el primer día que Putin invadió Ucrania. Es una guerra que acabará rápidamente si hay un acuerdo de paz, de lo contrario puede durar décadas. Si continúa no habrá ganadores, solo perdedores. Cientos de miles de ucranios muertos, cientos de miles de rusos muertos. Empobrecerá a Europa y hará más miserable a África. 

Occidente debe ofrecer al mandatario ruso un acuerdo muy sencillo. Volver a donde estaba antes de febrero de 2022. A cambio, Ucrania nunca será miembro de la OTAN. Es la solución austriaca —forma parte de Europa, tiene Ejército, es una democracia liberal—, pero no de la Organización. Es la única posibilidad que coincide con los intereses ucranios, y evita el sacrificio y el empobrecimiento.

domingo, 9 de julio de 2023

Xosé Manuel Beiras: "Vox emerge porque al gran capital ya no le sirven las reglas del juego"


SANTIAGO DE COMPOSTELA.- Xosé Manuel Beiras (Santiago, 1936) lleva fumando desde que, como le sucede a cualquier fumador, empezó a hacerlo demasiado pronto. Él y sus compañeros de carrera compraban una picadura infame de Tabacalera que suavizaban luego con tabaco habano Partagás, y que alternaban cuando podían con aquellos cigarrillos Ideales que eran como una bomba para los pulmones, sin boquilla, empaquetados en papel y que había que engomar con la lengua antes de prenderlos.

El fundador y exlíder del Bloque Nacionalista Galego (BNG), probablemente la figura política, intelectual y académica más relevante de Galicia desde la muerte de Castelao en 1950, fumó en tiempos algo de rubio americano y mucho negro durante la mili, y se cambió a la pipa cuando llegó a Francia con 21 años para matricularse en Derecho y Económicas en La Sorbona. La pipa le permitía estudiar, leer y trabajar durante horas con mucha más comodidad. Y además el vicio, por entonces mucho más elegante que ahora, le salía mucho más económico.

Hijo de un histórico galleguista que regentaba un modesto establecimiento de paquetería, el dinero no le sobraba, tanto que en París sólo podía permitirse cenar en días alternos para poder ir al cine, al teatro y a conciertos el resto de noches de estómago vacío pero espíritu pleno y alejado de los años de plomo de la España franquista.

Más tarde, en Londres, se acostumbró a los Dunhill británicos que durante los años 80 y 90 acompañaron su imagen pública de nacionalista irreductible, hasta que se prohibió fumar en el Parlamento de Galicia, en la televisión y hasta en los mítines y las reuniones del Consello Nacional del BNG.

Recibe a Público en su casa de Brión, a quince minutos en coche de la capital de Galicia, y durante casi dos horas de entrevista en gallego enciende seis o siete Benson&Hedges. Le acompañan en sus gestos y hasta parecen indignarse y lanzar bocanadas con él cuando advierte de que la izquierda está condenada a repetirse en sus fracasos si se niega a sí misma sus principios más elementales en el combate contra la ultraderecha.

Beiras estructura su discurso en respuestas largas y reflexivas pero suavizadas con una ironía tierna y cercana, con la que va hilando su biografía con la historia, la economía, la filosofía, la geometría, el cine, la literatura y la música, armadas en volutas azules que el viento podría disipar pero que se asientan en un discurso tan inalterable como las hermosas vistas del valle de A Mahía que se divisan desde su huerta. "Sí, tengo 87 años y sigo fumando. Pero tengo los pulmones limpios".

Estamos en plena ola reaccionaria de ascenso de la extrema derecha en Europa, pero en España las izquierdas han estado tirándose los trastos a la cabeza hasta hace cinco minutos. ¿Esto tiene arreglo?

Primero habría que analizar por qué está ocurriendo esa emergencia descarada del fascismo y de los neonazis, la fascistización del PP y la aparición de Vox, que en realidad es un partido neonazi. Yo no les llamo extrema derecha, son nazis. El fenómeno que representan está perfectamente conceptualizado desde los años 20 y 30 del siglo pasado.

¿En qué sentido?

Este año se cumplen 90 años de El resistible ascenso de Arturo Ui  [la obra de Bertold Bretch que narra el acceso al poder de un mafioso de Chicago] y de todo lo que vino después: la quema del Reichstag alemán de la que se culpó al Partido Comunista y la expulsión de sus ochenta y tantos diputados.

Esa expulsión la propusieron los nazis, que fueron quienes habían quemado el Reichstag, y se ejecutó gracias al voto a favor de la SPD [los socialdemócratas]. ¿Por qué emerge Vox como partido con representación parlamentaria? Porque, como entonces, hay un momento en que al gran capital ya no le sirven las reglas del juego.

¿La situación actual en España es entonces asimilable a la del ascenso de los fascismos en los años veinte y treinta del siglo pasado?

El gran capital nunca asumió la democracia porque es incompatible con sus intereses. Hace cien años, lo que estaba en el centro de la estructura económica del sistema mundo era el capital monopolista de Estado. Ahora se ha convertido en capital trasnacionalizado y financializado. De las tres formas del capital -el comercial, el industrial y el bancario o financiero-, el que tiene la hegemonía desde la época de Thatcher y Reagan es el financiero.

En España, tras el susto de las elecciones de 2015, cuando desaparece el bipartidismo y emerge Podemos, el capital bancario responde montando un Podemos de derechas: Ciudadanos. El Banco Sabadell, ¿verdad? 

Luego ocurre la traición de la cúpula felipista del PSOE en otoño de 2016, cuando fuerzan la abstención para que siga gobernando Rajoy, que llevaba desde 2011 encabezando una dictadura de la oligarquía disfrazada de mayoría absoluta, que no respetaba los derechos constitucionales y que los estaba derogando uno a uno, vaciando de contenido los títulos Primero y Octavo de la Constitución. Es ahí cuando descabezan a Pedro Sánchez. Al año siguiente, emerge Vox.

¿Por qué cree que la izquierda erró en su análisis y en su respuesta a esa situación?

La izquierda rupturista estaba formada por aquel Podemos inicial nacido de la rebelión cívica de 2011. Una rebelión que en realidad ya había nacido en Galicia en 2002 con Nunca Máis, que fue su primera expresión rotunda, y luego con la movilización contra la guerra de Irak en 2003. La ciudadanía se sentía huérfana, "no nos representan", decían.

Y no era sólo el proletariado industrial, sino también las clases trabajadoras y la pequeña burguesía, la estructurada en torno a los pequeños empresarios y los autónomos. Esa rebelión cívica era rupturista, quería cambiar el régimen porque advirtió que el régimen no servía para resolver los problemas, sino sólo para ponerle cataplasmas.

Esa rebelión también provocó un cambio en las alianzas políticas tradicionales de los nacionalismos y la izquierda.

Los pioneros fuimos ese segmento del BNG que decidimos apostar por una alianza con la izquierda estatal que el Bloque rechazó. Si hubiera llegado a aceptarla, Feijóo habría perdido las elecciones y el nacionalismo en Galicia habría sido hegemónico.

Después llegaron las alianzas con las mareas municipales, no sólo aquí: Barcelona, València, Madrid, Andalucía... Y Podemos decide que hay que catapultar esa energía para cambiar la correlación de fuerzas en las Cortes. En un principio lo consiguen, y de las elecciones de diciembre de 2015 salen unas Cortes en las que, sobre todo en el Congreso, desaparece el bipartidismo e irrumpen las fuerzas nacionalistas progresistas: En Marea, Bildu, ERC... Y después aparece Vox.

Esa irrupción no se traduce en un Gobierno de izquierdas. El PP había ganado las elecciones con 123 escaños y Vox no tenía representación, y aunque Ciudadanos tenía 40 diputados, entre el PSOE, Podemos y sus aliados -ERC y EH Bildu- sumaban 172.

Es que no se permite que haya un Gobierno de coalición de la izquierda. Cuando en enero acordamos hacerle una propuesta a Pedro Sánchez, el mensaje que se lanzó fue que Pablo Iglesias había empezado a reclamar carteras determinadas.

Hizo mal en eso, pero ese día por la mañana se acordó una comisión de trabajo para estudiar la forma de ese Gobierno de coalición. ¿Y qué sucede? Que por la tarde Pedro Sánchez se reúne con ese catalán de Ciudadanos, este... ¿Cómo se llama?

¿Se refiere a Rivera?

Sí, a ese... Miguel Primo de Rivera [risas].

Quiere decir Albert Rivera.

Albert Primo de Rivera, claro [risas]... ¿Y qué sucede entonces?, decía. Que para poner a Patxi López de presidente de la Mesa del Parlamento el PSOE accede a que la derecha tenga mayoría en ella. Una Cámara con abrumadora mayoría de izquierdas y nacionalismos emancipadores, y en la Mesa la que tiene mayoría es la derecha.

Fue esa misma Mesa la que retorció el reglamento para evitar que En Marea, que tenía seis diputados, dos senadores y más del 15% de los votos en todas las circunscripciones gallegas, tuviera grupo parlamentario propio. A Compromís le sucedió lo mismo y se fue al grupo mixto, pero nosotros, por lealtad, nos quedamos y acordamos que En Marea funcionaría dentro del grupo de Unidas Podemos como subgrupo con libertad de voto.

¿Cómo fueron aquellas conversaciones?

Lo más increíble es que Felipe VII —yo le llamo así porque Felipe VI fue en realidad Felipe González— recibe a Pablo Iglesias, que le dice que apoya a Pedro Sánchez y que está dispuesto a ir a un Gobierno de coalición con el apoyo de los nacionalistas vascos y catalanes. Después de comer, el monarca recibe a Sánchez y éste le dice que está dispuesto a aceptar, pero que primero hay que consultar al PP porque tenía más votos.

Felipe VII recibe a Mariano Rajoy, que le dice que no. Pero el monarca propone a las Cortes a Rajoy para montar aquella situación de impasse. Cuando la Constitución española no le atribuye la proposición a las Cortes de un candidato, sino informar de las conversaciones a su presidente, que es quien propone.

Y de ahí a las segundas elecciones.

Sí, empieza el follón. A Sánchez le dicen en septiembre que tiene que abstenerse y él se niega. Tuvo agallas. Y empieza a articularse la estrategia que acabaría tras la moción de censura de 2018 en un Gobierno de coalición, que empieza a desmovilizar aquella rebelión cívica.

No se puede estar a la vez en el Gobierno y en la calle a no ser que tengas una red como, por ejemplo, la que tenía la SPD a finales del siglo XIX y principios del XX en Alemania en torno a su espacio político: los sindicatos, las casas del pueblo, las organizaciones juveniles, culturales... Podemos no la tenía, no se instaló en la sociedad. Tampoco En Marea.

Parece que la izquierda es más débil ahora que hace un siglo frente al ascenso de los fascismos.

Ahora es mucho más peligroso. Yo lo explico como una metáfora de geometría. Hay una máxima que dice que la historia siempre se repite, que caló en la izquierda por una interpretación equivocada de El 18 de brumario de Luis Bonaparte, de Carlos Marx. Cuando habla de la revolución de 1848, explica que la historia se repite primero como tragedia y luego como farsa. Pero no se refiere a la propia historia, sino a sus personajes.

Quiero decir que la historia avanza en espiral, en tres dimensiones. Si la proyectas sobre un plano verás un círculo que parece que se repite, pero no, en realidad está en tres dimensiones y es una espiral. Ahora estamos en la vertical de la Europa occidental de los años veinte y sobre todo de los años treinta del siglo XX.

Con situaciones análogas en el contexto socioeconómico, cultural, etcétera. Pero con la diferencia de que la potencia del gran capital se ha multiplicado por varios millones. Hace un siglo no había ninguna compañía trasnacional que tuviera más poder que un Estado. Hoy sí. Incluso con más poder que los Estados Unidos, como vimos en la crisis de 2008.

¿Cómo se traslada esa reflexión a España?

Cuando en España llega un Gobierno progresista, tiene el Gobierno, pero no tiene el poder. Yo le reconozco a Pedro Sánchez que ha sido muy inteligente, porque que en esas circunstancias no puedes tomar medidas rotundas que satisfagan a toda la ciudadanía que había participado en aquel horizonte de combate rupturista.

Una ciudadanía que empieza a sentirse huérfana de nuevo, pero que ya no está en aquella rebelión cívica. La dinámica sociopolítica pasa de estar en la sociedad a estar en las instituciones. Es análogo a lo que sucedió con el proceso de independentismo catalán.

¿Por qué?

Yo viví ese proceso y participé como observador en todas las convocatorias de consultas municipales que se organizaron a partir de 2011 y 2012 en Catalunya. Era impresionante. El referéndum lo estaban impulsando los ciudadanos, no los partidos. El único partido que estaba ahí metido eran las CUP, pero sólo como elemento logístico porque tenían una organización local muy extensa.

Cuando los independentistas ganan las elecciones de 2017 y convocan el referéndum, la dinámica política pasa de la sociedad civil a las instituciones, a la Generalitat, que está dentro del marco del Estatut de Autonomía de Catalunya y de la Constitución española que precisamente el independentismo quiere trascender. Pretendieron la independencia rompiendo las mismas instituciones que ellos dirigían.

Así les cayó la que les cayó, y por eso la sociedad civil empezó a desorganizarse y a desmovilizarse. Hay que tener en cuenta todo eso para entender lo que pasa después de 2018 en el conjunto del Estado, la hostilidad brutal y el acoso sistemático que puso en estado de sitio no sólo al Gobierno de coalición, sino a la mayoría progresista de la Cámara de Diputados.

Sumar ha anunciado que lleva en su programa una consulta popular sobre lo que se decida en la mesa de diálogo con Catalunya. Después de ese proceso del que usted ha hablado, da la impresión de que Sumar nace con miedo. No hace ni una sola mención al referéndum.

Es que Sumar ya había desertado cuando era Unidas Podemos. Yo no hablo mal de Yolanda Díaz, pero es que la historia es la que es. Ella estuvo en Alternativa Galega de Esquerdas (AGE) y luego en En Marea, que tenía cinco diputados en el Congreso y cuyos estatutos decían que las decisiones políticas que tenían que seguir los representante en las Cortes las tomaba el órgano colegiado de En Marea en Galicia.

De esos cinco diputados, dos provenían del espacio nacionalista, pero no del espacio dogmático, sino del abierto a alianzas. Estaban en minoría. Los otros tres, entre ellos Yolanda Díaz, se pasaron los estatutos de En Marea por el arco de triunfo. Funcionaron en clave de Pablo Iglesias, no en clave de En Marea. Y con el referéndum de Catalunya, se bajaron los pantalones. Ese otoño yo tuve un cristo gordo con Pablo Iglesias por ese asunto.

¿Pesaron también las cuestiones personales?

No lo lean así, pero ellos acababan de empezar en verano un proyecto para sacar un libro colectivo [Repensar la España plurinacional, con participación de Xavier Doménech, Dominique Saillard, Enric Juliana, Irantzu Mendia y los propios Beiras e Iglesias, entre otros] para el que me pidieron un ensayo.

El libro salió en septiembre y no me invitaron a la presentación en Madrid. Y en el periodo entre las elecciones de 2017 en Catalunya y el referéndum adoptaron una postura neutral, cuando en esa situación ser neutral era estar a favor de quienes se querían cargar el proceso.

Un día llamé a Pablo y le dije: "Oye, ¿pero tú has leído mi artículo?". Me dijo que sí, y hasta me mandó fotos del libro abierto en esas páginas. "Pues estáis haciendo todo lo contrario", le respondí. No tuvieron narices para apoyar el proceso independentista de Catalunya, no entendieron algo crucial por lo que nosotros ya nos habíamos jugado el tipo en el Bloque y que derivó en lo que fue primero AGE y luego En Marea.

¿Cómo relaciona usted ese proceso de AGE y En Marea con lo que en su opinión no entendieron Pablo Iglesias y Yolanda Díaz?

Vamos a ver. Hay que hacer política analizando dos sistemas de ejes de abscisas y coordenadas. Uno, la estructura de clases, es decir izquierda y derecha. El segundo: cuando se trata de una nación sin Estado, los ejes son la nación sometida y el Estado que somete. Hay que situar la expresión de las posiciones políticas en esos dos sistemas de coordenadas y luego superponerlos. Porque puedes llevarte sorpresas.

El nacionalismo gallego siempre tuvo muy claro que para ganar esa guerra había que dar la batalla decisiva en las instituciones centrales del Estado. Nosotros teníamos muy claro por qué habíamos hecho esa alianza. Si los vascos, que habían optado por la lucha armada, habían sido derrotados; si los catalanes, tras un proceso cívico absolutamente ejemplar, no sólo no lo consiguieron sino que sus líderes acabaron en la cárcel... O tienes alianzas con la izquierda estatal, sobre todo si es una izquierda rupturista, o no puedes dar esa batalla. Eso fue lo que nosotros sí entendimos.


¿Se trató entonces de una reflexión científica, digamos, basada en el análisis histórico de lo que había sido el nacionalismo gallego?

El nacionalismo gallego quizá lo entendió mejor que el resto porque siempre fue menos fuerte y porque nunca fue un nacionalismo burgués. Siempre fue un nacionalismo democrático, republicano y popular, que nació con la revolución gallega de 1846.

En La era de la revolución, donde Eric Hobsbawn analiza la historia política de Europa desde la Revolución Francesa de 1789 hasta la de 1848, en el último capítulo explica que esta última no fue una erupción volcánica imprevista, sino que hubo un proceso de erupciones que arrancan de la de 1830 y que una de ellas, que menciona como precedente, es la rebelión popular gallega de 1846.

Era un nacionalismo republicano, conectado con la lucha de los agraristas, de los siervos contra los señores, de los foreros contra los foristas. Un tipo como Alfredo Brañas, que era nacionalista conservador, que era regionalista, de derechas, católico, defendía a los siervos frente a los señores, e invocaba el ejemplo de Irlanda.

¿Esas claves históricas se pueden seguir aplicando hoy ? ¿Las tuvieron ustedes en cuenta a la hora de tejer alianzas en AGE y luego entre Anova y Podemos?

Los nacionalismos emancipadores son fundamentalmente de izquierdas. Un proceso de emancipación nacional en el fondo siempre es un proceso libertario. Marx y Lenin lo tenían muy claro. Yo nunca hablé de nacionalismo español. Eso es chauvinismo. El nacionalismo de un país que tiene un Estado propio y soberano es chauvinismo. Si sólo es nacionalista para oprimir a otros, es nacionalismo imperialista.

¿Qué nos enseñaba a nosotros la historia reciente del Estado español sobre las cuestiones nacionales? Para el Estado español los vascos eran terroristas; los catalanes, fenicios con los que se podía resolver todo con dinero, y Galicia, una colonia a la que podían mandar a un virrey como Fraga, como hizo Felipe González trucando las elecciones autonómicas de 1989.

En el caso catalán, los catalanes hicieron un Estatut muy consensuado, con un referéndum en el que, por cierto, yo hice campaña por el "no" con Carod Rovira... Un Estatut que luego se cargó el Tribunal Constitucional. Pero oiga, ¿quién se cree usted para cargarse un texto aprobado primero por el Parlament de Catalunya, luego por las Cortes Generales y luego por la ciudadanía en referéndum? Los miembros del Tribunal Constitucional tenían que estar en el trullo, procesados e inhabilitados de por vida. Un Estado que hace eso no es un Estado democrático. Eso es lo que la izquierda no se atreve a decir públicamente.

Uno de los puntos del acuerdo exprés que PP y Vox han alcanzado en el País Valencià hace una referencia explícita a la retirada de subvenciones a cualquier tipo de organizaciones que promuevan los Països Cataláns. ¿Cómo pueden los nacionalismos de izquierda en esos territorios plantar cara a eso que usted llama el chauvinismo españolista?

Quien debía plantarle cara es el poder judicial, si fuera constitucionalista. Porque va contra la Constitución. Como cuando en Aragón dicen que se van a cargar la enseñanza del aragonés. El artículo 3 de la Constitución establece que el español es la lengua oficial del Estado, pero también que los otros idiomas tendrán que ser promovidos, apoyados y amparados por el Estado.

Están yendo contra la Constitución. El Tribunal Constitucional debería entrar ahí por iniciativa propia. No hay que encargarle ese trabajo a los nacionalistas, que bastante tienen. Lo que no funciona es la Constitución.

¿No funciona la Constitución o no funciona la manera de aplicarla?

La Constitución funciona cuando se la aplica. Si no, es papel mojado. ¿En que año asesinó ETA a Ernest Lluch? Sobre el 2000, ¿no? Dos días antes yo estaba dando una conferencia en la Universidad Autónoma de Madrid y llevaba un librito editado por el Parlamento de Galicia con el Estatuto de Galicia y con la Constitución. Durante el coloquio, leí algunos de los artículos del Título Primero: la justicia, el sistema tributario, etcétera. "¿Este está vigente?", preguntaba. "No", me respondían. "¿Y éste". "Tampoco". "¿Y este otro?". "Tampoco".

Los alumnos sabían que en pleno año 2000 muchos preceptos de la Constitución no estaban vigentes. Al día siguiente me dieron la noticia del asesinato de Lluch, éramos muy amigos desde los años sesenta y me fui a Barcelona para asistir a la manifestación. Por eso lo recuerdo tan bien. Si la Constitución ya no estaba vigente entonces, imagínense ahora. Los primeros que se la pasan por el forro son los miembros del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial. Tenían que estar todos en la cárcel.

¿Cómo deberían responder a eso la izquierda y los nacionalismos?

En la izquierda caemos en la trampa que nos impone esa dialéctica de los fascistas apoyada por las brunetes mediáticas, por la cúpula del poder judicial y por buena parte de la magistratura. Mucha de la cual, por cierto, es más fascista que el propio Fríjol [en gallego, feixó significa fríjol, judía]. Y la izquierda sale a dar explicaciones. No hay que darles explicaciones. No se puede razonar con una piedra, con un canto rodado, con una planta. Es inútil.

Es entrar en su juego para acabar hablando de lo que ellos quieren, cuando lo que habría que hacer es cortarles el discurso. No es cuestión de derechas o izquierdas, sino de demócratas o antidemócratas. Lo que está sobre la mesa es si sobrevive por lo menos una interpretación democrática de la actual Constitución, y por lo tanto lealtad y fidelidad a la letra de la Constitución, o si nos arrasan los que van a coger todo eso y van a convertirlo en algo inexistente.

O sea, si vamos a tener un franquismo sin Franco, pero peor que el de los años setenta. Porque en el franquismo de los años setenta la gente tenía el horizonte de que aquello no podía durar, se estaba descomponiendo. Y ahora no, ahora está empezando.

¿También en Europa y el resto del mundo? Orbán, Meloni, Bolsonaro, Trump...

También. Y quien tiene la responsabilidad de lo que está ocurriendo en Europa es la UE. ¿Cómo puede Borrell decir las barbaridades belicistas que está diciendo? ¡Un socialdemócrata! Acabo de leer un artículo sobre lo que pasó con Jürgen Habermas [el filósofo alemán que ha abogado por las conversaciones de paz con Rusia para acabar con la guerra de Ucrania y que ha sido duramente criticado]. Yo no estoy de acuerdo con la invasión de Ucrania, pero es que ni la ONU ni la Unión Europea han puesto coto al proceso que ha ido cercando a Rusia.

Ojo, no cercando a Putin, sino a Rusia. Porque todo lo que se le achaca a Putin viene de los años noventa, de Yeltsin. ¿Quién desmanteló el entramado estatal de la economía rusa? ¿Quién impulsó a los nuevos oligarcas? ¿Putin? No, esa es la herencia de Yeltsin.

Toda esa literatura y esa narrativa cinematográfica sobre el caos nuclear en Rusia, con misiles y bombas nucleares circulando por el mercado negro de armamento de medio mundo, ¿de dónde viene? De la época de Yeltsin, que montó la contrarrevolución de lo que se llamaba el Partido Yanqui en Moscú. La historia es la que es, pero eso no se ve reflejado en los medios ni se debate en las organizaciones políticas de izquierda.

Hablaba de Habermas. ¿Cree que en Europa hay una suerte de persecución contra la intelectualidad que no suscribe el relato oficial sobre la guerra de Ucrania, y que la izquierda la ampara?

Voy a ponerles un ejemplo. Mi pareja y yo somos melómanos a tope, estamos suscritos a canales de música clásica y somos muy admiradores de un director ruso extraordinario, Valeri Guérguiyev. Fue quien mantuvo viva la orquesta del Teatro Mariinski de Leningrado —o de San Petersburgo— durante los años 90, y  en los años 2000 dirigió en la sala Pleyel de París la integral de sinfonías y conciertos para piano y para violín de Prokófiev y la integral de Shostakóvich, sinfonías y conciertos para violín, para piano, para violonchelo...

Pues bien, le invitaron a dirigir la London Simphony, una de las mejores orquestas del mundo, y dirigía también una de las dos grandes orquestas de Baviera. Cuando estalló la guerra de Ucrania, la dirección administrativa de la orquesta le exigió que firmara un documento contra Rusia y contra la guerra. Se negó, lo cesaron y desde entonces está desaparecido del mapa. Ya no dirige, y en las televisiones europeas ni siquiera emiten conciertos suyos anteriores a la guerra.

Díganme, cuando fue la invasión de Irak, ¿hubo algún caso en el que se exigiera a algún director occidental que denunciase a la OTAN bajo amenaza de quedarse sin trabajo? No, ¿verdad? Hay una inquisición que pesa también sobre la izquierda. Es un peso tan brutal que, por ejemplo, obliga a Pedro Sánchez a hacer lo que hizo con respecto a los saharauis, que es absolutamente impresentable. ¿O es que el monarca marroquí es un demócrata consumado? ¿Quién es más tiránico: ese monarca o Putin?

La izquierda política no se está dando cuenta de que está equivocada. Porque lo más importante que está ocurriendo en el sistema mundo no está ocurriendo en la guerra de Ucrania. Allí está ocurriendo lo más grave y lo más peligroso, pero no lo más importante.

¿Y qué es lo más importante que está ocurriendo?

El fin de la hegemonía del dinosaurio norteamericano, que ya está herido de muerte y que enfrenta el peligro de la  desdolarización de la economía mundial con el Nuevo Banco del Desarrollo del BRICS, en el que participan potencias demográficas y económicas como Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, que preside Dilma Rousseff, y al que otros países como Argentina, la Colombia de Petro y Venezuela ya han dicho que están interesados en entrar.

Si potencias de esas dimensiones económicas y demográficas deciden dejar de funcionar en dólares en sus transacciones comerciales, financieras y monetarias, la hegemonía de Estados Unidos habrá terminado. Ese es el factor que está provocando el nerviosismo de Estados Unidos con China, no Taiwán. Pero la izquierda europea no se está enterando. Es elemental, pero yo no veo que haya ningún debate sobre eso, no lo mencionan ni siquiera en charlas informales. Sólo Ucrania, Ucrania, Ucrania...

Al margen de ese nuevo orden económico mundial al que parece que avanzamos, ¿cree que la izquierda española está contribuyendo por acción u omisión a la distorsión del relato sobre Rusia y Ucrania?

Es que parece como si Rusia no fuera parte de Europa, o como si Crimea no fuera parte de Rusia. Vamos a ver, ¿quién era Catalina la Grande? Siglo XVIII, ¿quién era su ministro más eficaz, y que además fue su amante? Grigori Potemkin. ¿Qué sucedía en Crimea en el siglo XVIII? Que era la puerta de entrada a Europa de turcos y otomanos. La zarina, con Potemkin, elabora un plan para repoblar y ordenar Crimea y taponar la entrada de los turcos.

¿Y qué tiene que ver eso con la Ucrania actual? Me explico: en El acorazado Potemkin, la película de Serguéi Eisenstein de 1925, los acontecimientos tienen lugar en Odesa, la tercera ciudad de Ucrania. ¿Acaso estaba Eisenstein rodando en el extranjero una de las películas básicas sobre la revolución soviética? 

Más aún, la Cantata Alexander Nevsky, de Prokófiev, ¿para qué fue compuesta? Para la película de Eisenstein de 1938 sobre Alexander Nevsky, que en el siglo XIII organizó un ejército popular contra los caballeros teutones, contra los cruzados. La batalla decisiva es la batalla del Lago Peipus, por cierto muy parecida a la batalla de Azincourt que narra Shakespeare en Enrique V.

Pero sigo: ¿Dónde sucede la apoteosis de la película? ¡La entrada en Kiev! [Risas] ¡Hasta podría ponerme en plan cabrón y decir que Putin está haciendo lo que hizo Alexander Nevsky hace no sé cuántos siglos! Hay un analfabetismo tan brutal, una falta de conocimiento y de memoria histórica en los grupos dirigentes de la izquierda que a mí me entra pánico.

¿Eso se traslada a las referencias ideológicas? ¿Hay un déficit ideológico y de solidez en la construcción intelectual del discurso de la izquierda?

Sí. Desde el momento en el que el PC renunció a la lucha de clases. Es como si un científico renunciase a la teoría de la atracción de los cuerpos celestes de Newton, como si dijera que las teorías de Einstein son una carallada o si le diera miedo citar lo que explicó Max Planck sobre las funciones discontinuas, los cuantos, las leyes deterministas en la ciencia y en la física...

¿Se imaginan a un físico diciendo una barbaridad así? Pues hay dirigentes políticos que dicen barbaridades equivalentes, ya no sólo del PP, sino de la izquierda. Y no pasa nada. Sí, hay una cobardía intelectual pasmosa que me cabrea muchísimo y me pone los pelos de punta. ¿Dónde está la fuerza alternativa a la barbaridad que se nos viene encima? Hay miedo a decir que eres socialista, marxista, anticapitalista...

¿Pero la ciudadanía está preparada para recibir ese tipo de mensajes? Si vemos la campaña del PP en las municipales, con el 'Que te vote Txapote' , agarrándose a los apoyos de Bildu al Gobierno en el Congreso para intentar romper la campaña... Eso cala en el electorado socialista.

Porque quien debería rebatirlo no tiene credibilidad. El BNG empezó en el Parlamento de Galicia en 1985 con un diputado, que era yo. En 1989, cuando mandaron a Fraga aquí, fueron seis menos uno, el que nos robaron. En 1993 pasamos a trece, que no fueron quince por muy poco. Y en 1997 dimos el sorpasso al PSOE. ¿Cuál fue mi contribución en todo eso? Decir las cosas como ustedes dicen que la ciudadanía no está preparada para entenderlas.

Eso de que el pueblo es ignorante es falso, es un montaje de la derecha. Es cierto que ha habido un proceso de analfabetización ideológica y política de las sucesivas promociones y generaciones de quienes no vivieron el franquismo, y que no tienen antídotos contra lo que está pasando, porque nadie se lo ha explicado. Hubo una amnistía que amnistió a los asesinos, se hizo borrón y cuenta nueva con la historia, que acaba en la Guerra de Independencia.

Nada de la República ni de la historia del franquismo en la enseñanza, como si la democracia la hubieran traído Juan Carlos y Felipe González y las libertades ya estuvieran ahí. No, es al contrario. Los derechos y las libertades se conquistan, pero o se ejercen sistemáticamente o se pierden, que es lo que está pasando ahora.

Ha dicho que la democracia está en cuestión, ¿pero lo que tenemos es de verdad una democracia plena?

El pacto de la reforma política, además de una aberración, es una traición. Fue un pacto con el franquismo. Y no es exclusivo de España, ha ido sucediendo en Occidente desde el final de la Segunda Guerra Mundial. A medida que se extendía, el modelo de democracia occidental se vaciaba de contenido. Cada vez más Estados democráticos y cada vez menos democracia en el sentido filosófico de la Grecia clásica.

El mismo Aristóteles, que no era de izquierdas sino de derechas, cuando definía democracia decía que no tenía que ver con la aritmética electoral, sino con el poder del demos, en el sentido de la Atenas de Pericles. Por cierto, ¿saben quién fundó y lideró en Atenas el Partido de los Pobres, el primer partido de base equivalente a los Sans-culottes de la Francia revolucionaria? Fue Aspasia, la amante de Pericles. No entiendo por qué el feminismo no utiliza ese referente.

Pero quiero decir que la democracia consiste en eso. Lo otro es un régimen de partidos y de elecciones libres, entre comillas. En el Estado español no tenemos una democracia. No es un régimen democrático. La Constitución es un diseño con normas democráticas, sobre todo en el Título Preliminar y en el Título Primero, que cada vez se aplican menos. Pero no es una democracia, ni siquiera una monarquía parlamentaria. Es una monarquía constitucional.

Con la Constitución como una 'carta otorgada'.

Más bien diría que la carta otorgada son los estatutos de autonomía. Por eso en Galicia no podíamos aceptarla, porque reivindicamos el ejercicio de la soberanía popular, que somos un pueblo con identidad propia, una nación con casi doscientos años de lucha cívica. Y eso que el nacionalismo gallego nunca fue independentista, pese a que tuvo segmentos independentistas.

Yo me pasé decenios siendo respetuoso con el régimen de la Constitución y del Estatuto, pero mi discurso siempre estuvo dirigido a trascenderlo. Tú puedes optar en las Cortes españolas, y me refiero a Podemos en 2015, 2016 y 2018, a entrar en un Gobierno. Y es cierto que se han hecho muchas cosas positivas que no se hubieran hecho si no hubiera estado Podemos. Las medidas más progresistas en defensa de la ciudadanía que hizo el Gobierno de Sánchez fueron iniciativa de Unidas Podemos con el apoyo de ERC y Bildu.

Pero una cosa es eso y otra que renuncies a un discurso que ponga el norte a medio plazo a trascender el actual régimen político. Porque si no, la gente no sabe hacia dónde vas. Hay que hacer pedagogía, la izquierda tiene que hacer pedagogía. Siempre.

¿Cómo se defiende mejor eso: votando a la izquierda estatal o a los nacionalismos?

En las elecciones del 28M, ¿quién ha resistido mejor a la avalancha de la ultraderecha?

Galicia, Euskadi y Catalunya, ¿no?

No, ¿quién resistió mejor en la izquierda a la izquierda del PSOE? En el eje de la contradicción de clase, Unidas Podemos, lo que hoy ya es Sumar, no resistió a esa ofensiva. ¿Y quién no sólo resistió, sino que incluso avanzó? EH Bildu y el BNG, en el eje nación sometida frente a Estado que somete. No hablo de Catalunya, porque es mucho más complejo después de que el Estado español desarbolara todo el independentismo, el independentismo burgués de Junts y el progre de ERC, que no es propiamente obrero ni socialista.

Quiero decir que las posiciones más rotundamente opuestas en su práctica interna, en su discurso frente al nazifascismo que viene, fueron EH Bildu y el BNG. Porque son organizaciones de izquierda, tan de izquierda como Sumar en su discurso, pero porque además defienden a pueblos que llevan siglos de lucha y que tienen memoria del franquismo. 

Y en el caso de Galicia, del fraguismo. El apoyo sociológico que tiene hoy el BNG es el apoyo del BNG más el apoyo del nacionalismo que no estaba en el BNG y que se pasó a él cuando Unidas Podemos reventó aquí por la traición de sus dirigentes, con el incumplimiento de los acuerdos de los que he hablado antes.

Y en Euskadi, el PNV se ha puesto de acuerdo con el PSOE y hasta con el PP para ponerle un dique de contención a EH Bildu. Significativo, ¿no? Claro que este PNV no es el de Arzalluz, Gorka Aguirre, Joseba Egibar, Markel Olano... Ese PNV era otra cosa, un partido socialcristiano. ¿Les cuento una anécdota?

Por favor.

Cuando tras las elecciones autonómicas de 1997 el nacionalismo gallego empezó a cotizarse fuera, empezó nuestra relación con el PNV. La primera vez que nos reunimos fue en Bilbo, en Sabinetxea, la sede del PNV. Acudimos una delegación del BNG en la que había representantes de la UPG, Pilar García Negro y Francisco García. Nos fuimos a comer y al volver, Arzalluz, que no había estado por la mañana, estaba en la sala.

Su recibimiento fue más o menos así: "¿Qué, qué tal os han dado de comer estos chicos? Porque si volvéis a Galicia diciendo que somos unos meapilas, no pasa nada. Pero si volvéis diciendo que no os dimos bien de comer, es una ofensa nacional" [risas]. Arzalluz era otra cosa. 

En el año 98, en el tiempo de Galeuscat [Galeuscat-Pueblos de Europa], nos hicimos muy amigos, de mucha confianza. Mi pareja, Aurichu [la pintora Aurora Pereira] y yo, incluso estuvimos en reuniones del Euskadi Buru Batzar [Comisión Central de Euskadi, el órgano ejecutivo nacional del PNV].

Arzalluz llegó a decirme que el pacto con Aznar en 1996 había sido un error histórico. Y también que fue Pujol quien les arrastró a ese pacto. Luego Pujol me dijo en una ocasión que tras las elecciones de ese año [en las que el PP ganó sin mayoría absoluta con 156 escaños frente a los 141 del PSOE] había llamado inmediatamente a Felipe González para decirle que CiU estaba dispuesta a renovar de inmediato el pacto de Gobierno del 93, y que sólo haría falta que negociasen también con Izquierda Unida para tener mayoría frente al PP de Aznar. 

La respuesta de González fue que no, que tenían que pactar con Aznar. Y Pujol arrastró al PNV.

¿Fue porque González no quería gobernar sin ser la lista más votada?

No, fue porque Felipe González era un sectario anticomunista. Yo le conocí muy bien entre 1974 y 1976, lo que duró la Conferencia Socialista Ibérica. Después creamos la Federación de Partidos Socialistas del Estado español, pero empezaron a sobornarlos uno a uno. Los únicos que no nos dejamos sobornar fuimos el Partido Socialista Galego (PSG), los únicos que no pactamos con el PSOE.

¿Sería factible repetir algo similar a Galeuscat, aquella alianza entre el PNV, CiU y BNG que lideraban Arzalluz, Pujol y usted, cuando las tres eran hegemónicas en los movimientos nacionalistas de Euskadi, Catalunya y Galicia? ¿Serviría para combatir esa oleada ultraderechista de la que habla?

Sí, pero no sería suficiente. Las izquierdas españolas de audiencia estatal tendrían que asumir en la practica lo que declaran verbalmente: que Galicia, Euskadi y Catalunya somos pueblos con historia propia, naciones con derecho a la autodeterminación. Si asumieran eso no habría independentismos porque todos somos pactistas en ese horizonte. Lo sé muy bien porque lo he vivido desde los años sesenta como responsable de asuntos externos del PSG.

Que lo hagan en la práctica y no sólo verbalmente es la clave para parar al fascismo y trascender este régimen. Pero no hay síntomas de que estén dispuestos a hacerlo. ¿Qué acaba de pasar en los ayuntamientos? ¡Parece que no se enteran! El PSOE está renunciando a gobernar en coalición con los nacionalismos de izquierda. 

¿Pero es que sois idiotas, no sabéis lo que se os viene encima? Es una ceguera total. ¿Después de la hostia que se han llevado no son conscientes de que hay que levantar baluartes, y no primar las cuestiones de partido sobre la defensa contra ese enemigo común?

Hacen como la SPD alemana, que en 1933, después de la quema del Reichstag, votó a favor de que se expulsara a los ochenta y tantos diputados del Partido Comunista. Y después, ¿qué pasó? Por eso digo que estamos en una situación análoga a la República de Weimar y a la República española.

Esta conversación deja un poco el ánimo por los suelos.

Es el pesimismo de la razón, como decía Gramsci. Pero yo nunca cedí a la tentación de tenerle miedo a la realidad. Y hay mucho miedo a la realidad en la izquierda, a analizarla y ver que es terrible. Porque frente al pesimismo de la razón está el optimismo de la voluntad. La izquierda no puede lograr las energías necesarias para enfrentarse a los brutales enemigos que tiene si no hace dos cosas: primero una cura de humildad y, en segundo lugar, explorar la realidad, reconocer que es terrible y, a partir de ahí, buscar las fórmulas y las energías para enfrentarse a ella.

Pero parece que en el mes que les queda para las generales ya no les va a dar tiempo...

Es que no están dispuestos a hacerlo. Pese a todo, yo no pierdo la esperanza de que se consiga activar parte del voto de la izquierda que se abstiene, aunque sólo sea para que haya una alternativa electoral que una a todo ese caleidoscopio de grupos de izquierda, si son capaces de hacer el discurso adecuado y darle credibilidad en la práctica.

¿Y cree que Sumar puede tener esa capacidad?

Sí, porque son inteligentes. Que sean miopes no significa que sean tontos, sólo que necesitan las lentes adecuadas. Confío en que se den cuenta de que no sólo se están jugando su propia piel, sino la de la gente del común. Empezando por la más intoxicada y alienada. Alienación, otro término que la izquierda ya no utiliza y que resulta fundamental para entender y explicar muchas cosas.

¿Y usted qué cree que puede pasar?

Pues a lo mejor que ocurre la catástrofe. Y quizá entonces la gente se dará cuenta de que o se pone en modo combate o sucederá aquello del ensayo de Camus Ni víctimas ni verdugos. Llegará un momento en que no quedará otro remedio que ser víctima o colaborar con tus propios verdugos. 

Un ejemplo: cuando en la pasada campaña Ayuso salió con aquello de que en las listas de Bildu había candidatos condenados por ETA, habría que haberle dicho: "Oiga, usted es una asesina en serie, mató a siete mil personas desvalidas, ancianas, que son más de diez veces los muertos de ETA en toda su historia. Y está apoyando a quienes están matando a mujeres todos los días, cientos de ellas al año". Pero lo que la izquierda respondió fue que si ETA ya no existe, que si Bildu ha renunciado a no sé qué... Que no es eso, coño.

Cita a Ayuso, pero en toda esta entrevista apenas ha aparecido Feijóo.

Feijóo es un cipayo, tartufo, felón, ignaro y fascista. En Madrid pensaban que era un moderado y que como nosotros, en Galicia, somos de provincias, no nos enteramos de lo que pasa. Ni siquiera parte de la izquierda sabía quién era. Y a mi edad digo: ¿cómo es posible? 

Verán, hay dos contravalores o antivalores que están en la base de la ideología y la cosmovisión del nazifascismo. Uno es la xenofobia y otro el nihilismo. Y me preocupa que la gente se quede con el diagnóstico que hago de la situación en vez de quedarse con lo que digo sobre lo que hay que enmendar y corregir para enfrentarla. 

Porque eso conduce al nihilismo, es el caldo de cultivo del nazismo y del fascismo.

Hay un fenomenal ensayo sobre eso, A violencia excedente, de Francisco Sampedro, el catedrático de Filosofía. La xenofobia es la negación de la alteridad, no pueden soportar que haya alguien distinto a ellos. Es lo que ocurre con el chauvinismo español. 

Yo estuve en Madrid del 60 al 63, para hacer mi tesis, vivía en el colegio mayor César Carlos y fui muy amigo del cura Aguirre [Jesús Aguirre, duque consorte de Alba]. Salíamos, me presentaban a gente y me preguntaban: "¿De dónde eres?". "Soy gallego", respondía yo. "¡Ah, español, claro!". Esa es la incomprensión de la alteridad: no, no eres gallego, eres español, a cojones.

Yo estoy dispuesto a ser ciudadano del Estado español, y ciudadano europeo, pero a condición de que cuando digo que soy gallego nadie me responda que, no que soy español. No. Entonces váyase usted a la mierda, quédese con su España y que le den la independencia a Madrid: "Toma, Ayuso, todo para ti. Ahí te quedas".

 

https://www.publico.es/politica/xose-manuel-beiras-vox-emerge-gran-capital-no-le-sirven-reglas-juego.html/amp?dicbo=v2-GERCqm6

martes, 5 de julio de 2022

Catherine Belton, periodista de investigación: “ Putin espera que Occidente se canse de apoyar a Ucrania "


MADRID.- Catherine Belton, corresponsal del Financial Times en Moscú entre 2007 y 2013, periodista de investigación de la agencia Reuters y ahora reportera especializada en Rusia del Washington Post, pasó más de seis años entrevistando a oligarcas, ex agentes del KGB, opositores y aliados de Vladímir Putin. 

Tras la publicación en inglés de su libro Los hombres de Putin (publicado ahora en español por Península), sufrió una ofensiva legal en los tribunales británicos de varios multimillonarios aliados del presidente ruso, entre ellos Roman Abramovich. Las disputas legales se resolvieron antes de la invasión rusa de Ucrania.  

La entrevista el digital español www.eldiario.es

El ataque hizo que el libro ya no pareciera “tan duro” con Putin, según explica Belton. Pese a su larga experiencia como reportera en Moscú y su extensa red de fuentes cercanas al régimen de Putin, la invasión total y cruenta de Ucrania la sorprendió. “No pensé que Putin fuera a hacerlo de una manera tan abierta, que se arrancaría así la máscara, porque se ha pasado años buscando legitimidad internacional. Ahora se ha quitado la máscara y mata civiles en las puertas de Europa”, dice.  

Su libro cuenta con detalle el resentimiento de Putin tras la caída del muro de Berlín. ¿Eso explica lo que pasa ahora o es analizar demasiado?

Realmente parece que este momento le impactó, como las palabras de los guardias en la base militar soviética cercana cuando buscaba ayuda ante los manifestantes alrededor de su villa del KGB en Dresde, de que necesitaban la aprobación de Moscú “...y Moscú se quedó en silencio”. Creo que ha estado buscando una oportunidad para restaurar la posición de Rusia, la idea del imperio, pero que se ha ido obsesionado según se alargaba su presidencia. Al principio, estaba abierto a una mayor cooperación con Occidente, pero se sintió menospreciado. La culminación de esta obsesión ha sido en los últimos dos años, cuando ha estado muy aislado de los miembros más racionales de su administración. Y se ha obsesionado, como él mismo ha dicho, con juntar a “las tierras rusas”, como si buscara un papel en la historia de reclamar lo que él cree que son antiguos territorios rusos. 

La economía centraba la gran mayoría de sus discursos hasta que empezó a hablar del imperio. ¿Cómo cambió? 

Durante mucho tiempo le dio mucha importancia a la economía y ganó legitimidad internacional para su régimen al atraer inversiones occidentales, incluso cuando el Kremlin estaba apoderándose de partes estratégicas de la economía, como el golpe contra Mijail Jodorkovsky y Yukos, la mayor empresa petrolera. Lo hizo con todo tipo de excusas legales, para atraer al mundo financiero occidental. Los tribunales internacionales se enteraron después de que se trataba de una expropiación. Putin estaba muy interesado en que las grandes petroleras y los bancos occidentales se alinearan con él y participaran. Y tuvo mucho éxito. Encontró la grieta en la armadura de Occidente de que todos estaban motivados por las ganancias en lugar de las sutilezas legales y el cumplimiento del estado de Derecho y los derechos de propiedad. Y todos querían estar en el equipo ganador. Todos querían trabajar con Putin, sin importar cómo se repartiría la economía de la nación. Esta debilidad permitió que Rusia y sus representantes se integraran en la economía occidental.  

Y también permitió que países como Alemania y el Reino Unido construyeran lazos económicos cada vez más fuertes con Rusia por los que estamos pagando el precio ahora que se han vuelto contra nosotros. Y no sé si esto fue un plan consciente o no. Para el régimen de Putin, siempre ha tenido sentido tener este tipo de poder blando con redes en Occidente porque eso le permite influir e interrumpir nuestras economías. Ha sido capaz de manipular hasta cierto punto y canalizar una gran cantidad de fondos hacia partidos de extrema derecha y partidos de extrema izquierda para perturbar nuestras democracias. Ese parecía ser el juego. Pero luego, al invadir Ucrania, estas redes de poder blando también se han interrumpido debido a las sanciones occidentales. Muchos de estos multimillonarios rusos tienen que cumplir las órdenes del Kremlin y ahora están en la lista de sanciones. Así que es mucho más difícil para ellos financiar cualquier campaña encubierta. Pero tal vez Putin creía que ya había alcanzado una masa crítica al infiltrarse en las economías occidentales. Sobre todo creía que Occidente sería débil y que no respondería con tanta fuerza como lo ha hecho a su invasión de Ucrania. Ahora se está atrincherando en una guerra de desgaste en la que espera que Occidente se canse de apoyar a Ucrania, de que no pueda permitírselo porque los precios del petróleo están disparados y por una crisis alimentaria en Oriente Próximo y África debido al bloqueo de granos en Ucrania. Putin espera que esto socave gradualmente nuestras instituciones.   

Un oligarca le decía a usted hace unos días que Putin tiene todo el tiempo del mundo… ¿Qué opción queda ante esto?

Hemos visto en la última reunión del G7 que los líderes ahora están discutiendo poner un precio tope a las exportaciones rusas de petróleo y gas ruso, lo que podría aliviar la presión alcista sobre los precios de la energía aquí en Occidente y también eliminar una gran parte de los ingresos energéticos de Rusia si realmente funciona. Es complicado, pero si se puede imponer un límite de precio del petróleo ruso como, por ejemplo, 40 dólares por barril, esto reducirá los ingresos para el Kremlin y reducirá las presiones de la inflación aquí.

¿Cree que las sanciones están teniendo efecto contra algunos oligarcas? 

Sí, parece que algunos están bastante horrorizados. Tampoco esperaban que Putin lanzara una invasión a gran escala y que no le importaran las consecuencias. Se han pasado tres décadas construyendo imperios y reputaciones en Occidente. Y ahora esas reputaciones acaban de ser pisoteadas y sus cuentas bancarias están congeladas. Tienen dinero en efectivo escondido y pueden seguir funcionando. Pero, para algunos de ellos, imperios enteros ahora están en peligro de quiebra, al menos los activos que tienen en Occidente. Abramovich se ha visto obligado a vender el club de fútbol del Chelsea, que siempre fue una gran fuente de orgullo para él. Ahora muchos no pueden viajar libremente en Occidente. Pero si hablan en contra de la guerra, particularmente si están en Rusia y la mayoría de sus activos están allí, entonces se exponen a la cárcel o a que sus negocios sean tomados por rivales más leales al Kremlin.

Hay muchas personas muy ricas en Rusia que están enfadadas. Y no sólo ellas. También hay miembros del Servicio de Inteligencia Exterior y miembros de la comunidad diplomática que realmente no esperaban que las cosas tomaran este giro.

Es muy difícil de ver en este momento, porque la propaganda estatal está haciendo su trabajo y manteniendo a la mayoría de la población a raya. Creo que en algún momento habrá una reacción violenta, pero podría ser dentro de dos, tres o cuatro años porque la economía de Rusia estará cada vez más aislada. Las sanciones han tardado en hacer efecto. Rusia ha podido ganar casi 1.000 millones de dólares al día en ingresos de sus ventas de energía a Europa. Y el banco central ha impuesto controles de capital, lo que ha mantenido estable el rublo. Pero eso también ha significado que las ganancias de los exportadores están disminuyendo. Y las prohibiciones de importación de componentes de tecnología fabricados en el extranjero realmente comenzarán a afectar a la economía. El jefe del banco central ha advertido que el 90% de las fábricas de Rusia necesitan estos componentes extranjeros y tendrá que haber una reestructuración masiva. La economía se va a enfrentar a su mayor recesión en 30 años y la inflación se está disparando. Son circunstancias desconocidas para Putin. Creo que, en última instancia, su posición será insostenible. 

En marzo, hubo mucha especulación de que miembros de la élite político-económica estaban en contra de la guerra o al menos a favor de un final rápido. ¿Tenían margen? 

Creo que no tienen la oportunidad de presionar a Putin porque él está muy aislado y ha estado rodeado por una camarilla de altos cargos de línea muy dura como Nikolai Patrushev, el jefe del Consejo de Seguridad. Realmente no tienen muchas posibilidades de presionar y nadie puede entrar y decirle a Putin que detenga la guerra. Un magnate me dijo, “si fuera a la oficina de un ministro y le dijera que detuviera la guerra, simplemente llamaría a una ambulancia y me enviaría a un manicomio”. Pero muchos magnates y otras personas de los servicios de seguridad tienen mecanismos alternativos de influencia. Puede haber algunos complots en marcha, pero seremos los últimos en enterarnos de su existencia. 

En su libro describe como clave el momento en San Petersburgo en que Putin vendía petróleo en teoría a cambio de alimentos pero cuyos ingresos fueron a parar en realidad a un fondo para sobornos. ¿Cómo marcó el ascenso al poder de Putin?

Fue un momento realmente importante. Logré encontrar a un ex oficial del KGB que había trabajado con Putin en esos acuerdos. En 1992, se encomendó a Putin la supervisión de este esquema de intercambio para traer suministros de alimentos esenciales para San Petersburgo porque la economía estaba implosionando. Entonces entregó las licencias de exportación a sus compinches más cercanos. Tenían que importar alimentos a cambio, pero no lo hicieron. Aparentemente se escaparon con el dinero. Todo el mundo había escrito siempre sobre cómo esta era la primera señal de la cleptocracia de Putin, que estaba ayudando a sus amigos a llenarse los bolsillos. Pero el ex oficial del KGB me contó una historia un poco diferente: Putin entregó las licencias a los aliados conectados con el KGB porque estaban creando un fondo para sobornos para que la ciudad pudiera seguir funcionando. Es posible que no llevaran alimentos, pero estaban creando cuentas bancarias ocultas en Liechtenstein y Suiza para que la ciudad pudiera pagar las importaciones de equipos y pagar a las llamadas empresas amigas, intermediarios conectados con el KGB que se utilizaron en tiempos soviéticos para financiar operaciones de influencia, y necesitaban continuar pagándoles deudas para mantener las redes de inteligencia. Y esto fue lo que tenían que hacer de manera encubierta entonces porque después del colapso de la Unión Soviética, Rusia había asumido las deudas soviéticas, pero no podía pagarlas y estaba en suspensión de pagos, así que todas las cuentas bancarias oficiales en el extranjero estaban congeladas. Por eso necesitaban crear estas cuentas bancarias ocultas. 

Para Putin, se convirtió en un modelo de cómo iba a dirigir Rusia. Un presidente que reparte activos estratégicos entre compinches y no solo lo hace para llenarse los bolsillos. También se trata de crear fondos para que el Kremlin opere en el escenario mundial. Muchos dicen que Putin es codicioso y que su fortuna ronda los 500.000 millones de dólares y otras sumas astronómicas. Él y sus compinches cogieron grandes porciones de la economía del país. Por supuesto, les gustan los palacios, los yates y demás, pero se trataba de tener un fondo estratégico para sobornos, que, en primer lugar, usaron para consolidar el poder dentro de Rusia, para comprar elecciones y pagar la propaganda estatal. Y luego, una vez que alcanzaron una masa crítica en casa, pudieron usar este dinero para canalizarlo hacia su riqueza en el extranjero y para comprar y corromper a funcionarios e instituciones en Occidente para socavar a sus rivales. Siempre hubo un componente estratégico en la corrupción: no se trataba solo de robar por robar.

¿Y qué papel tuvieron los grandes bancos occidentales?

Muchos grandes bancos occidentales estaban haciendo cola para hacer negocios con el Kremlin. Querían las tarifas de las ofertas públicas de los bancos estatales, y querían atender las cuentas de los magnates más grandes de Rusia y sus corporaciones estatales. Y algunos de esos bancos han estado trabajando de cerca con Putin desde principios de los 90. Hasta la elección de Donald Trump había esta sensación en Occidente de que la corrupción rusa era solo corrupción rusa y que no importaba. Los banqueros y gobernantes creían que podían hacer la vista gorda con respecto a la procedencia de parte de esta riqueza porque no importaba. Si el efectivo se estaba desviando fuera de Rusia, entonces solo estaba debilitando la economía rusa. Pensaban que no era un riesgo de seguridad. Nadie entendía que Putin estaba tratando de resucitar el manual del KGB del pasado, con intermediarios para financiar campañas de influencia en Occidente y tratar de dividir y perturbar las democracias occidentales. Hablé con un ex alto oficial de contrainteligencia del FBI y me dijo: “Sí, todos vimos lo que Rusia estaba haciendo en su vecindario más cercano, cómo estaba usando algunos de estos fondos para socavar la democracia en Ucrania y otros países de la antigua Unión Soviética, pero nadie creyó nunca que pudiera intentar hacer eso en Occidente”. Así que a todos estos banqueros, abogados e incluso gobiernos de Occidente no les importaba el tipo de dinero corrupto que llegaba a través del sistema financiero occidental porque no creían que pudiera representar una amenaza para la seguridad.

Solo se entendió después de la elección de Donald Trump, cuando la comunidad de inteligencia de Estados Unidos llegó a la conclusión de que Rusia había tratado de interferir en las elecciones. Pudimos ver un patrón en el que Rusia había estado financiando a la extrema derecha y a grupos de izquierda en toda Europa y en EEUU. Los bancos, los abogados y los gobernantes occidentales han estado ciegos ante lo que ha estado sucediendo bajo Putin. Nadie sospechó que podría intentar cambiar las tornas contra Occidente.  

¿Angela Merkel es responsable o no entendió a Putin tan bien como pensaba?

Por un lado, Merkel adoptó una postura aparentemente muy fuerte cuando Rusia se anexionó Crimea. En algún momento, se negó a hablar con Putin porque se dio cuenta de que solo escuchaba mentiras de él. Pero al mismo tiempo continuó con las políticas de creciente dependencia de los suministros energéticos rusos. Y no entiendo por qué lo hizo. ¿Por qué alguien estaría de acuerdo con un oleoducto que deja a Ucrania y a su propia economía expuestas de tal manera cuando ha visto en el pasado que Rusia usa la energía como arma? Todos pensaron que Putin se comportaría de una manera pragmática. La anexión de Crimea fue una violación del derecho internacional, pero pudo hacerla casi sin disparar porque había una mayoría de población de habla rusa allí. A pesar de que había una concentración de 150.000 soldados rusos en la frontera con Ucrania, sus asesores le dijeron que no tenía el apoyo sobre el terreno entre la población y la respuesta de Occidente sería demasiado fuerte si hubiera una invasión total. Así que entonces se retiró. Todos creían que Putin seguiría el mismo modus operandi y querían creerlo por interés propio. Todos quieren que el flujo de dinero de Rusia siga llegando a su economía. Todo el mundo tiene un interés creado en el statu quo. Y el 24 de febrero realmente se entendió cómo Putin podía acabar con todo eso con saña. Incluso muchos miembros de su propia élite económica pensaron que continuaría actuando de acuerdo con el mismo paradigma. 

¿Y qué hay del papel del Partido Conservador en el Reino Unido? 

Ahora Boris Johnson es uno de los partidarios más enérgicos de Ucrania. Pero él y su partido claramente han estado haciendo la vista gorda al dinero ruso que llega a través del sistema financiero del Reino Unido e incluso a las donaciones a su propio partido. Hay muchos rusos que desde entonces han adquirido la ciudadanía británica y que son importantes donantes del partido tory cuyos antecedentes no se han verificado lo suficiente. 

Al partido tory no le importa mucho hacer preguntas sobre el origen de su riqueza. Boris Johnson le dio un asiento en la Cámara de los Lores a Yevgeny Lebedev, el hijo del ex oficial del KGB, y mantiene una amistad cercana con él en contra del consejo de su propia seguridad. Boris Johnson también retrasó la publicación del informe de Rusia del Parlamento, que advertía precisamente sobre los vínculos de algunos de los donantes con las empresas rusas, el Estado ruso y los servicios de inteligencia rusos. 

¿Dónde encajan las campañas ultraconservadoras del Gobierno ruso contra el feminismo y los derechos LGTBI? 

Uno de los aliados clave de Putin, Vladímir Yakunin, admitió cuando le entrevisté que el régimen de Putin utiliza la llamada a los valores conservadores como manera de ampliar su influencia política en Occidente. Y es muy eficaz porque especialmente la crisis financiera de 2008 dejó a mucha gente en los márgenes y muchos empezaron a sentir nostalgia de otros tiempos. Rusia está financiando partidos conservadores, partidos religiosos, en Polonia, Hungría y EEUU. Otro magnate ruso pro-Kremlin, Konstantin Malouf, ha estado trabajando muy de cerca con el Congreso Mundial de Familias, una poderosa organización cristiana tradicional en Estados Unidos. Y esta es una batalla que está lejos de terminar a pesar de las sanciones. Vemos cómo ha avanzado en las elecciones legislativas en Francia el partido de Marine Le Pen, que recibió fondos rusos en el pasado. Y también vemos lo que está pasando en Estados Unidos ahora. La desigualdad en Occidente, en primer lugar, se está volviendo mucho más marcada y aguda debido a la crisis del coste de vida. Y esto solo creará aún más oportunidades para este tipo de financiación encubierta e ilícita. Esto no quiere decir que todas estas actividades estén financiadas por el Kremlin. Y, por supuesto, también hay apoyo de base en esos países. Pero no podemos ignorar el hecho de que Rusia claramente ha financiado este tipo de operaciones en el pasado para dividir nuestras sociedades.

Su libro cuenta que Putin consideró dimitir después de las protestas en 2004 en Ucrania y el giro del país hacia la UE. ¿Fue un momento de debilidad o era una posibilidad real?

Ese momento fue un verdadero shock para él porque había hecho una gran jugada para respaldar a Yanukovich en las elecciones. Enviaron a representantes del Kremlin a Ucrania y Putin le dio su apoyo personal a Yanukovich y eso le explotó en la cara y fracasó porque al dar su apoyo tan abiertamente provocó aún más resistencia por parte de los ucranianos. Calculó mal, como parece hacer una y otra vez con Ucrania, donde cuando interfiere directamente solo aumenta la resistencia de los ucranianos a convertirse en parte del redil de Rusia. Dos o tres personas que habían estado cerca de él me dijeron que quería dimitir. El hecho de que Ucrania saliera del redil de Rusia de esa manera y tomara esta clara inclinación pro-occidental fue un golpe para los intereses del Kremlin. Ucrania tenía muchas plantas de defensa que suministran componentes a la industria armamentística rusa.

Vladímir Yakunin me dijo que de vez en cuando la CIA saca su plan para separar a Ucrania de Rusia porque cree que Rusia no es nada sin Ucrania. Pero claramente lo mismo ocurre con Rusia, que cree que Ucrania tiene una importancia estratégica vital para ella y debe permanecer dentro de su órbita. Ese fue un momento de gran conmoción y decepción para Putin, pero luego pudo cambiar la situación porque tenía la energía como arma. Por primera vez, cortó el suministro de gas a Ucrania y forzó a Yushchenko a un acuerdo esencialmente corrupto con el Kremlin para que un oscuro comerciante de gas suministrara gas a Ucrania y así corrompió al liderazgo de Ucrania. Y esto abrió el camino para que el pro-Kremlin Yanukovich volviera al poder. Ese también fue el primer ejemplo del uso de la corrupción para socavar la democracia.  

Escribe que cuando Putin se planteó dimitir no había nadie que quisiera relevarle. ¿Puede estar pasando eso ahora? 

Debe haber planes en marcha porque todos hemos oído los rumores sobre la salud de Putin. Nadie, por supuesto, sabe si son ciertos o no. Pero ha tenido largas desapariciones. No se le ha visto jugar al hockey sobre hielo, que es su deporte favorito. Algunas personas clave en el escenario político cada vez aparecen más, como Nikolai Patrushev, que ha estado dando entrevistas sobre la guerra, Dmitry Medvedev, que habla de una manera muy agresiva sobre el tema, y Sergei Kirilenko, el subjefe de la administración presidencial. Puede ser que esto se deba a que la carrera para suceder a Putin ha comenzado.

¿Y ve un final de la guerra que pase por la presión interna para Putin?

Confiaba en la presión para que las conversaciones de paz tuvieran éxito cuando parecía que una de las principales condiciones era que Ucrania aceptara un estatus neutral y el presidente Zelenski dijo que esto era posible. Pero luego las atrocidades de Rusia se hicieron evidentes y ya no fueron posibles esas conversaciones de paz cuando se había cometido tal violencia contra el pueblo ucraniano. No sé cómo terminará ahora a menos que Putin sea reemplazado de alguna manera. Y sigo creyendo que, en última instancia, su posición será insostenible debido al colapso de la economía rusa. Pero llevará tiempo. Occidente tiene que ser más inteligente con respecto a las sanciones, como ese límite de precio en las ventas de energía rusa para cortar esa importante fuente de ingresos para el Kremlin. 



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