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domingo, 21 de abril de 2024

La revolución agrícola: así conquistará España el Mundo / Pedro Foles *


El empresario y emprendedor Henry Ford afirmó con rotundidad que cualquier persona que deja de aprender es vieja, ya tenga veinte u ochenta años; y que aquel que sigue aprendiendo se mantiene joven. Aplicando esta máxima, el sector de la agricultura en España no sólo tiene toda la vida por delante, sino también la capacidad real de liderar un cambio a escala global desde la experiencia y el buen hacer que otorgan décadas de servicio.

Los últimos meses han estado marcados por las reivindicaciones y manifestaciones de los agricultores, que han puesto encima de la mesa social e institucional un debate relacionado con la pérdida de producción y con la reducción de precios.

 Todo ello, acompañado de fuertes incrementos de los costes de producción –fertilizantes, piensos, energía y gasóleo–, algo que condiciona las decisiones en torno a la actividad productiva.

 ¿Qué está en juego? La viabilidad de un sector que en España es referencia europea al situarse nuestro país como cuarta potencia productora con unas exportaciones de 70.000 millones de euros.

Ante este contexto de incertidumbre, la solución es la innovación. Parafraseando de nuevo a Ford, padre del automóvil, la respuesta no es lograr que los caballos vayan más rápido, sino apostar por el coche. 

 Y hacerlo implica necesariamente hablar de agricultura de precisión, que permite hacer más con menos y generar oportunidades de empleo y de desarrollo protegiendo el entorno medioambiental y social.

Sensores terrestres y remotos integrados en complejos sistemas de información geográfica y softwares, sistemas de posicionamiento global (GPS) que gestionan parcelas de forma inteligente, sembradoras de precisión e incluso drones, robots y satélites. 

Es posible que el lector no asocie esta terminología a la agricultura española, pero el hecho es que forma parte del día a día de una nueva manera de hacer las cosas con la que, hoy mismo, España está posicionándose en el mundo.

El dato ha llegado para quedarse y ámbitos como la innovación o incluso la inteligencia artificial apelan ya a todos los sectores. La agricultura es uno de ellos y los beneficios de aplicar la tecnología a transformar métodos de cultivo y producción alimentaria trascienden a la realidad corporativa y ahondan de forma profunda en la dimensión social de la empresa.

De este modo, y en este punto, hablo desde la experiencia empresarial particular de Bolschare Agriculture, la digitalización es capaz de reducir la cantidad de agua implementando sistemas de riego eficientes que monitorean las necesidades de los cultivos y ajustan el suministro en tiempo real. También es posible limitar el uso de herbicidas e insecticidas aplicando técnicas de seguimiento a las fincas. 

Así, se impulsa la producción con limitados recursos naturales atendiendo las necesidades específicas de cada planta, a las que se aporta sólo lo estrictamente necesario en cuanto a tratamientos, fertilizantes y agua.

Y en cuanto al seguimiento de los cultivos, algo fundamental a la hora de promover la productividad, la tecnología satelital es algo disruptivo pero profundamente útil. Este mecanismo permite realizar un seguimiento más adecuado, garantizando un mejor uso de los productos y del riego. 

También resulta de sumo valor el uso de drones, que no solo facilitan información detallada y en tiempo real de los cultivos mediante cámaras adaptadas, también posibilitan realizar tratamientos de forma remota y más eficiente.

El mapa NDVI –Índice de Vegetación de Diferencia Normalizada– de cada finca, por ejemplo, es una herramienta que permite analizar la evolución anual de cada planta, conociendo su volumen de copa, deficiencias nutricionales y nivel de uso de agua de cada tipo de suelo. Todos estos datos son analizados por sistemas que gestionan el volumen de productos por hectárea. De esta forma, cada hectárea de cada finca recibe un tratamiento diferente.

El futuro es hoy. Y no es una frase hecha. Es la tecnología la que nos permite extractar información histórica y asociarla con datos vinculados con la humedad, la temperatura o la heliofanía de un campo –duración de la acción directa de la radiación solar– para, de ese modo, establecer incluso patrones que permitan predecir cosechas.

Experiencia y potencial

Ya en 2019, el Banco Mundial expuso en uno de sus informes que los países en desarrollo debían “aumentar de forma drástica la innovación agrícola y el uso de la tecnología por parte de los agricultores para eliminar la pobreza, satisfacer la creciente demanda de alimentos y hacer frente a los efectos adversos del cambio climático”.

 Y añadió que “aumentar la productividad en el sector agrícola puede generar más y mejores empleos, y permitir que más personas se trasladen del campo a las ciudades en busca de nuevas oportunidades”.

En este punto, y pasados cuatro años, es posible afirmar que la tecnología no debe ser entendida únicamente como herramienta capaz de lograr que determinadas zonas rurales dejen de estar pobladas, sino como mecanismo de colaboración fundamental de zonas eminentemente agrícolas que deseen seguir siéndolo, de modo que puedan convertirse en punta de lanza del progreso. Y aquí, en este debate, España tiene voz, experiencia y potencial para ser una referencia internacional.

 

 (*) CEO de Bolschare Agriculture

sábado, 20 de abril de 2024

El enfrentamiento no es el camino hablando de Puerto Lumbreras / Cartas de los Lectores


En 1958 se constituye el Ayuntamiento de Puerto Lumbreras, un hito histórico revindicado durante años. Lugar de paso y fonda, Puerto lumbreras era conocido en toda España por sus gentes de carácter abierto, sus ferias de ganado eran unas de las más importantes a nivel nacional. Varias posadas daban servicio a visitantes y ganaderos, nuestro Parador de Turismo nos posiciona en el mapa.

En aquellos años la actividad agrícola y ganadera del municipio era muy reducida, los vecinos vinculados al primer sector encontraban una solución emigrando a Francia, Alemania, Holanda, y otros países del entorno.

Ya en los años sesenta comienzan a instalarse los primeros emprendedores, Hotel Riscal y Hotel Salas se unen a la oferta del Parador de Turismo. Alfonso, Jacinto y el Peluca llenan sus fachadas con los platos y demás piezas de alfarería. Diego Túnez, Morillas y el Rata abren sus puertas a los viajeros, la comida y el descanso para el viajero no podía faltar. Todos ellos gentes abiertas, trabajando con y para todo un pueblo.

En los años setenta comienzan a instalarse las primeras industrias como Valeriano, referente en el sector grúas, diversos talleres y empresas de servicios. Pronto llegarían otros, Frandi, Sanchez Morales, Puerto Export, Agrícola Paloma, Pascual Hermanos, todos impulsando la actividad agrícola y ganadera. Plantiagro con su semillero, Barberet & Blanc con las flores.

Nunca y en ningún caso se puso obstáculo a ninguna inversión en el municipio, nadie sobraba, todo el mundo era bienvenido para continuar con el crecimiento y el desarrollo de un pueblo abierto y acogedor, no había cabida al enfrentamiento, un pueblo en el que diálogo y crecimiento iban de la mano por el bien de todos.

García Carrasco y Ruiz en transporte, y, ya en los años noventa y posteriores, nuevas incorporaciones en agricultura, Sol del Levante, Primafor, Hoyamar, Pozo Sur, etc. Nuevos ganaderos como Mateo de La Plata o Bernardino.

En los años noventa, de la mano tendida y el dialogo, se consolidan las primeras cooperativas agrícolas, S.A.T. y cooperativas de riego. La Comunidad de Regantes, con nuevos sondeos que afloran nuevas dotaciones de agua. El acuerdo entre gente tan dispar como Martín Artero, Gines de las Beatas, Antonio el Tripas, y otros muchos, fue un claro ejemplo de este dialogo. Camposur, o lo que hoy es Alimer, Torrenueva, La Inmaculada, etc.

En las últimas dos décadas han nacido y crecido nuevas empresas, Primalum Canales y Marlina en industria y comercio, por desgracia instaladas en el polígono de Lorca, pero vinculadas al pueblo y creando puestos de trabajo. 

El Ciruelo y Moyca, los últimos en incorporarse, junto a otros, fuerte impulso de la actividad agrícola de la mano de la desaladora de Águilas, pero siempre marcados por los periodos de sequía. Ya no tenemos pozos de agua vivos, ni dotación del trasvase, el crecimiento en agricultura y ganadería se está viendo muy limitado por nuevas normativas europeas.

Nuevas empresas han creado el complemento perfecto para nuestro pueblo como Caudal, gran proyecto de presente y futuro. Hemos visto el desarrollo otras muy arraigadas, Gaspar, San Diego, Trasportes Ruiz, El Guirrete, Lopez Parra, Agrichico, muchas y muy variadas empresas a las que ceder el testigo.

La vida evoluciona, y nosotros debemos de hacerlo también, por ello, mirada larga, mano tendida, y visión de futuro. No pongamos vallas al campo para así poder seguir creciendo, como aquel pueblo que ha pasado de 5.000 a 18.000 habitantes, fruto del consenso, todo esto se ha conseguido arrimando el hombro entre todos. Vamos a dejarnos de enfrentamientos entre buenos y malos, yo me pregunto quien son unos y quien son los otros.

Las nuevas tecnologías abren un futuro de esperanza a nuestros jóvenes, muchos no ven en el campo la mejor salida para su futuro. Seamos gente emprendedora, gente abierta, y receptiva a cualquier actividad que tenga presente y futuro. Siempre se ha conseguido más unidos que enfrentados.

Un vecino más

Puerto Lumbreras

miércoles, 17 de abril de 2024

Dos calles o el pulso de una ciudad / Cartas de los Lectores

 Todo y nada ha cambiado. Trapería y Platería siguen siendo el pulso de una ciudad que no cesa de mudar su piel, pero que aún así, conserva toda su esencia a través de los años. Siempre se ha dicho que el nivel de popularidad de los murcianos se mide por el número de paradas y saludos que se efectúan en dichas calles, y así sigue siendo.


Narra el cronista que frente al Casino se encontraba “La Dalia Azul”, bazar que se tornó con los años, metroarriba, metro abajo, en “Chys”, establecimiento fundado por don Manuel Fernández-Delgado Maroto y que aún hoy es reflejo de la exquisitez de tan ilustre murciano.


No olvidaré los viejos establecimientos como el snack bar “Drexco” de don Paco, que gracias a su voluminosidad solía ocupar dos taburetes en la barra de su negocio y que atraía la mirada insolente de los adolescentes, siempre asistido por el buen hacer de sus excelentes camareros: Córdoba, Tomás el de “Los pequeños”. Allí y en su privilegiada terraza se solazaba el personal desocupado en la práctica del delicioso deporte de ver pasar a la gente, mientras degustaban con avidez aperitivos y meriendas.


La Optica Anciones, La Librería General, la joyería de Torres Gascón, El Blanco y Negro de Espíritu Zamora , la suerte que escondía El Gato Negro; los paños de Los Portales o de La Saldadora; la
Sociedad de Cazadores que fundara el mecenazgo del ilustre don Juan López Ferrer donde se abrazan la calle de la Trapería con la plaza de Santo Domingo. 

No olvidaré ni a “Mi Bar” lugar de encuentro de los más cafeteros, ni las últimas noticias de Murcia, de España y del mundo que exhibía La Covachuela en forma impresa con los diarios de más tirada, junto con las publicaciones de las más excelsas plumas de esta Región. Allí se agolpó el personal para interesarse por la salud del Caudillo o para conocer su óbito, el que daría paso a una nueva forma de ser en España.


La rosa de los vientos de la que nos hablaba Fernández-Delgado se abre hacia San Bartolomé, desde la cuatro esquinas, por la calle de la Platería, y allí estuvo la modernidad de la escalera mecánica que instaló La Alegría de la Huerta, donde por estas mismas fechas, se convertía en una inmensa ilusión donde, Dato , el jefe de sección pugnaba con los críos de ojos abiertos ante el juguete soñado.


Los bolsos y Complementos de López Jiménez; los trajes de Boymán, de Medina, de Flomar. Aquel paraíso de la niñez que fuera el Bazar Murciano. La tienda de ultramarinos de la familia Alcázar; Plumas López, los hilos de Hijos de Antonio Zamora, la tienda de ropa masculina de la misma firma, en la que permitían la prueba en casa. 

El aroma a lapiceros y goma arábiga de Sucesores de Nogués y aquel escaparate plagado de golosinas que don Felipe Sánchez Pedreño exhibía en vísperas de Reyes Magos en su comercio de ultramarinos finos (como rezaba su rótulo). La inquietante Joyería Alguacil; la tienda de Giribert, la lámparas de Rubio, nos llevaban hasta las mismas puertas de la Confitería de Alonso y en ella, sus pastillas de café con leche. Obsequio obligado para oriundos y foráneos. Merengues de café y de fresa, aquellos que escondían la sorpresa oculta de una fresa murciana en su interior. 

La Casa del Fumador, cuando se podía fumar y estaba bien visto, pues para ver nada mejor que las gafas de óptica Belo, para adivinar el futuro que llegaba con la apertura de la novedosa Gran Vía.


Tiempos y negocios que quedaron para el recuerdo en una ciudad hambrienta de modernidad: calles que ponían de manifiesto la urbanidad de sus vecinos con sus saludos de sombrero: el Dr. Miguel Ángel con consulta en Frutos Baeza con sus bien cortados trajes gris perla a juego con su sombrero que se alzaba respetuosamente en saludo obligado. O el sombrero azul marino a juego con el abrigo del mismo tono del periodista don Carlos Valcárcel Mavor que igualmente se elevaba en su trayecto a la misa de siete y media en la Catedral.


La Cámara de Comercio desde su atalaya de Calderón de la Barca velaba por el trasiego mercantil de la ciudad y de sus gentes. Las campanas de San Bartolomé, tañidas por Juan el sacristán hacían levantar el vuelo de las palomas alimentadas por el concejo. ¿Cómo se vería desde lo alto el discurrir de la vida en aquella Murcia recoleta, maravillosamente provinciana, cargada de olor a limón y a fresas.


Volver al arriba y abajo de los pollitos y pollitas en sus primeros escarceos amorosos por las calles de Trapería y Platería. Lucir un nuevo modelo el domingo de Resurrección.


Volver al paseo dominical de una ciudad silenciosa transitada por señoras con velo y misal…
 

Benditos recuerdos, bendita Murcia, benditas calles, que como la vida cambian sin cambiar. 

 

M. L-G.

Murcia

martes, 16 de abril de 2024

Ucrania: el principio del fin / Fernando del Pino Calvo-Sotelo *


Al igual que el sol de la mañana disipa la neblina lenta pero inexorablemente, el paso del tiempo termina dibujando con claridad las líneas que separan la verdad de la mentira.

Hace casi un año, el mismo día en que comenzó, predije el fracaso de la contraofensiva ucraniana, tan jaleada por la voluntarista prensa occidental, y añadí que terminaría en el peor de los casos «como la suicida Carga de la Brigada Ligera»[1]. El desastre ha sido clamoroso, y probablemente pase a los anales de la historia militar como una de las mayores y más inútiles pérdidas de vida humana de los conflictos bélicos modernos. 

Las fuerzas ucranianas, armadas y entrenadas por la OTAN, fueron lanzadas a la muerte por cortoplacistas intereses geopolíticos sin que lograran en muchos casos llegar siquiera a la primera línea de defensa rusa, cuya eficaz estrategia de defensa estática diezmó a los atacantes, que podrían haber sufrido del orden de 160.000 bajas. 

En vez de construir con realismo defensas sostenibles, Zelensky, animado por Occidente y desde la seguridad de su búnker en Kiev, ordenó una ofensiva absurda en la que perdió su ejército y su moral de victoria. 

Estas son las consecuencias de dedicarse a ganar la guerra de la propaganda en vez de dedicarse simplemente a ganar la guerra, como ha hecho Rusia. Pronto la única línea defensiva viable será el río Dniéper.

La pérdida de Avdiivka

El rotundo fracaso de la ofensiva ucraniana y la posterior pérdida de la población fortificada de Avdiivka ha debilitado irreparablemente la posición de Ucrania y acelerado su derrota. Para ser los defensores, las tropas ucranianas sufrieron un número desproporcionado de bajas en Avdiivka. Los motivos han sido variados.

El primero ha sido la abrumadora ventaja artillera enemiga, que incluso el alto mando ucraniano cuantifica ya en 6 a 1 (siendo la cifra real quizá el doble). «La artillería lo es todo», decía Napoleón, sobre todo «cuando converge con fuego nutrido sobre un punto». Doscientos años más tarde el fuego de artillería sigue provocando hasta el 75% de las bajas en batalla.

El segundo ha sido el notable incremento de la actividad aérea rusa con bombardeos de precisión masivos que aprovechan el ingenioso sistema UMPC para convertir bombas «tontas» (de caída libre) en bombas guiadas de forma barata. 

Parecido al JDAM norteamericano, se trata de un sistema de planeo mediante alas desplegables a las que se adjunta una unidad de control que dirige la bomba con precisión. Gracias al planeo, la bomba puede ser lanzada desde gran altitud a una distancia segura de hasta 70 km del objetivo, es decir, fuera del alcance de la defensa aérea ucraniana. Este uso ha dado una segunda vida útil al vasto arsenal de bombas pesadas que posee Rusia, de gran potencia destructiva e impacto psicológico.

Una tercera causa es que, según todos los indicios, las posiciones ucranianas fueron abandonadas en una retirada caótica para evitar el inminente cierre del cerco a la ciudad. Una retirada desordenada o en pánico es una de las más peligrosas situaciones en que puede verse inmerso un ejército, pues causa un enorme número de bajas y facilita la toma de numerosos prisioneros, como ocurrió en Avdiivka.

Por último, la injustificable destitución del competente general Zaluzhny, decidida por parte del aún presidente Zelensky por razones exclusivamente políticas (las encuestas mostraban que era mucho más popular que él[2]), también ha contribuido a un lógico deterioro de la voluntad de lucha del bando ucraniano. 

Que un general competente sea destituido en plena guerra y enviado a una embajada lejana es un indicio más de la amoralidad sin orillas del títere gobierno ucraniano y de su titiritero, la Administración Biden, responsables últimos de la destrucción de Ucrania, como podremos analizar en la segunda parte de este artículo.

Probablemente el siguiente paso de Rusia sea la toma del bastión de Chasiv Yar, lo que implicaría prácticamente el fin de la conquista del Donbass. Asimismo, es posible que Zaporiyia y Jersón vuelvan a ser escenarios clave de la acción bélica antes del verano.

El posible colapso de las líneas ucranianas

El sustituto de Zaluzhny, el general Syrsky, reconocía recientemente en una entrevista que la situación era «realmente difícil y tensa», y que Rusia «estaba llevando a cabo ofensivas en un frente muy amplio[3]». 

Apenas mencionaba las armas enviadas por Occidente, que naturalmente no han cambiado el curso de la guerra sino su duración (para desgracia de Ucrania). Asimismo, admitía tácitamente que Ucrania no había construido líneas fortificadas entre Avdiivka y Jarkov (¿dónde ha ido a parar el dinero destinado a ello?), ciudad esta última que posiblemente Occidente dé por perdida. 

Quizá por eso, Macron la omitió en sus recientes bravuconadas sobre supuestas líneas rojas que Francia no toleraría (Kiev y Odessa), baladronadas que él denomina con elegancia muy francesa «ambigüedad estratégica».

Finalmente, el nuevo comandante en jefe ucraniano también admitía la carencia de vehículos (que ha llevado a transformar brigadas mecanizadas en brigadas de infantería[4]), la falta de munición y de tropas y la falta de rotación y descanso de éstas. Por ejemplo, la 110ª Brigada Mecanizada ha estado ininterrumpidamente en primera línea en Avdiivka desde el comienzo de la guerra, dos largos años.

Ucrania podría haber perdido desde el principio del conflicto más de 450.000 hombres, frente a un mínimo de 60.000-75.000 rusos, órdenes de magnitud (la precisión es imposible) inversas a las que publicita la despistada prensa occidental. En cualquier caso, un horror, como toda guerra.

La fatiga y el decaimiento de la voluntad de lucha de los ucranianos también aparece reflejado en encuestas en la propia Ucrania, a pesar de la propaganda de su gobierno. Según Gallup, el apoyo a una continuación de la guerra es de sólo el 52% en las regiones del Este y del 45% en las del Sur. 

Incluso en el Oeste, más nacionalista y alejado del frente, el apoyo a la continuación de la guerra ha disminuido al 70%[5]. Tampoco existe evidencia alguna de que los ucranianos emigrados desde el comienzo de la guerra estén volviendo a luchar por su país, y la nueva ley aprobada por Zelensky para reducir la edad para alistarse ha resultado enormemente impopular.

En mi opinión, los rusos no tienen prisa y no pretenden realizar ofensivas espectaculares, que suelen ser frágiles y pueden resultar efímeras. Sin embargo, si las tropas rusas, de mayor número y maniobrabilidad, son capaces de concentrar su capacidad ofensiva en algún punto de un frente que resulta demasiado largo para ser defendido por el bando más débil, cabe la posibilidad de que la resistencia ucraniana se desmorone y los acontecimientos se precipiten en tiempo y espacio. Al igual que en mecánica, la fuerza bélica es producto de masa por aceleración. 

En cualquier caso, los rusos aplicarán su refrán: «Si vas demasiado deprisa alcanzarás la desgracia, pero si caminas demasiado lento, la desgracia te alcanzará a ti». Con su frialdad característica, sólo acometerán una ofensiva en masa si tienen claro que no van a encontrar oposición.

De producirse el colapso ucraniano, este sería el principio del fin de una guerra en la que el innegable heroísmo de las tropas ucranianas no ha podido compensar el irresponsable e inútil liderazgo político del país, dirigido por intereses extranjeros y exageradamente enfocado en los éxitos propagandísticos.

La derrota inevitable

La mayor parte de estamentos políticos y militares occidentales parece ser ya consciente de que la derrota militar de Ucrania es inevitable, como filtró la prensa francesa recientemente[6]. Esto no sorprenderá a los lectores de este blog, pero sí a los incautos consumidores de medios, los cuales han tenido que cambiar su triunfalista relato sobre la marcha. 

La abrupta salida de la Subsecretaria de Estado, Nuland, la figura neo-conservadora más fanática y beligerante contra Rusia del gobierno Biden (autora de la famosa frase «que se joda la UE»[7]), es otro indicio de que en Occidente se empieza a oler a fracaso. Y a pesar de la propaganda, incluso en Europa sólo el 36% de los europeos considera que la ayuda a Ucrania debe considerarse algo prioritario[8] y menos del 10% cree que Ucrania ganará la guerra[9].

Contrariamente a lo que afirman los medios, el avance ruso parece lento y metódico, destinado a conservar las vidas de sus propios efectivos y a destruir sistemáticamente la capacidad de combate del ejército ucraniano. 

Sus ambiciones geográficas parecen centrarse en las cuatro regiones ya anexionadas a Rusia y probablemente en una parte adicional importante de la zona oriental del río Dniéper, mientras en el sur su objetivo de máximos sería establecer un corredor paralelo al mar Negro hasta Odessa y Moldavia para aislar a la futura Ucrania del mar.

La lógica dicta que el objetivo de Rusia nunca fue conquistar todo el territorio de Ucrania ni, desde luego, atacar otros países europeos miembros de la OTAN. De hecho, que los medios occidentales se sigan haciendo eco de una patraña tan burda produce cierto sonrojo aunque no sorprende, pues se han pasado dos años haciendo el ridículo. 

Más sorprende, sin embargo, que lo repita el secretario de Defensa norteamericano a sabiendas de su falsedad[10], lo que demuestra hasta qué punto la Administración Biden se revuelca en el descrédito.

En cualquier caso, la «operación militar especial», como cínicamente sigue denominándola Rusia, ha desembocado en una guerra de trágicas proporciones (especialmente para Ucrania) que cambiará el Mundo y podría suponer una derrota estratégica de EEUU y de la OTAN, posibilidad que convierte esta fase crepuscular del conflicto en la más peligrosa e imprevisible de la guerra. 

En efecto, un Occidente arrinconado por sus propios errores y aplastado por un Himalaya de falsas expectativas de creación propia puede provocar una escalada del conflicto de impredecibles consecuencias. Ésta es la última esperanza de Zelensky, y lo que más debemos temer los ciudadanos europeos.

Una nueva forma de hacer la guerra

Desde el punto de vista militar, esta guerra ha puesto de manifiesto, una vez más, que las guerras del futuro serán muy distintas de las del pasado. Es ésta una constante en la Historia que, sin embargo, no parece modificar la esclerosis pedagógica (posiblemente inevitable) de los estados mayores, que en tiempos de paz siempre entrenan a sus ejércitos para ganar la última guerra.

Cayendo en el mismo error y sin saber qué deparará el futuro, me permito extraer algunas lecciones de la guerra presente. En primer lugar, en conflictos entre ejércitos modernos (y no contra desharrapados pobremente armados, que son la especialidad de EEUU en las últimas décadas), las tecnologías actuales permiten a los contendientes observarse mutuamente en tiempo real convirtiendo en vulnerable cualquier concentración de fuerzas y dificultando el efecto sorpresa.

 Este hecho sólo podrá cambiar si se crean armas eficaces para interferir, cegar o destruir los ojos del enemigo, incluyendo los satélites, sea desde bases terrestres o espaciales.

Asimismo, la integración en tiempo real en la misma plataforma de datos ISR (Intelligence, Surveillance & Reconnaissance) con artillería, aviación, misiles y drones permite la eliminación de unidades enemigas segundos o escasos minutos después de haber sido localizadas, antes de que puedan cambiar de posición.

Precisamente por esta limitación, ha cobrado mayor importancia la movilidad de las fuerzas, de modo que la ventaja esté del lado de quien pueda concentrarse con mayor rapidez en un punto determinado o incluso amagar con fintas que desconcierten y agoten al adversario, como está haciendo Rusia a lo largo del frente. Para ello, la logística y la velocidad de traslado —a su vez afectado por factores exógenos como el terreno y las infraestructuras existentes en la línea de frente— serán claves.

Otra novedad ha sido la revalorización de los arsenales estratégicos, una especialidad soviética, que permiten cubrir el intervalo de tiempo existente entre la ruptura de las hostilidades y el incremento de la producción de armamento a ritmos adecuados a tiempos de guerra.

Por último, los drones han supuesto una revolución. A lo largo de la Historia, los avances tecnológicos han ido variando el equilibrio entre los elementos ofensivos y defensivos de la guerra. 

Al igual que la pólvora hizo obsoleta a la caballería y la artillería a las murallas, o al igual que los misiles anticarro o antiaéreos redujeron la ventaja de carros y aeronaves, los relativamente baratos drones supondrán a partir de ahora una amenaza muy seria para el hardware pesado, ya se trate de carros de combate (en el caso terrestre) o de carísimos buques de combate de gran tonelaje (en el caso naval).

Ucrania, probablemente con ayuda británica, ha obtenido éxitos notables en el hundimiento de buques rusos de la Flota del Mar Negro mediante el uso nocturno de drones navales con tácticas de saturación, es decir, mediante ataques simultáneos. Además, los drones son dirigidos a una misma banda del buque, para que escore y se hunda más rápidamente. 

Por el momento, estos ataques no han podido neutralizarse eficazmente ni con drones aéreos ni con cortinas de fuego desde los propios buques, y han contribuido al deterioro de la moral del enemigo. Dicho eso, sus éxitos han tenido más valor propagandístico que militar, pues la guerra de Ucrania se decide en tierra y no en la mar (salvo si se produce un desembarco anfibio en Odessa).

El horror de la guerra

En la segunda parte de este artículo analizaré las posibles consecuencias estratégicas y a largo plazo de este conflicto, pero no querría dejar de hacer antes una reflexión. Estos análisis necesariamente fríos no deben hacernos olvidar la tragedia humana que supone toda guerra y el horror que producen sus devastadores consecuencias.

La guerra cambia, pero los muertos mueren igual que siempre, y los vivos les lloran igual que siempre.

[1] La lenta derrota de Ucrania – Fernando del Pino Calvo-Sotelo (fpcs.es)
[2] Zelensky Receives Polling Blow from His Former Top Lieutenant (newsweek.com)
[3] Oleksandr Syrskyi, Commander-in-Chief of the Ukrainian Armed Forces: (ukrinform.net)
[4] 153rd Mechanized Brigade is no longer mechanized | MilitaryLand.net
[5] Ukrainians Stand Behind War Effort Despite Some Fatigue (gallup.com)
[6] Guerre en Ukraine : de la prudence à l’affolement… Ce que cache le virage de Macron (marianne.net
[7] El «fuck the EU» desata una nueva crisis entre EE.UU. y Europa por el espionaje (lavanguardia.com)
[8] Should the EU continue to support Ukraine? Our poll finds Europeans are in favour | Euronews
[9] Barely 10% of Europeans believe Ukraine can still defeat Russia, finds poll | Ukraine | The Guardian
[10] NATO Will Be Drawn Into War With Russia if Ukraine Loses: Lloyd Austin (newsweek.com)

 II

 En estos tiempos oscuros parece que la palabra «verdad» se ha convertido en un arcaísmo. Un buen ejemplo de ello es la guerra de Ucrania, sobre la que la clase político-mediática se ha pasado practicando su especialidad —mentir— durante dos años.

Como hemos venido defendiendo desde un principio (y como ya debería ser evidente hasta para un periodista), ésta nunca fue una guerra entre Ucrania y Rusia, sino un conflicto entre EEUU y Rusia que tenía lugar sobre suelo ucraniano, en el que EEUU ponía el dinero y Ucrania los muertos. Europa, mientras, se convertía en la víctima colateral económica por el servilismo de la UE hacia los intereses yanquis.

En el mismo sentido, las razones reales de la guerra nunca tuvieron nada que ver con una utópica defensa del débil o de los ideales de libertad y democracia (¿en Ucrania?), sino con el bastardo interés geopolítico norteamericano de erosionar a Rusia. No lo digo yo, sino varios senadores norteamericanos que lo reconocieron hace unos meses[1] al afirmar sin empacho que la ayuda militar a Ucrania había sido «la mejor inversión para la seguridad de EEUU de la historia[2]», pues habiendo invertido «sólo un 3% del presupuesto militar anual hemos conseguido degradar el ejército ruso en un 50% sin perder una sola vida americana[3]». 

Aun errando en los números (a fin de cuentas sólo son políticos), las escandalosas declaraciones de estos senadores ponen de manifiesto que Occidente no sólo ha perdido el juicio, sino también el alma: para el gobierno norteamericano sólo tienen valor las vidas americanas (o peor aún, el impacto electoral de la pérdida de vidas americanas), pero los cientos de miles de vidas ucranianas perdidas para lograr nada son «una buena inversión», unos meros peones sacrificados en el tablero de ajedrez con la esperanza de debilitar temporalmente al adversario. ¿Estos son los valores que Occidente afirma defender?

Una guerra provocada y alargada por EEUU y sus socios

Contra toda evidencia, la consigna occidental insistía en calificar como «no provocada» la invasión rusa. En realidad, EEUU había estado provocando a Rusia con las sucesivas anexiones de la OTAN y, en especial, con la iniciativa de incorporar a Georgia y Ucrania, aprobada en la Cumbre de la OTAN de Bucarest en 2008 a pesar de que el propio embajador de EEUU en Moscú, William Burns (hoy director de la CIA) había hecho saber que la incorporación de Ucrania era «la más roja de las líneas rojas» no sólo para Putin, sino para toda la clase dirigente rusa.

 «Durante más de  dos años de conversaciones con las principales figuras políticas rusas, desde los mayores defensores de una línea dura en el Kremlin hasta los más acerbos críticos de Putin, no he encontrado a nadie que no considerara la pertenencia de Ucrania a la OTAN como un desafío directo a los intereses de Rusia[4]».

Seis años después, en 2014, EEUU apoyó un golpe de Estado contra el presidente ucraniano democráticamente elegido y, tras colocar a un gobierno afín, animó a Ucrania a no respetar los Acuerdos de Minsk, acuerdos que, para más inri, la ex canciller Merkel sugeriría años más tarde que no fueron más que un engaño a Rusia «para ganar tiempo» y rearmar a Ucrania[5].

Desde este golpe de Estado del 2014, la OTAN había estado entrenando y armando al ejército ucraniano (un país no miembro), que amenazaba cronificar el conflicto civil en el Este del país (que hasta enero de 2022 había provocado 14.000 muertos[6] y ni un solo titular en Occidente) y recuperar Crimea, sede de la única base naval en mares cálidos de Rusia. 

A ojos rusos, por tanto, la invasión se consideró un ataque preventivo ante una amenaza existencial para disuadir a los ucranianos de buscar la confrontación, garantizar su neutralidad y asegurar la implementación de los Acuerdos de Minsk. Rusia preveía un conflicto de pocos días o semanas (como el de Georgia en 2008), seguido de una rápida negociación y de un acuerdo como el que estuvieron a punto de suscribir en Turquía en abril del 2022, cuando todavía apenas había bajas por ambos bandos.

Sin embargo, cuando Ucrania estaba a punto de firmar dicho acuerdo, EEUU y Reino Unido decidieron torpedearlo para desgastar a Rusia, como confirmaron sucesivamente el ex primer ministro israelí[7] y el ministro de Exteriores turco (las negociaciones se habían llevado a cabo en Turquía). 

Con toda razón, el general alemán retirado Harald Kujat, antiguo jefe de Estado Mayor del Ejército alemán y expresidente del Comité Militar de la OTAN (CMC), ha sido rotundo al afirmar que «todos los muertos ucranianos y rusos desde el 9 de abril de 2022 se deben a que [Occidente] impidió a Ucrania firmar un tratado de paz con Rusia[8]». No lo olviden.

Los dos pilares de la propaganda occidental

El relato falaz sobre la guerra de Ucrania se ha apoyado en dos pilares. El primero es la penosa imagen que en Occidente tenemos de Putin, imagen que nunca tuvimos de ningún líder soviético. ¿Y por qué precisamente de Putin, entre tantos otros yonquis del poder psicopáticos que pululan por ahí, de Oriente a Occidente? 

La respuesta estriba en que, más allá del escalofrío que provoca el personaje, estamos ante una exitosa campaña de demonización de la propaganda anglosajona, que ha logrado hacer olvidar, por ejemplo, la presencia de Rusia en el G-8, las amigables risas entre Putin y Obama en el G-20 del 2012[9], o la forma en que Bill Clinton describía al autócrata ruso en 2013 como una persona «muy inteligente» y un socio fiable. 

En efecto, preguntado por el entrevistador si se podía confiar en él a puerta cerrada, Clinton respondía: «Cumplió con su palabra en todos los acuerdos a los que llegamos»[10]. Por cierto, Clinton se refería al mandatario ruso educadamente como «Mr. Putin» mientras hoy Biden le califica de «loco hijo de puta[11]», un gran avance de la civilización.

 El segundo pilar sobre el que se ha apoyado la propaganda occidental es el desconocimiento de la realidad rusa. Para Occidente, Rusia siempre ha sido un acertijo envuelto en un misterio dentro de un enigma, como decía Churchill, y un ejemplo de ello es la reacción a las recientes elecciones en las que Putin habría sido reelegido por un supuesto 87% de los votos, inmediatamente tildadas de fraudulentas por Occidente.

Naturalmente, el fraude electoral es algo común en regímenes seudodemocráticos en la forma, pero autocráticos en el fondo, como es el caso de Rusia. Sin embargo, la pregunta es otra: ¿necesita realmente Putin cometer fraude para ganar las elecciones? Aquí nos enfrentamos a un dato incómodo, esto es, que Putin ha sido siempre muy popular en su país. 

Algunas de las causas de esta popularidad son espurias, como el férreo control que el gobierno ruso ejerce sobre los medios de comunicación, el culto a la personalidad sobre la figura del presidente o la inexistencia (o supresión) de personalidades opositoras relevantes. 

Pero además de estas desvirtuaciones propias de un régimen represivo, existen otras causas objetivas que también justificarían la popularidad de Putin en circunstancias más normales, y resulta crucial entenderlas sin que las emociones (manipuladas) nos nublen el entendimiento (ver Anexo).

La derrota estratégica de la OTAN

En mi anterior artículo analizaba la situación bélica en el frente y la acelerada derrota de Ucrania, que ya en febrero de 2023 este blog tildaba de «inevitable»[12] en contra de la opinión general. Ahora querría analizar las profundas consecuencias estratégicas que, en mi opinión, tendrá la guerra, para detrimento de Occidente.

La decisión de la OTAN de apoyar masivamente el esfuerzo ucraniano siempre tuvo como objetivo crear una herida a Rusia por la que sangrara durante un tiempo, pero era éste un objetivo táctico y cortoplacista. También se creyó que el conflicto socavaría el apoyo popular a Putin e incluso llegó a soñar con un cambio de régimen, una especialidad de la política exterior norteamericana. Asimismo, se creyó que las sanciones adoptadas bajo la coartada de la guerra causarían una debacle en Rusia.

Sin embargo, todo este voluntarismo sólo ponía de manifiesto, una vez más, que en EEUU faltan verdaderos estrategas y sobran aprendices de brujo. Que un país tan rico y enriquecedor (y cuya Constitución creó el mejor experimento de libertad de la Historia) tenga gobiernos que adolezcan de una dificultad genética para comprender (y respetar) cómo funciona el Mundo más allá de sus fronteras siempre me ha sorprendido. 

Desde luego, la arrogancia no ayuda, y cuando a la arrogancia se suma la ignorancia el resultado es el desastre.

Así, ninguno de los objetivos de EEUU se ha cumplido. En primer lugar, el apoyo popular a Putin se ha robustecido y no se vislumbra cambio de régimen alguno. Es más: puede que el cambio de régimen llegue antes a EEUU (con Trump) que a Rusia.

En segundo lugar, las sanciones de USA (United Sanctions of America) no han quebrado la economía rusa sino la europea, con la complicidad de la inepta burocracia de la UE. El coste de la energía para uso doméstico e industrial se ha multiplicado y las empresas europeas se han visto obligadas a vender sus activos en Rusia a precios de saldo asumiendo enormes pérdidas. 

Tras un período de adaptación, Rusia y sus recursos naturales acabarán en manos de Oriente.

En tercer lugar, el carácter abusivo e ilegal de algunas de estas sanciones, como la congelación de las reservas exteriores rusas, no ha dañado de forma significativa a Rusia a corto plazo, pero ha provocado sin embargo la irritación y hartazgo del resto del Mundo, que, una vez más, ve que el orden mundial anglosajón se basa en unas reglas que sólo se aplican para los demás: 

«Las reglas son para ti, no para mí». Sin duda, quebrar los principios más básicos de la confianza recíproca entre países tendrá consecuencias a largo plazo en detrimento del dólar, moneda del país deudor por excelencia y cuya naturaleza de reserva mundial tiene sus días contados (pregúntenle al BRICS). 

Probablemente, éste sea el mayor error autoinfligido de EEUU de toda su historia: Oriente (o sea, el 83% del planeta que no es Occidente) se ha dado cuenta de que el gigante norteamericano se apoya en unos pies de barro, esto es, en el dólar, y le ha declarado la guerra. La duración de la misma es incierta; el resultado, no.

En cuarto lugar, la masiva implicación de la OTAN y su triunfalista campaña de propaganda, prematura e imprudente, ha creado a la postre una imagen de impotencia de la propia organización y, por ende, de EEUU. 

De hecho, la rapidez de adaptación del ejército ruso tras sus reveses iniciales, su paradigmático éxito en defensa estática y dos años de durísimo conflicto contra un durísimo enemigo le han convertido en el ejército más entrenado del mundo. 

A pesar del alto precio que ha pagado, lejos de quedar acomplejado (como les ocurrió con su retirada de Afganistán en 1989), la guerra de Ucrania le ha hecho ganar confianza y probablemente sea hoy un rival más temible que hace dos años.

Un mundo más peligroso

El hecho de que la OTAN haya ayudado a Ucrania de forma tan explícita y alborozada proveyendo armas ofensivas y datos de inteligencia que han causado la muerte de decenas de miles de soldados rusos tendrá dos graves consecuencias. La primera será debilitar al principio de disuasión nuclear, elemento imprescindible para la seguridad mundial. 

En efecto, la OTAN ha jugado con fuego con una potencia nuclear con la certeza de que, al estar dirigida por un actor racional, éste no iba a apretar el botón. Como consecuencia de ello, los países cuya seguridad más dependa de la disuasión nuclear (como es el caso de Israel) se verán expuestos a mayores amenazas por parte de sus adversarios.

La segunda consecuencia, más tangible, será que EEUU y la OTAN no podrán participar en ninguna misión en el extranjero sin temer que su adversario vaya a ser abiertamente armado por Rusia con armamento moderno y provisto de datos de inteligencia que provoquen la muerte de soldados occidentales. Rusia no olvidará, como sólo Oriente sabe no olvidar, y la venganza es un plato que se sirve frío.

En definitiva, el conflicto de Ucrania tiene todo el aspecto de convertirse en un colosal error estratégico de EEUU. Occidente no sólo perderá la guerra, sino los restos de autoridad moral de que gozaba, y si en pleno pánico la OTAN crea una escalada de última hora para intentar camuflar su derrota, el mundo no sólo no volverá a ser el mismo, sino que, además, entrará en guerra. El mundo se ha vuelto un lugar más peligroso.

El misterio de la popularidad de Putin

Según la única empresa demoscópica rusa independiente, respetada en Occidente y de cuyos datos se nutre Statista[13], los más recientes sondeos antes de las últimas elecciones presidenciales mostraban un porcentaje de aprobación de Putin del 86%[14], no muy distinto del supuestamente obtenido en las elecciones. 

Es más: en los últimos 20 años, Putin habría mantenido un apoyo que ha oscilado entre el 58% y el 88%. De ser ciertos estos datos, ¿cómo es posible? Para tratar de comprenderlo tenemos que hacer un breve repaso histórico.

En los años posteriores a la caída de la siniestra tiranía soviética, Rusia sufrió una crisis de identidad sólo comparable a la pérdida de los imperios europeos (por ejemplo, España en 1898, Austria en 1918 o Inglaterra tras la II Guerra Mundial). 

La URSS fue desmembrada, su peso geopolítico se convirtió en una sombra de lo que había sido y el país bailaba al son que marcaba su antigua némesis, EEUU, vencedor claro de la Guerra Fría y única superpotencia en aquel momento. Para más inri, Rusia sufrió una humillante derrota en la Primera Guerra de Chechenia (1994-96).

Al orgullo nacional herido ―algo que un eslavo se toma en serio, como también han demostrado los ucranianos con su coraje― se sumó una crisis económica sin precedentes y una corrupción galopante. El PIB ruso cayó un 50% en sólo 8 años hasta la tormenta perfecta de 1998, cuando el rublo sufrió una brusca devaluación, el país suspendió pagos y la inflación alcanzó el 84%. 

Esta hecatombe se debió en parte a la podredumbre del sistema comunista y en parte a la incompetencia de Boris Yeltsin, cuyas debilidades personales le convertían en un líder errático y maleable, idóneo para los intereses geopolíticos norteamericanos, pero desastroso para su pueblo. Bajo su mandato la corrupción alcanzó cotas grotescas con oligarcas que se apropiaron a precios de saldo de las principales empresas públicas soviéticas.

Con la llegada de Putin al poder en enero del 2000, las cosas cambiaron. Puso orden en la anarquía reinante, reforzó el imperio de la ley (que en Rusia siempre se aplica de forma selectiva) y acotó los abusos de los oligarcas. Desde luego, la corrupción continuó siendo un problema endémico, pero ésta se convirtió en algo ordenado y no caótico, si me permiten la ironía. 

Es más: según una fuente británica fiable, la actitud de los primeros gobiernos de Putin denotaba un afán por recuperar lo que los oligarcas de la era Yeltsin habían «robado» al Estado[15]. Luego él crearía su propia clase oligárquica.

Un factor relevante del éxito de Putin fue la bonanza económica, pues supo capitalizar el mercado alcista del petróleo, durante el cual el precio del barril pasó de 30 a 200 dólares y cuyo comienzo coincidió por azar con su llegada al poder. 

Naturalmente, Rusia sigue siendo hoy un país relativamente poco desarrollado en términos de PIB per cápita, pero lo relevante a afectos de la popularidad de Putin es el crecimiento de dicho PIB desde su llegada al poder, que en una década se multiplicó por dos en términos constantes[16] (equivalente a un crecimiento anualizado del 7%). 

El desempleo también se redujo desde un artificial 13% a una cifra real del 3% en 2023[17] y los impuestos se simplificaron y redujeron, de modo que hoy en Rusia el impuesto sobre la renta tiene un tipo fijo del 13%.

En otro orden de cosas, cabe añadir que, según Gallup —empresa norteamericana—, el 75% de los rusos están satisfechos con su nivel de libertad personal y el 71% se sienten seguros paseando de noche por sus calles[18].

Finalmente, Putin recuperó el orgullo nacional de un país que deseaba verse respetado. Los rusos tienden a admirar a un líder fuerte, y en Putin lo encontraron. El trabajado culto a la personalidad que rodea su figura hizo el resto.

Estos datos ponen de manifiesto que, más allá de la opinión que nos merezca Putin en Occidente (algo que a él le trae al fresco y que posiblemente le beneficie en su propio país), objetivamente el pueblo ruso ha visto mejorar sus condiciones de vida desde su llegada al poder. 

Esto supone una sólida base de apoyo popular, apuntalada naturalmente por la machacona propaganda del propio régimen y por un victimismo crónico que EEUU no hace más que realimentar con la arrogancia explícita de su estrambótica política exterior desde 1991. No comprender esto es no comprender nada.

[1] Sen. Blumenthal (opinion): ‘Ukraine is at the tip of the spear’ (ctpost.com)
[2] Senator Mitt Romney en X: «The single most important thing we can do to strengthen America relative to China is to see Russia defeated in Ukraine. A weakened Russia deters the CCP’s territorial ambition, and halts Putin’s vision of reestablishing the old Soviet Union. Supporting Ukraine is in our interest. https://t.co/X21GGs0lTW» / X (twitter.com)
[3] Ukraine used 3% of US defense budget to destroy half of Russian army — war news / The New Voice of Ukraine (nv.ua)
[4] The Back Channel, William J. Burns, Random House 2019
[5] Putin: Russia may have to make Ukraine deal one day, but partners cheated in the past | Reuters
[6] Conflict in Ukraine’s Donbas: A Visual Explainer | Crisis Group
[7] Western Bloc Led by ‘Aggressive’ Boris Johnson Ruined Russia-Ukraine Peace Deal, Leading to Year-Long Bloodshed, Says Ex-Israel PM (ibtimes.sg)
[8] Talk im Hangar-7: Zwei Jahre Ukraine – Freiheitskampf oder Kriegstreiberei? | Kurzfassung (youtube.com)
[9] Putin and Obama share a laugh at G-20 (2012) (youtube.com)
[10] CNN’s Piers Morgan Speaks with President Bill Clinton – 2013 CGI Annual Meeting (youtube.com)
[11] El presidente de EE.UU. Joe Biden llama a Putin un «h.d.p. loco» (cnn.com)
[12] También nos han mentido sobre Ucrania – Fernando del Pino Calvo-Sotelo (fpcs.es)
[13] Putin approval rating Russia 2024 | Statista
[14] Левада-Центр : Indicators (levada.ru)
[15] Beyond Business, John Browne, Orion Books
[16] GDP per capita, PPP (constant 2017 international $) – Russian Federation | Data (worldbank.org)
[17] Russia – Unemployment rate 2021 | Statista
[18] From the Kremlin to the Kitchen: Russian Life in 6 Charts (gallup.com)

 

(*) Economista

domingo, 14 de abril de 2024

Cambiar el rumbo para salvar Correos / Mario Murillo *


El 28 de diciembre de 2023 iniciaba su etapa como Presidente de Correos el señor Pedro Saura, quien hasta entonces había dirigido Paradores de Turismo de España. Finalizaba así la “era Serrano” quien después de su nefasta labor al frente de la empresa postal lo último que se merecía era que le colocasen como nuevo director general de la Sociedad Estatal de Infraestructuras del Transporte Terrestre S.M.E, S.A. (Seitt). Para que luego nos hablen de méritos y cultura del esfuerzo…

Cada nueva etapa tiene implícito un mandato, una tarea o encargo a llevar a cabo como misión principal. Y desde mi punto de vista, este no es otro que conseguir insertar a Correos en el proyecto público de España para las próximas décadas. 

El proceso de “amazonización” de la empresa pública ha generado ya demasiado dolor durante estos años. Copiar el modelo laboral de las entidades privadas y las multinacionales de distribución y logística, tan solo ha traído consigo recortes y daños para los trabajadores, así como un deterioro grosero de la calidad del servicio que prestamos.

Hoy en día trabajar en Correos supone, en resumidas cuentas: ritmos frenéticos y cargas desmedidas, imposición de objetivos imposibles de cumplir, todo tipo de vulneraciones en lo que a derechos se refiere (desde boicotear huelgas a denegar permisos recogidos en reales decretos), todo ello aderezado por un autoritarismo creciente por parte de las jefaturas y unos salarios indecentes que superan por muy poco el salario mínimo inter-profesional español.

Si partimos de la premisa de que la calidad de un servicio público depende directamente del nivel de las condiciones laborales de la plantilla que lo presta, el presidente Saura y su nuevo equipo directivo deberían poner el foco en mejorar cuanto antes la situación de las personas que trabajamos en Correos. 

Llama la atención lo alarmante que al nuevo mandatario le ha resultado el estado de las cuentas de la empresa, pero no las deplorables condiciones en las que nos hallamos las y los trabajadores.

Si Correos gasta en salarios buena parte de lo que genera a través de toda su actividad, no parece que los responsables seamos quienes cobramos alrededor de 1200 euros al mes (o la creciente cantidad de compañeros que laboran en jornada parcial ganando entre 600 y 800 euros). 

Esto puede ser de Perogrullo, pero viendo la política de “contratación cero” que está aplicando Pedro Saura, pudiera parecer que la razón por la que los números no cuadran sea el exceso de plantilla.

Nada más lejos de la realidad. En Correos llevamos perdiendo personal de manera sostenida lo que va de siglo XXI. El descenso es acuciado y sangrante. Ni los procesos de consolidación más o menos consecutivos de los últimos años han permitido revertir esta tendencia a la baja. Tanto es así, que podemos afirmar con rotundidad ni miedo al equívoco que la falta de personal es, junto a los salarios de miseria, el principal problema cotidiano de la plantilla postal. 

De éste, se derivan otros tantos: sobrecargas y aumento de los ritmos de trabajo, ampliación de los recorridos (en el caso del personal de reparto), elevación de los índices de siniestralidad y bajas médicas, presiones para vender en las oficinas abiertas al público, surgimiento de todo tipo de riesgos psicosociales, denegación de permisos (asuntos particulares y vacaciones), obligación de trabajar en días festivos en algunos casos y un empeoramiento innegable del ambiente laboral en los centros de trabajo.

Mantener las plantillas en esta situación de infra-cobertura resulta una irresponsabilidad mayúscula y la peor manera posible de comenzar a dirigir Correos por parte del señor Saura. Y para muestra un botón: los paros parciales reclamando más contratación que se están llevando a cabo en cada vez más unidades de trabajo (tal es el caso de Euskadi), incluso en lugares donde nunca antes se había activado la movilización en forma de huelga (CTA Vallecas, UR43 de Madrid, etc).

Correos Vs Gobierno

Al igual que su antecesor, el nuevo presidente ha heredado la mala costumbre recortar por abajo, precisamente por la parte que mueve Correos cada día, en lugar de por arriba que son quienes ganan suculentos sueldos y malgastan el dinero público. Cuando decimos que las cosas no cambian automáticamente por poner un nuevo rostro al frente de la entidad postal, lo hacemos con fundamento.

Existen, además, otras similitudes que descascarillan por completo el agotador relato de que la marcha de Serrano supondría el fin de todos nuestros males, sostenido por las secciones de CCOO y UGT en Correos, así como por la bancada del Partido Popular. 

Y es que la empresa, con Pedro Saura como presidente, mantiene una tónica que en los años previos ya se había ido recrudeciendo: el incumplimiento sistemático de todo tipo de normativas y leyes, incluso de las impulsadas y aprobadas por el Gobierno al que pertenecen. 

Si tuviéramos que enumerar los principales ámbitos de desobediencia, serían los siguientes:

-Entorpecer y denegar los permisos y medidas que favorecen la conciliación laboral y personal.

-Negarse a ejecutar de manera estricta los requerimientos y resoluciones de las Inspecciones de Trabajo. No existe cultura preventiva ni de seguridad, la salud de la plantilla está sometida a todo tipo de riesgos.

-No implementar las mejoras contenidas en el Acuerdo Marco para una Administración del siglo XXI (35 horas, despenalización de las bajas por enfermedad, movilidad inter-administrativa del personal laboral…).

Incluso vemos como en un momento donde el paro está descendiendo claramente en nuestro país y estamos alcanzando unos altísimos niveles de empleo, en Correos la receta aplicada es justo la contraria.

 Es por eso que también es muy importante reclamarle al Gobierno de coalición y a la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) que intervengan en Correos para impedir que, presidente tras presidente, se continúe profundizando la “crisis postal” y desdibujando nuestro carácter público y social.

Ahora que parece que se van a retomar las negociaciones del próximo Convenio colectivo esto se vuelve de vital importancia, sobre todo si tenemos en cuenta que hay un elemento (tal vez el único que nos sigue recordando que somos trabajadores públicos) que va a estar en el centro de la disputa: la jornada laboral.

Son muchos los años que las diferentes directivas han venido ambicionando desregular la jornada de trabajo, flexibilizarla para acudir al mercado en igualdad de condiciones con el resto de empresas. Nosotros lo llamamos competir a la baja, en precariedad y, por supuesto, nos oponemos radicalmente a ello.

No deseamos tener que trabajar sin horario hasta que hayamos repartido el último paquete, ni cobrar en función de objetivos. No queremos laborar los fines de semana cuando ya lo hacemos de lunes a viernes. Y no vamos a tolerar que lo poco bueno que nos queda en Correos, también nos lo arrebaten.

En un contexto en el cual en España se está legislando para reducir la jornada laboral (sin disminución salarial) y se habla cada vez más de la necesidad de ganar tiempo de vida, no es aceptable que la empresa pública más grande del país pretenda llevarnos justo en la dirección opuesta.

Es cierto que el proceso de elecciones sindicales celebradas en los primeros meses del año ha dejado un panorama sindical similar al de las celebradas en 2019, con CCOO y UGT sumando una mayoría cercana al 60%. 

No son buenas noticias de cara a la negociación colectiva, pues habríamos necesitado un vuelco que entregase mayor peso a las organizaciones contestatarias a nivel estatal (sobre todo a CGT que propone que cualquier convenio o acuerdo general ha de votarse por parte de toda la plantilla previamente a su firma).

Desde mi perspectiva, el nuevo Convenio no puede inspirarse en el afán de competir y desregular para adaptarse al mercado privado, sino en mejorar las condiciones de las personas trabajadoras y de esa forma poder prestar servicios públicos (el postal y otros que podamos desempeñar) de calidad a la ciudadanía del conjunto del Estado. 

La nueva Directiva, CCOO y UGT (que vuelven a hablar un mismo idioma desde el cambio de presidente) afirman que necesitamos un convenio bueno para todas las partes, pero eso no lo hemos conocido en Correos.

Aún más difícil de conseguir sería si, finalmente, se impone la tesis de esos sindicatos por la cual primero hay que acordar un plan estratégico y después un convenio adecuado al mismo. Esto supondría en la práctica, subordinar los derechos de la mayoría a las prioridades dictadas por unos pocos. 

Y los trabajadores de Correos estamos hartos de que nuestras reivindicaciones laborales y salariales sean siempre relegadas a la última fila. Del mismo modo, algunos estamos cansados de que sea el mercado y los intereses privados quienes regulen nuestra economía, en lugar de hacerse desde la esfera de lo público, donde la democracia económica puede (y debe) tener cabida.

Por una respuesta pública a gran escala

El 15 de febrero se publicaban unas declaraciones de la Vicepresidenta segunda y Ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, en las que apostaba por reforzar el papel de la SEPI y consideraba que empresas como Correos no deben guiarse por criterios de rentabilidad económica sino de utilidad pública. “¿Por qué el modelo de Correos tiene que ser competir con Amazon?“, se preguntaba. La misma que algunos nos llevamos haciendo durante tanto tiempo.

Y es clave la respuesta que le demos. Porque es la que dirime si nuestra intención es continuar por el camino de la competencia extrema y la pérdida de derechos o la de reconectar a Correos con lo público y la satisfacción de las necesidades sociales. La que determina si se desregulan horarios para ser más competitivos o se aumenta la plantilla para trabajar en mejores condiciones y proporcionando mayor calidad. 

La que conlleva seguir arrastrándose a los pies de las multinacionales y reconvirtiendo nuestras oficinas en tiendas estilo FNAC (y si te opones a este modelo de negocio te degradan y apartan como en una secta) o apostar por iniciativas pública de primer orden como levantar una Banca Pública que den a Correos centralidad social y permitan garantizar el acceso a los servicios financieros en todo el país desde el ámbito estatal.

En definitiva, se acerca el momento crucial para nuestro devenir. Si la reconversión de Correos en sociedad anónima estatal en 2001 con Feijóo como presidente, fue la gran batalla de aquella época y se perdió, hoy nos encontramos inmersos en la propia de nuestro tiempo y no nos podemos permitir volver a salir derrotados.

Salvar Correos es ante todo mantener su esencia pública y la capacidad de prestar servicios útiles para la gente. Si se termina de imponer la lógica privada en el modelo y las relaciones laborales y perdemos la prestación del SPU (cuya asignación acaba en 2025), entonces de poco valdrá mantener un logo y un nombre desposeídos de su historia.

 

(*) Portavoz de la Plataforma de Eventuales de Correos, sindicalista y secretario general del Partido del Trabajo Democrático.

Muy urgente: enterrar la Agenda 2030 y la ONU / José Antonio García-Albi Gil de Biedma *


Conviene recordar que el 10 de diciembre del 1948 se adoptó por la Asamblea General de las Naciones Unidas la Declaración Universal de los Derechos Humanos. A pesar del tiempo transcurrido para adaptarse, hay países como Rusia, China, Corea del Norte, Venezuela, Cuba y otros que no cumplen con los preceptos de dicha declaración. Lo que parece no importar ni a la propia Organización, ni a gran parte de la comunidad internacional.

A pesar de lo anterior, la ONU consideró que tenía cosas más importantes en las que pensar y en el año 2015 alumbró la Agenda 2030 estableciendo hasta 17 ODS, Objetivos de Desarrollo Sostenible, que se debieran alcanzar en dicho año. Sinceramente no creo que nadie leyera y reflexionara sobre esos 17 ODS, que fueron aprobados en un momento de enajenación mental por fruslería.
 
Ya hemos visto como con tanta palabrería sobre la «sostenibilidad», dos de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad con derecho a veto, e incumplidores de la Declaración Universal de Derechos Humanos, han llevado a cabo las acciones menos sostenibles desde la II Guerra Mundial. Por un lado, el país más contaminante del mundo, ha sembrado una pandemia vírica que ha costado millones de muertos a la Humanidad. Algo que incrementa el millonario récord de muertos que ostenta el genocida Partido Comunista Chino.
 
Por otro lado, el nuevo Stalin ruso ha comenzado una feroz actividad bélica sobre un país vecino, con terribles matanzas de civiles indefensos, bombardeos sobre centrales nucleares y amenaza de guerra atómica. Desde luego algo que tampoco es sostenible para el mundo.
 
En ambos casos, de la ONU hemos recibido silencio. No parece que dicha organización tenga legitimación moral, ni auctóritas para imponernos objetivos para 2030 dudosamente razonables.
 
Pero antes de estos dos atentados contra la Humanidad, la Agenda 2030 ya suponía un riesgo elevadísimo para el planeta y ya comenzábamos a ver sus efectos. Analizamos algunos de sus objetivos y efectos.
 
Podemos comenzar por el ODS 7 ya que impacta sobre los demás y que se titula: «Energía asequible y no contaminante». Sí, dice asequible. Lo primero que hace la Agenda de marras es cortar el paso a aquello que es lo más importante para contaminar menos; a saber, la acción investigadora, creativa, imaginativa y tecnológica del ser humano. 
 
El hombre que crea formas de producir sin contaminar y que desarrolla técnicas y tecnologías que capturan de la atmósfera el CO2 y se reutiliza de forma limpia. El hombre es capaz de incrementar la oferta de energía y reducir progresivamente la contaminación, si la ONU le deja. Por lo visto, China no cree en esa capacidad humana.
 
Pero es muy grave que lo que hace este Objetivo 7 de Desarrollo Sostenible es anular y eliminar el derecho de muchos países, sobre todo de los más pobres, a disponer de energía. Se ha prescindido frívolamente de prospecciones de yacimientos de petróleo y gas, de infraestructuras hidráulicas y de energía nuclear sin dedicar un minuto a pensar que la escasez y encarecimiento de la energía va a castigar a millones de personas al no tenerla para sus hospitales, escuelas, condenado a millones de seres humanos al empobrecimiento, la miseria y la patera. 
 
En fin, no sólo es absurdo en sí mismo, también hace inviable el objetivo 1 que habla del fin de la pobreza. Y hará imposible la investigación tecnológica sobre la eliminación de elementos contaminantes.
 
El segundo objetivo sostenible es el referido al «fin del hambre en el mundo». Comienza explicando que la Humanidad llevaba décadas reduciendo de manera importante y exitosa el hambre. Nunca como hasta ahora, se había dispuesto de tanta comida, de tanta calidad, bien envasada con excelentes técnicas de conservación, ni nunca el porcentaje de ingresos por familia dedicado a la alimentación había sido tan bajo. Curiosamente, en lugar de perfeccionar el modelo de éxito preexistente, lo que indica es que hay que ir a un modelo global agroalimentario nuevo. Y lo que ya conocemos de ese nuevo modelo no es halagüeño.
 
Pues ahora tratan de reducir y dificultar las producciones, están generando escasez de productos y son más caros; lo que unido a absurdas leyes sobre envases, que acaban penalizando al reciclado, y al encarecimiento de la logística va a suponer que en muchos países pobres va a ser difícil acceder a la alimentación. Prepárense para volver a ver hambrunas en ciertas partes del Mundo. Eso sí, serán hambrunas inclusivas, ya que matarán por igual a niños y a niñas.
 
La ONU también pontifica sobre la justicia (ODS 16) sin pedir que sea independiente. Mucho me temo que no va a haber justicia para los ciudadanos víctimas de la covid, ni para las víctimas de Putin. La propia organización que da clases de cómo debe ser la justicia para el 2030 va a incumplir el más elemental derecho a la justicia que es aquella que protege la vida. Ya que lleva sin hacer nada contra los que incumplen sistemáticamente la Declaración de Derechos del Hombre.
 
Una organización en la que dos de sus miembros permanentes y con derecho a veto en el Consejo de Seguridad incumplen sus objetivos de esa manera, precisa ser refundada y no dar lecciones de nada. Esa organización, sus satélites y sus objetivos no son sostenibles ni antes, ni después del 2030; son un suicidio. Y como foro de diálogo internacional, tal vez sea mejor utilizar las redes sociales, compartir fotos y felicitar los cumples.

 
(*) Empresario

viernes, 12 de abril de 2024

Economía espiritual / Guillermo Herrera *


La esperanza en un futuro prometedor, por el poder transformador de la nueva frecuencia transmite una sensación de expectación positiva por lo que se avecina, según múltiples fuentes de información que destacan la importancia de una construcción comunitaria, con justicia, amor y unidad en las relaciones económicas.

La integración de la espiritualidad en la economía es un desafío significativo que implica la incorporación de valores humanistas en las prácticas económicas, que pueden tener un impacto significativo en la prosperidad de todos. Este enfoque destaca la importancia de valores como la compasión, la generosidad y la cooperación en las relaciones económicas, y sugiere que la actividad económica debe guiarse por un sentido de servicio al bien común.

La economía espiritual se basa en la idea de avanzar tanto a nivel personal como colectivo, reconociendo que no hay avance individual independiente del avance colectivo. Esto implica que la espiritualidad personal se manifiesta plenamente al servicio de lo colectivo, y que la economía espiritual es posible cuando se integran valores humanistas y espirituales en la economía

Para lograr esta integración, es fundamental que la economía se rija por valores que trasciendan lo puramente material y se orienten hacia el bienestar individual y colectivo. Esto implica un cambio en la concepción de la economía como ciencia de la escasez hacia una visión más holística que considere valores como la solidaridad y la justicia.

En resumen, la integración de la espiritualidad en la economía requiere un cambio de paradigma que reconozca la interconexión entre lo personal y lo colectivo, y que promueva valores humanistas y espirituales en las prácticas económicas. Esto implica una visión más amplia de la economía que vaya más allá de la escasez material y se oriente hacia el bienestar integral de la sociedad.

NUEVO SISTEMA

En un futuro cercano, es muy probable que la economía mundial experimente una transformación importante con la adopción de un sistema financiero cuántico QFS, habilitado por los avances en la computación cuántica y la criptografía, que está preparado para revolucionar la forma en que se realizan y gestionan las transacciones financieras a escala mundial.

Se espera que el QFS tenga un impacto significativo en la economía al introducir un nuevo sistema descentralizado para pagos interbancarios transfronterizos basado en una moneda respaldada por oro físico. Esto podría dar lugar a un mayor papel del oro en el sistema financiero, creando un sistema más seguro y eficaz para las transacciones financieras.

El QFS no tiene aún fecha oficial de publicación, por lo que se desconoce cuándo será anunciado. A pesar de la incertidumbre sobre su lanzamiento, se destaca que el QFS no sería controlable por ninguna institución, corporación, gobierno o parecido, ya que se espera que sea una tecnología que va más allá de lo conocido actualmente.

Una de las características clave del QFS es su naturaleza descentralizada. A diferencia de los sistemas bancarios tradicionales, que a menudo están controlados por unas pocas instituciones grandes, el QFS está diseñado para ser distribuido y descentralizado, lo que permite una mayor transparencia y rendición de cuentas.

Otro aspecto importante del QFS es su énfasis en la seguridad. El uso de criptografía cuántica garantiza que los datos y las transacciones financieras sean extremadamente difíciles de piratear o manipular. Esto convierte al QFS en un sistema altamente seguro para realizar transacciones financieras.

El objetivo del QFS es introducir un nuevo sistema descentralizado de pagos interbancarios transfronterizos basado en una moneda respaldada por oro físico, lo que garantizaría su valor y estabilidad. Este sistema busca revolucionar el sector financiero al crear una moneda que no sería una criptomoneda, sino una moneda respaldada por oro, lo que podría contribuir a restaurar la confianza en el sistema monetario en general.

Se espera que el QFS tenga consecuencias significativas para la economía. Al introducir un nuevo sistema descentralizado para pagos interbancarios transfronterizos basado en una moneda respaldada por oro físico, el QFS pretende restaurar la confianza en el sistema monetario.

Esta nueva moneda, que no es una criptomoneda, estaría respaldada por oro, asegurando su valor y estabilidad. Esto significa que sólo las monedas respaldadas por oro con un certificado de oro digital podrían participar en transacciones QFS. También se espera que el QFS revolucione el sector financiero al facilitar transacciones casi instantáneas, lo que podría llevar a un cambio de los sistemas financieros tradicionales a un sistema más seguro y eficaz.

Además, el QFS podría dar lugar a un mayor papel del oro en el sistema financiero, ya que podría servir como soporte para las monedas y las transacciones, creando un sistema monetario donde el valor de las monedas se sustenta en su convertibilidad al oro.

El QFS se basa en el uso de ordenadores cuánticos muy avanzados que utilizan bits cuánticos (qubits) en lugar de los bits clásicos para almacenar y procesar información. Esto permite realizar cálculos mucho más complejos y potentes, lo que hace que QFS sea más rápido y seguro que los sistemas financieros tradicionales.

VENTAJAS

Actualmente, el comercio internacional se ve obstaculizado por procesos de documentación complejos, y a menudo obsoletos. Un sistema financiero cuántico podría agilizar estos procesos mediante el uso de contratos inteligentes auto ejecutables que hacen cumplir automáticamente los términos acordados por las partes. Esto reducirá el tiempo y el costo asociados con el comercio, y abrirá nuevas oportunidades para el comercio mundial.

Además de su seguridad y descentralización, QFS también ofrece numerosos beneficios para los usuarios. Estos incluyen tiempos de procesamiento de transacciones más rápidos, tarifas de transacción más bajas y capacidad de realizar transacciones transfronterizas sin problemas. El QFS también tiene el potencial de eliminar la necesidad de intermediarios como los bancos, reduciendo el costo general de las transacciones financieras.

La aplicación del QFS también conducirá a una mayor inclusión financiera, ya que puede brindar acceso a servicios financieros a quienes tal vez no los hayan tenido antes. Esto se debe a la capacidad del sistema para operar en zonas con infraestructura limitada, lo que hace posible que más gente participe en la economía mundial.

El QFS tiene el potencial de revolucionar la forma en que realizamos transacciones financieras, haciéndolas más seguras, eficientes y accesibles para todos los individuos y empresas. A medida que siga avanzando la tecnología, es probable que veamos un cambio hacia este tipo de sistema financiero en un futuro próximo.

Un sistema financiero cuántico tiene el potencial de provocar cambios significativos en la economía mundial. Con su velocidad, seguridad y eficiencia, podría facilitar el comercio e impulsar el crecimiento económico, al tiempo que promueve la estabilidad financieras. Sin embargo, como cualquier tecnología nueva, vendrá con su propio conjunto de desafíos y requerirá una aplicación y regulación cuidadosas para garantizar su éxito.

https://dinarchronicles.com/2024/04/02/project-looking-glass-implementation-of-the-quantum-financial-system/

ABUNDANCIA

Reflexiones de Bennett Ross.- Actúa y experimenta lo que está de acuerdo con lo que imaginas que es verdad sobre ti mismo y tu entorno. La mente es un mecanismo psico cibernético, un sistema de retroalimentación autorregulado. Coloca programas conscientes en tu mente inconsciente y te conectarás con las asociaciones y afiliaciones del nuevo programa. 

Puedes aprovechar el superconsciente con tu inconsciente. y te conectarás con nuevas posibilidades. La mente superconsciente es el campo infinito del potencial humano, donde son posibles todas las cosas.

El poder está dentro de ti. Las creencias y las emociones influyen en tu sistema bioeléctrico. Todos podemos cambiar la visión de que soy la víctima a la visión de yo soy el maestro. Revalúa el poder que has dado a los pensamientos y emociones que gobiernan tu vida. Observa las creencias limitantes por lo que son realmente. Despeja la congestión mental que dificulta tu flujo de prosperidad.

Expresa emociones superiores. Vive auténticamente y canaliza tus talentos únicos en un propósito significativo. Aplica la respiración profunda. Cuando lo que hace surge del propósito y la pasión, te sincronizas con la frecuencia exaltada de la abundancia y te alineas con la corriente energética que apoya despertar y edificar.

La prosperidad se manifiesta en muchas formas. La falta y la escasez surgen sólo de percepciones limitadas. La causa raíz es la desalineación vibratoria. La abundancia es energía y la atraes naturalmente resonando a una frecuencia más alta. Observa la riqueza como luz que fluye de la Fuente, y ve la prosperidad como el ritmo natural del Universo.

https://bennettleeross.com/psychology/epic-cosmic-eruditions-of-the-current-era-111/

 

(*) Periodista