MADRID.- Las reinfecciones confirmadas de coronavirus han puesto en jaque a los científicos que, aunque no descartaban su aparición, desconocen
todavía las implicaciones que podría tener para la inmunidad a largo
plazo y para el desarrollo de tratamientos y vacunas contra el
COVID-19.
Los primeros casos incluso llegaron a despertar cierto optimismo, ya
que los pacientes infectados una segunda vez habían mostrado un cuadro
de la enfermedad más leve e incluso totalmente asintomático en
comparación con la primera.
Sin embargo, un caso en Ecuador y otro en Nevada (Estados Unidos) han roto la tendencia y la reciente muerte de una paciente de Países Bajos por una segunda infección de coronavirus han disparado las alarmas.
“¿Protege la inmunidad a un individuo de la enfermedad durante la
reinfección? La respuesta es que no necesariamente, porque los pacientes
de Nevada y Ecuador tuvieron peores resultados de la enfermedad en la
reinfección que en la primera infección”, señala un artículo en The Lancet.
En el caso de Nevada al que se refiere, que constituye la primera
reinfección de COVID-19 confirmada en Estados Unidos, un joven de 25
años y sin patologías previas dio positivo en abril y tuvo síntomas
leves de la enfermedad.
Dos meses y medio después volvió a dar positivo y un análisis
genómico confirmó que se trataba de una nueva infección y no de
remanentes de la primera. En este caso, el hombre necesitó recibir una
terapia de oxígeno de emergencia y presentó un cuadro más grave.
A pesar de lo excepcional, los investigadores piden no
convertir una anécdota en generalidades y recuerdan que es importante
esperar a tener más datos sobre los casos de reinfección.
En cualquier caso, es importante resaltar que las reinfecciones son
solo un puñado de casos en comparación con las más de 37 millones de
infecciones por COVID-19 en el mundo y además el propio artículo
recuerda “es importante tener en cuenta que los casos de reinfección en
general se recogen por los síntomas y están sesgados hacia la detección
de casos sintomáticos”.
“No se saben con qué frecuencia se produce la reinfección entre los individuos que se recuperaron de su primera infección”, advierte.
Sin embargo, sí que son preocupantes los casos de personas que
presentan un cuadro más grave, reconocen los científicos, que siguen con
atención este tipo de evoluciones.
“La mayoría de nosotros ha pensado que la reinfección con COVID-19
era probable que se convirtiera en algo común a medida que los niveles
de inmunidad de los individuos disminuyeran después de la infección”,
reconoce Paul Hunter, profesor de medicina de la Universidad de East
Anglia, en el Financial Times.
Sin embargo, el caso de Nevada es “muy preocupante tanto
desde el punto de vista del brevísimo tiempo que transcurrió entre las
dos infecciones como del hecho de que la segunda enfermedad fue más
grave que la primera“, añade.
El estudio de este caso, publicado en The Lancet Infectious Diseases,
ofrece posibles explicaciones a esto: el paciente podría haber
encontrado una dosis muy alta del virus en la segunda ocasión, lo que
causó una reacción más aguda; o podría haber entrado en contacto con una
cepa viral más virulenta, aunque los científicos aún no han notado
mutaciones en el SARS-CoV-2 asociadas a una enfermedad más grave; la
última explicación apunta a un fenómeno inusual conocido como aumento dependiente de anticuerpos (ADE).
Este último caso sería el peor escenario posible.
Las posibilidades de que el coronavirus se relacione con ADE
El aumento dependiente de anticuerpos es una condición
inusual que se produce cuando la presencia de anticuerpos, que se supone
que combaten la enfermedad, en realidad empeora una infección
posterior, según explica Ana Fernández-Sesma, en una entrevista con Business Insider España.
La científica está muy familiarizada con el ADE y las complicaciones
que presenta, ya que fue el fenómeno que paralizó las vacunas contra el
dengue, la especialidad de Fernández-Sesma.
Todavía no hay evidencia que demuestre que el COVID-19 tiene relación
con el ADE, pero sí hay varias investigaciones que advierten desde hace
meses de que es un “riesgo real”, puesto que se ha observado el
fenómeno en otros coronavirus de tipo respiratorio, según recoge Nature.
En el caso del SARS-Cov-2, “los datos disponibles sugieren que el
mecanismo de ADE más probable relevante para la patología de la COVID-19
es la formación de complejos inmunes anticuerpo-antígeno que lleva a
una activación excesiva de la cascada inmune en el tejido pulmonar”,
señala.
Nature recuerda que las investigaciones sobre la
inmunidad y el coronavirus han revelado que la presencia de niveles de
anticuerpos más altos contra el SARS-CoV-2 se asociaban a una enfermedad
más grave.
Confirmar el aumento dependiente de anticuerpos sería una mala noticia
para la investigación sobre el coronavirus, pero los investigadores
aseguran que todavía no hay suficientes datos para sacar conclusiones y
piden más estudios.
“Necesitamos más investigación para entender cuánto tiempo puede durar la inmunidad de las personas expuestas al Sars-Cov-2 y
por qué algunas de estas segundas infecciones, aunque raras, se
presentan como más graves”, asegura Mark Pandori, autor principal del
estudio del paciente de Nevada.
“Hasta ahora, solo hemos visto un puñado de casos de reinfección,
pero eso no significa que no haya más, especialmente porque muchos casos
de COVID-19 son asintomáticos. Por ahora, solo podemos especular sobre
la causa de la reinfección”, concluye.
Las implicaciones de las reinfecciones para las vacunas
En principio, la reinfección no debería suponer un problema para las vacunas. Por ahora no
hay evidencias de que se hayan producido porque haya surgido una
variante del SARS-CoV-2 como resultado de la evasión inmunológica,
lo que significa que una solo vacuna sería suficiente para conferir
protección contra todas las variantes circulantes, asegura The Lancet.
Lo que sí sugiere es que quizá será necesaria unas dosis refuerzo, lo que aumentaría su coste de fabricación y distribución.
Un obstáculo potencial para las vacunas y terapias basadas en
anticuerpos es el riesgo de exacerbar la gravedad de la COVID-19 a
través de la mejora dependiente de anticuerpos (ADE).
En caso de que se llegara a confirmar que el ADE, el
desarrollo de vacunas y tratamiento sí que se vería puesto en
entredicho, puesto que podrían exacerbar la gravedad de la enfermedad, señala Nature.
Sin embargo, “es alentador que una evaluación reciente de una vacuna
inactivada contra el SARS-CoV-2 haya permitido obtener fuertes
anticuerpos neutralizantes en ratones, ratas y macacos rhesus, y haya
proporcionado una protección dependiente de la dosis sin que haya
pruebas de una mayor patología en los macacos rhesus”, concluye.
A pesar de todo, los investigadores piden prestar especial atención a
este fenómeno, que daría la cara en la fase 3 de los ensayos clínicos
de vacunas y tratamientos, cuando el potencial medicamento se prueba en
miles de voluntarios.