¡Hay que ver qué generosos son los
diputados al interpretar la normativa de incompatibilidades cuando les
afecta en el bolsillo! Solo el PSOE se opone al pluriempleo de los representantes del pueblo.
Sin duda estos aducen muy oportunas razones para simultanear su labor
de legisladores y controladores dele gobierno con otras actividades
lucrativas legales. Para las ilegales no suele pedirse permiso. Y sin
duda también dichas razones merecen una consideración reposada no movida
por la demagogia, la envidia o las simples ganas de fastidiar y así lo
haremos.
Pero
antes, séanos permitido señalar una paradoja bastante vergonzosa a
primera vista. Los mismos diputados que interpretan laxamente las
incompatibilidades propias mantienen incompatibilidades estrictas,
arbitrarias, injustas para otras colectividades. Por ejemplo, los
jubilados. No pueden estos compatibilizar el cobro de su pensión con las
ganancias que obtienen en el mercado libre por su obra o como derechos
de autor de sus producciones. Resulta así que dibujantes como Forges,
novelistas, músicos, no pueden percibir esos ingresos cuando sobrepasen
una cantidad anual que es muy baja (tres veces el SMI).
Es sangriento
porque la prohibición ignora que la pensión no es un salario ni una
donación graciosa del gobierno, sino un derecho por el que se ha
cotizado a lo largo de la vida. Un derecho que debiera ser tan
intangible como los títulos de propiedad de bienes inmuebles. Además, el
público en general no puede beneficiarse con la creatividad de los
autores, muchas veces en su mejor etapa, porque no se lo permiten sus
representantes que, sin embargo, pretenden compatibilizar sus suculentos
sueldos (muy superiores a las pensiones, incluso la máxima) con otras
actividades que, salvo excepciones, son puramente mercantiles y poco o
nada tienen que ver con la creación.
Aun
suponiendo que entre los diputados solicitantes de compatibilidad los
haya simpatizantes con la causa de los jubilados, lo menos que puede
decirse de ellos es que anteponen sus intereses a los de sus
repressentados.
Y
ahora, a las compatibilidades de los diputados. El criterio que debe
tomarse en consideración para decidir y el único es la condición
genérica de legisladores de todos los compatibilizables. Esto aclara
muchas cosas. Parece lógico que quien impone las normas universales y
generales de obligado cumplimiento, las leyes, en nombre del interés
general (pues los diputados lo son del conjunto del electorado) no esté
en actividades lucrativas en defensa de intereses particulares.
Esto
incluye la abogacía, la asesoría de empresas y ocupaciones de este jaez,
esto es, las actividades profesionales que impliquen contratación con
esos intereses. Del otro lado compatibles debieran ser las labores
creativas: los libros, los cuadros, las composiciones musicales,las
patentes así como las conferencias y alguna actividad docente y, por
supuesto la conducción y realización de programas de televisión siempre
que no estén financiados por intereses particulares internos o foráneos
ni emitan su publicidad. Benefician a la colectividad y no es injusto
que obtengan remuneración.
La
participación en los medios, las tertulias y formatos análogos es un
asunto más delicado. Se parte de que en los medios públicos no se cobra,
pero en los privados, sí. Eso está bien, aunque quizá no sea
suficiente. El problema está en la permanencia, en la continuidad en que
los diputados fijos en estos programas acaban convertidos en portavoces
oficiosos de sus partidos y no porque ello esté mal en sí mismo, sino
porque necesariamente interfiere en su rendimiento como legisladores. A
lo mejor es más sensato que los partidos alternen las personas que
envían a las tertulias.
En
resumen, está bien que los diputados luchen por compatibilizar su
condición con ciertas actividades remuneradas, pero, antes, cuídense de
que la gente podamos seguir disfrutando de las creaciones de Mendoza
(premio Cervantes 2016), Caballero Bonald, etc. sin arruinarlos.
En las jornadas de debate
teórico de los golpistas, este fin de semana en Madrid, se está
debatiéndose un documento que se pretende sea aprobado por el próximo
congreso del PSOE. Al parecer, procede de la minerva de ese gurú de la ciencia
económica, José Carlos Díez, fichado por la caudilla andaluza como
asesor quien, a pesar de presentarse como profeta, no ha dado ni una ni
de lejos en los últimos diez o doce años y es el hazmerreír de las redes.
Creo
haber dicho ya que tengo la peor opinión de estos documentos,
normalmente apresuradas colecciones de lugares comunes, vanas promesas y
pura demagogia revestidos de falsa dignidad teórica, con la vista
puesta en las siguientes elecciones y una indiferencia absoluta hacia
los criterios elementales de interés, originalidad, coherencia, audacia y
carácter positivo. Lo mismo más o menos pasa con el otro documento de
otros gurús del campo de Sánchez, Una nueva socialdemocracia,
otro conjunto de vulgaridades y frases vacías que ya lo eran en los
tiempos del "Programa 2.000", cuyo espíritu quiere resucitar. Pero este
de la junta golpista es todavía peor, más ramplón, embustero y, además,
de derechas.
La cosa comienza ya con la presentación del jefe de la junta gestora, Javier Fernández pidiendo tanto mercado como sea preciso y tanto Estado como sea necesario.Ya
contará este lumbrera cuál sea la diferencia entre "preciso" y
"necesario". Y es que son tan ineptos que ni copiar saben. La venerable
frase tiene casi 60 años, se debe al que economista del SPD, luego
ministro de Economía, Karl Schiller en el congreso de Bad Godesberg, de
1959, y su tenor literal es "tanto mercado como sea posible y tanto
Estado como sea necesario".
Posible/necesario tiene sentido;
preciso/necesario, ninguno. Lo de Ferrnández es pura charlatanería. Pero
no haya cuidado: sin arredrarse ante las dificultades, este buen hombre
pretende nada menos que reformular el socialismo democrático. En
verdad ni él ni los demás aprovechateguis que lo rodean al servicio de
Susana Díaz con el exclusivo objetivo de conservar sus prebendas saben
de lo que hablan. Como si el "socialismo democrático" una de las teorías
políticas más vigorosas, universales y llenas de posibilidades pudiera
"reformularse" gracias a las perogrulladas y simplezas de cuatro
intrigantes que solo piensan en su medro personal.
Los
golpistas del PSOE no se reúnen a hacer algo razonable y constructivo
sino a contar cuentos a ver si consiguen engañar a la militancia para
que elija la caudilla andaluza, cuya campaña están apoyando y
financiando y a ver si pueden descalificar a Sánchez ahora que descubren
que, tras haberlo defenestrado de forma indigna, está más vivo que
nunca.
Es
recomendable leer las 12 páginas de esta sarta de cosas archisabidas,
envueltas en las brumas la más aburrida especulación económica y
financiera. Pura palabrería. Lo más interesante, curiosamente, es lo que
no está en ellas, lo que ni se menciona porque, obviamente, no está en
los objetivos de estos amigos y ayudantes del PP bajo cuerda: ni palabra
de derogar la reforma del 135; ni palabra de derogar la reforma laboral
de la derecha, legislada al dictado de los patronos para conseguir mano
de obra esclava; ni palabra de obligar a la Iglesia a autofinanciarse y
pagar sus tributos como todo el mundo; ni palabra de luchar contra la
corrupción en todas sus manifestaciones, desde los sobresueldos de los
políticos del partido del gobierno, empezando por Rajoy, hasta los
paraísos fiscales, pasando por las malversaciones y comisiones que ha
están cobrando los miembros de la asociación dee presuntos ladrones
llamada PP; ni palabra de luchar contra los privilegios; ni palabra
sobre la República; ni palabra sobre Cataluña.
Sin
duda, el PSOE es un partido muy antiguo y saldrá de esta. Pero antes
hay que quitar el poder a la manga de golpistas cuyo objetivo es ponerlo
al servicio del PP.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED